El discurso del estado de la Unión del presidente demócrata Joe Biden fue, en resumen, una recapitulación precisa de sus prioridades para los cuatro meses que le restan a su actual mandato, así como las intenciones con las que planea llevar adelante un segundo período en el hipotético caso de conseguir la reelección.
El mandatario mencionó los temas que ocupan su atención: la guerra de su par ruso Vladímir Putin contra Ucrania, la inflación en Estados Unidos, el programa Medicare, la competencia contra China, el conflicto entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, el aborto, la crisis fronteriza y la agenda climática. Luego, casi al final, aprovechó de hacer mención a su carrera política para justificar la avanzada edad con la que se está presentando a las presidenciales.
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Sin embargo, un hubo un tema ausente que incluye a varios actores no menos relevantes en todo este juego geopolítico: las dictaduras de América Latina. Cuba, Nicaragua y Venezuela quedaron por fuera del discurso de casi una hora y media de Biden. Con ese silencio, deja claro que no busca combatir esos totalitarismos ni sus recientes decisiones en materia de violación de acuerdos, corrupción o arbitrariedades contra derechos humanos.
Trump denuncia el socialismo, Biden lo ignora
La dictadura de Maduro se burla descaradamente de la Administración demócrata y aún así, nada sobre esto salió a colación en el discurso del estado de la Unión de Biden. Hace tiempo se dejaron de escuchar en el Congreso las advertencias de un mandatario sobre el peligro que representan las ideas socialistas.
Hubo mucho contraste en comparación con el discurso del expresidente Donald Trump en 2019, cuando alertó sobre “los nuevos llamados a adoptar el socialismo” en Estados Unidos. Ese mismo año, recibió al entonces presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, como oyente de su discurso para desafiar a la dictadura venezolana.
Maduro es “un gobernante ilegítimo, un tirano que brutaliza a su pueblo”, dijo entonces, para agregar posteriormente: “¡Los estadounidenses están unidos al pueblo venezolano en su justa lucha por la libertad!”. Coincidiendo con esas palabras, las sanciones funcionaban para frenar el enorme robo del chavismo a las arcas del Estado. Un escenario diametralmente opuesto al actual con Biden.
“A Biden no le importa nada”
La Administración demócrata alivió las sanciones contra Venezuela en los últimos meses, bajo la advertencia al chavismo de permitir la celebración de elecciones presidenciales libres. Nada de eso se cumplió desde Miraflores, que además ha engrosado la infame lista de nuevos presos políticos que ese encuentran hoy en sus calabozos.
Biden mantuvo un silencio sepulcral al respecto. Tampoco mostró interés hacia María Corina Machado, la candidata elegida por el antichavismo para enfrentar a Maduro, quien hoy está inhabilitada inconstitucionalmente. Mucho menos habló de Cuba, hundida en una enorme crisis económica tras más de 60 años de corrupción castrista o de Nicaragua, sometida a las continuas decisiones del dictador Daniel Ortega.
Desde el Congreso son conscientes de las diferencias. “Al presidente de EE. UU no le importa nada. Él [Biden] no está exigiendo que Machado aparezca en las papeletas, Joe Biden es un presidente débil que no le importa el pueblo de Venezuela”, aseveró el senador republicano Rick Scott a NTN24. Luego agregó: “Nosotros sabemos quién es Maduro, es un matón a quien no le importan sus ciudadanos, solo le interesa el poder”.