“Representantes de las 25 películas argentinas presentes en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, entre los que estaban Santiago Mitre, Leonardo Sbaraglia o Dolores Fonzi, realizaron este domingo una protesta contra el ultraderechista Javier Milei, que ha anunciado el cierre de instituciones culturales si es elegido presidente”.
De esta manera comienza un cable de una prestigiosa agencia de noticias internacional, para informar sobre “la lucha de los artistas contra Javier Milei”.
Si uno lee el artículo, sin ningún conocimiento sobre lo que ocurre en Argentina o las propuestas del candidato libertario, saca una única e inevitable conclusión: “Milei es un extremista y un autoritario. Por lo tanto, va a cerrar las instituciones culturales, que puedan llegar a tener manifestaciones artísticas en su contra”. Una especie de actitud censora, como ya hemos visto muchas veces en la región por procesos políticos intolerantes con las críticas.
De esta manera, se difunden muchas noticias que tienen como clara finalidad confundir al lector, de cara a las elecciones presidenciales de octubre. Por lo que ocurrió en las primarias de agosto y por lo que dicen las encuestas, estas campañas no estarían teniendo mucho efecto.
Lo cierto es que lo que está en la plataforma de La Libertad Avanza es el cierre de las instituciones que utilizan los recursos de los contribuyentes para financiar los espectáculos y producciones que los gobiernos de turno fomentan. Por ejemplo, el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). Una estructura que, además de recibir fondos públicos, se financia con un impuesto abusivo que pagan los argentinos cada vez que van al cine. Es decir, mediante la coerción del Estado, el público tiene que pagar las películas que no desea ver, cada vez que compra un ticket para una que sí desea mirar.
El cineasta Santiago Mitre considera que la iniciativa de Milei es una manifestación de “autoritarismo”. ¿Cómo puede ser “autoritario” dejar de extraer recursos forzosos al público, para que no tenga que pagar la financiación de las películas que no desea ver? Aunque sea lo que viene ocurriendo hace décadas, lo autoritario es cobrar un impuesto para financiar lo que el público no decide ver libremente.
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En el decálogo de las producciones subsidiadas con fondos públicos hay, lógicamente, muchísimos fracasos de taquilla y algunos éxitos. Incluso un par de reconocimiento internacional. Una falacia argumental es la de señalar que estas producciones sin fondos públicos nunca se hubieran podido realizar. Aunque esto sea cierto, el planteo sigue siendo profundamente inmoral. Igualmente, si de financiación se habla, los productores (en el marco de igualdad ante la ley) deberían tener que conseguirlo en el sector privado, como los emprendedores de cualquier otro sector. Claro que esto no es gratis. Sylvester Stallone sigue renegando con los dueños de los derechos de la saga de Rocky, que fueron entregados para la realización millonaria de la película. En la preproducción, el actor tuvo hasta que empeñar a su perro para conseguir los recursos que le permitan dar inicio a su sueño. Esto, aunque suene algo injusto o antipático, sigue siendo más lógico que hacerle pagar a los contribuyentes un impuesto de forma arbitraria.
La contracara al financiamiento privado es hacerle pagar a todos “un poquito” que no se perciba demasiado. Claro que, cuando eso se extrapola a absolutamente todo, se termina como hoy está Argentina: con una presión fiscal descomunal y con una multimillonaria caja para hacer política. Es por eso que hay que terminar con todos los “kioskos” a la vez y de un plumazo.
En el marco de una gestión de orientación liberal, no hay lugar para la censura ni para “cerrar” absolutamente nada, que sea privado y que lo financien sus propios interesados. Así que el argumento del “autoritarismo” debería ser dejado de lado en estos debates. El problema es que los que lo esgrimen son los que desean, de forma forzosa y autoritaria, seguir financiándose a costa de los contribuyentes y el público general cautivo.