Nuevamente el avión propiedad de Emtrasur, filial de la estatal venezolana Conviasa, retenido en Argentina ocupa titulares. En esta oportunidad, la justicia estadounidense determinó su decomiso definitivo, porque la aeronave habría sido adquirida violando leyes de ese país. Es decir, la dictadura chavista lo compró a la empresa iraní Mahan Air, a pesar de estar sancionada por sus nexos con la Fuerza Quds del régimen islámico.
“El régimen iraní utiliza Mahan Air como una herramienta para difundir su agenda desestabilizadora en todo el mundo, incluidos los regímenes corruptos de Siria y Venezuela, así como los grupos terroristas en todo el Medio Oriente”, el texto forma parte del comunicado del Departamento del Tesoro del año 2020, a propósito de sanciones que EE. UU. también ordenó contra dos empresas con sede en los Emiratos Árabes Unidos por abastecer a Mahan Air.
En pocas palabras con la orden de decomiso definitivo, el juez federal de Estados Unidos, Randolph Moss, está aplicando castigos al chavismo, como ya lo hizo con ambas organizaciones árabes en 2020 por tranzar con una compañía iraní ligada al terrorismo. No obstante, la justicia argentina está poniendo trabas para evitar entregar el avión venezolano-iraní. De acuerdo con La Nación, el Ministerio de Justicia que dirige Martín Soria “retiene desde el año pasado un exhorto enviado por la justicia estadounidense en el que pide que les entreguen la aeronave, reconocieron seis fuentes relacionadas con el caso”. De ahí el pedido del juez estadounidense.
Incógnitas e hipótesis sobre el avión
Alrededor del Boeing 747-300 con matrícula YV-3531 —retenido en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en Argentina en junio del año pasado— hay un turbio entramado que va desde un piloto ligado a la Fuerza Quds y Hezbolá hasta la versión de que la aeronave transportaba autopartes.
Detrás de esas piezas, podrían haber oscuros intereses como los que describió hace casi un año a PanAm Post Joseph Humire, experto en seguridad global y director ejecutivo del Centro de Estudios para una Sociedad Libre y Segura (SFS, en inglés). “La pregunta no es ‘qué es el cargamento’, sino ‘¿qué tipo de partes son?’”, cuestionó ya que podrían ser “parte de planes militares” para la fabricación de drones u otros componentes militares.
En octubre del año pasado, sin que tuviera demasiada cobertura mediática, el piloto iraní Gholamreza Ghasemi salió de Argentina con autorización de la justicia de ese país. En el avión lo acompañó Mario Arraga Urdaneta, gerente de finanzas de Emtrasur. Sobre la empresa pesan sospechas de ser una fachada chavista “para que el gobierno iraní eluda las sanciones de la Oficina del Tesoro de EE. UU. para el Control de los Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés)”, detalló Infobae.
Argentina pide más aclaraciones
Lo cierto es que el caso parece ser la punta del iceberg respecto a complicidades entre el dictador Nicolás Maduroy su homólogo iraní Ebrahim Raisi. Los últimos años ambos países se convirtieron en aliados cercanos para eludir sanciones estadounidenses. Se intercambian petróleo, combustible, medicamentos y estrecharon lazos a tal punto que Venezuela es plataforma del régimen islámico para su expansión en América Latina. Por eso, expertos mencionan que las autopartes realmente podrían ser una pieza del rompecabezas de sus planes militares.
En tanto, Argentina continúa demorando la entrega del avión venezolano-iraní. El ministerio del país sudamericano “le requirió a la justicia de EE. UU. aclaraciones y explicaciones adicionales antes de decidir si traslada el exhorto al juez federal Federico Villena para que resuelva si entrega el avión”, agregó La Nación.