Todo lo que tuvo que ver con el ministerio de Economía de Sergio Massa fue una irresponsabilidad absoluta. Para empezar, el excandidato a presidente, que cayó este domingo en las urnas por una holgada diferencia contra Javier Milei, no es economista. Es abogado, aunque muchos no le reconocen ni siquiera los méritos de eso, luego de egresarse de una universidad privada de poco prestigio tras largos años de “estudios”.
Apenas se puso el saco de ministro comenzó a desarrollar una ambiciosa estrategia, que resultó en un fracaso. Massa se dedicó a fortalecerse dentro del fallido gobierno de Alberto y Cristina Fernández, para que todo pasara por él, ante una gestión que no daba pie con bola. En lugar de sincerar las variables económicas, y comenzar a corregir los profundos desajustes, Massa profundizó el camino de esconder la basura debajo de la alfombra. En sus cálculos, la bomba de tiempo podía aguantar hasta el final del mandato, cuando él podría posicionarse como sucesor en el gobierno. Todo en el marco de una delirante propuesta política que trataba de sintetizar la continuidad y el cambio al mismo tiempo.
Lo único que le salió bien fue la cuestión de la centralización. Por ejemplo, ostentó la suma del poder público y se convirtió en el candidato peronista, en el marco de la campaña más demagógica de la historia. Sin embargo, Massa terminó pagando dos graves errores y el primero tuvo que ver con que no pudo contener el desastre económico argentino, ni maquillándolo en extremo. Aunque llegó a amenazar con sindicalistas a los comerciantes que subían los precios, la inflación siguió en alza descontrolada, a pesar de los índices de dudosa credibilidad del INDEC.
En el marco del descontento económico, Massa y su equipo confundieron la estrategia comunicacional de campaña, sobre todo en el tramo final. El ministro/candidato se mostró muy agresivo contra su rival y profundizó una irresponsable “campaña del miedo”, que evidentemente terminó generando rechazo en el sector más moderado del electorado.
Aunque usó todo el aparato del Estado y contó con la corporación prebendaria nacional y ayuda extranjera, Massa, que en los últimos días ya reemplazaba a Alberto Fernández en los actos protocolares de gobierno, cayó derrotado por 44,30 % contra el 55,69 % del primer presidente libertario de la historia.
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Con el resultado puesto, lo único sensato que hizo Massa fue reconocer la derrota. Sin embargo, en su discurso formal, siguió haciendo gala de la irresponsabilidad que tuvo durante el último año. Dijo, básicamente, que lo que pase a partir de esta semana es responsabilidad del próximo gobierno, aunque aún no haya entrado en funciones.
Dejando la bomba de tiempo más peligrosa de la historia argentina, lo que es mucho decir, sencillamente el exintendente de Tigre se escapó. Con la excusa de favorecer a la transición, el ahora excandidato presidencial del peronismo pidió licencia en el ministerio de Economía hasta el final del mandato de un Alberto Fernández que abdicó hace rato. En lugar de poner la cara ante el desastre que viene haciendo desde que asumió como ministro, Massa abandona el barco y a un funcionario técnico de su gestión y al titular del banco central. Mientras tanto, en los medios oficialistas comienza a evaluarse un eventual cambio de mando prematuro, que debería hacerse el 10 de diciembre. Aunque son solamente veinte días, en la Argentina actual eso parece ya una eternidad.
Desde La Libertad Avanza cuestionaron la iniciativa y le pidieron a las autoridades actuales que, además de colaborar con la transición, se hagan cargo del poder hasta la fecha que corresponda. Sin embargo, en la Casa Rosada todos quieren salir corriendo. El presidente formal deberá volver a poner la cara por este desastre, cuando esperaba seguir desaparecido para terminar poniéndole la banda al candidato de su partido.
Ahoa, con el insólito escape de Massa, Alberto Fernández deberá pagar su karma en soledad. Además de tener que responsabilizarse por los incontables fracasos de su gestión, de la que se viene escondiendo hace rato, deberá poner una sonrisa y entregarle el bastón de mando a Javier Milei, ante la ausencia total del hombre que había ejercido la centralización absoluta del peronismo y el gobierno.
¿Será este el final político de Sergio Massa? En Argentina es difícil saberlo, pero lo cierto es que al ministro licenciado (no por ninguna licenciatura, sino por esta indignante licencia/renuncia), como dice su amigo Carlos Maslatón, “le salió mal el operativo”.
Cosas de la política… Literalmente ayer Massa era el hombre más poderoso de Argentina. Luego de la paliza en las urnas, y como puede suceder cuando se juegan todas las fichas en una sola mano, Sergio Tomás se quedó sin nada.