Brasil cayó 10 posiciones en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) que elabora anualmente Transparencia Internacional. Es decir, bajo el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, el gigante sudamericano pasó de ocupar la posición 94 de 180 países en el año 2022 (con Jair Bolsonaro) a ubicarse en la posición 104 en el año 2023 (primera año del tercer mandato de Lula).
La nueva y deplorable posición cobra mayor sentido cuando se menciona que hasta el 13 de diciembre del año pasado, la Contraloría General de la Unión (CGU), encargada de defender el patrimonio público, registró alrededor de 1412 denuncias de corrupción, reseñó el portal Jornal Opção. Esto equivale a cuatro denuncias por día en 2023 y un aumento de 31,7 % en relación con el año anterior.
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Queda claro que no hay muchas cifras positivas que acompañen a Lula da Silva. La creación de nuevos empleos cayó 27 % con respecto al año 2022, de acuerdo con el Ministerio de Trabajo. Por otro lado, el déficit del gobierno en 2023 fue mayor de lo que estimaban en el Palacio de Planalto, a pesar de que aseguran que su objetivo es reducirlo a “cero”. En otras palabras, el primer año de su nueva gestión no suma sino que resta mucho al mandatario izquierdista, quien es señalado de “copiar el modelo represivo chavista para perseguir a opositores, y presuntamente encubrir a miembros de su gabinete.
Pésima calificación para socialistas
Brasil no solo cayó 10 posiciones en este Índice de Percepción de la Corrupción, también obtuvo 36 puntos de 100 que lo ubican debajo del promedio regional de las Américas y del promedio BRICS (43 y 40 puntos, respectivamente). En consecuencia, la gestión de Lula da Silva se suma a la de sus pares izquierdistas con pésimas calificaciones por parte de los empresarios y entidades que tienen en sus manos evaluar la lucha contra la corrupción y aportar sus opiniones para la elaboración de este ranking. La calificación que va de cero a cien –donde cero es más corrupto y cien más íntegro– ubica en las posiciones más altas a los países con menor percepción de corrupción y en las más bajas a los que son percibidos como más corruptos.
Para la Nicaragua del dictador Daniel Ortega tampoco hubo sorpresas. El IPC lo catalogó nuevamente como el país más corrupto de Centroamérica al ubicarse en la posición 172 de 180 países, tras obtener solo 17 puntos de 100, coincidiendo con Corea del Norte, el país más hermético del mundo y dominado por el comunismo juche que hoy lidera Kim Jong-un.
No es extraño que Venezuela, con más de dos décadas de dictadura chavista, se mantenga en el puesto 177 de los 180 países evaluados. Es decir, peor que Nicaragua. Esa posición incluso empeoró si se compara con 2022, cuando al menos estaba por encima de Sudan del Sur, Siria y Somalia. Pero en 2023 solo Somalia quedó por debajo de Venezuela.
Que tragedia. La dictadura sandinista ha llevado a Nicaragua a los niveles de corrupción más impactante de la historia de #Nicaragua. Nunca antes visto.
Transparencia Internacional la ha calificado con un puntaje de 17/100. La escala es de 0 a 100. pic.twitter.com/6983YM7Ytx— Martha Patricia M (@mpatricia_m) January 30, 2024
En estas aguas, donde navegan países con gobiernos de izquierda sumidos en graves crisis económicas, también se encuentra Brasil bajo el mandato de Lula da Silva, quien no ha dudado en salir a defender a su amigo Nicolás Maduro, cuando se trata de lavarle la cara y llamarlo víctima de “narrativas”. Tampoco hay que olvidar que Lula volvió al poder tras haber sido anuladas las dos condenas que pagaba por corrupción por parte del Supremo Tribunal Federal (STF), conformado en su mayoría por magistrados designados por el oficialista Partido de los Trabajadores.