Mark Chapman, el hombre que pasó a la historia por ser el asesino de John Lennon, está detenido en la prisión de máxima seguridad Wende Correctional Facility de Nueva York. Desde el año 2000 quien ha sido la persona más odiada por los seguidores de los Beatles pide su liberación. Técnicamente, el detenido puede seguir solicitándolas, ya que fue condenado a una pena de “20 años a cadena perpetua” por el homicidio. Sin embargo, su petición de excarcelación fue rechazada sistemáticamente y lo más probable es que pase el resto de su vida tras las rejas.
Los problemas del personaje en cuestión comenzaron en su primera infancia. Chapman, nacido en Texas en 1955, tuvo serios problemas con un padre abusivo, que era una pesadilla para su madre y su hermana. En la adolescencia, el futuro homicida se refugió en la música de John, Paul, George y Ringo, pero también en la marihuana, la cocaína, el ácido, y la heroína.
A principios de los setenta tuvo un vuelco hacia la religión y comenzó a frecuentar círculos cristianos. Aunque consiguió algunos trabajos y dinero para mantenerse y viajar por el mundo, su cabeza ya estaba arruinada. Escuchaba voces que le ordenaban cosas y tenía pensamientos suicidas. En su vida adulta, el fanatismo que tuvo por los Beatles en su adolescencia se convirtió en una obsesión con Lennon.
Para septiembre de 1980, cuatro meses antes del hecho que sacudió al mundo en las inmediaciones del Central Park, Chapman le escribió una carta a una amiga, firmada como “El guardián en el centeno” (haciendo referencia a la novela de Jerome D. Salinger, con la que también estaba obsesionado). En el texto, el inminente asesino de John Lennon reconoció: “Me estoy volviendo loco”.
Luego del ataque de Chapmpan, el músico James Taylor contó que el día previo a la muerte de su colega, él también había sido abordado por el loco. “El hombre me puso contra la pared. Estaba humedecido por un sudor maniático. Decía cosas sobre lo que iba hacer y que John Lennon iba a estar interesado. Repetía que iba a ponerse en contacto con Lennon”, comentó a la prensa luego de la consumación de los fatídicos hechos del 8 de diciembre de 1980.
Finalmente, ese día el asesino fue a esperar al exmiembro de los Beatles con tres cosas en su poder: una copia del disco Double Fantasy, un ejemplar de El guardián en el centeno y una pistola calibre 38 con mortíferas balas de punta hueca. Cuando finalmente Lennon salió del edificio ubicado en el West Side del Central Park, Chapman simplemente le pidió un autógrafo. El músico, que iba junto a su esposa Yoko Ono a una sesión de grabación, le preguntó amablemente a su futuro asesino si quería algo más antes de retirarse.
Paradojas de la vida, ese LP de Double Fantasy terminó siendo el disco más caro del mundo. El primer dueño fue un empleado de mantenimiento del edificio que simplemente lo encontró en las inmediaciones del lugar. A partir de ahí, cada vez que aparece en una subasta se incrementa su valor considerablemente.
Luego de varias horas del primer encuentro entre la víctima y el victimario, pasadas las once de la noche, Lennon retornaba a su hogar. Al pasar, vio a Chapman en las cercanías del edificio, pero, sin intercambiar palabras, decidió entrar al Dakota. Cuando el músico se encontraba de espaldas, su asesino le disparó cinco veces en la puerta de entrada.
El conocido Beatle fue trasladado rápidamente al hospital Roosevelt, pero, a pesar de los esfuerzos del equipo médico, ya había llegado sin vida. El médico, que le estaba haciendo masajes a su corazón intentando reanimarlo, no tenía idea sobre la identidad del paciente. Todo cambió cuando, en un momento, una de las enfermeras le dice, “creo que es John Lennon“. Luego de 45 minutos de intentos fallidos, fue declarado muerto.
En el instante posterior a los disparos, Chapman fue desarmado por el encargado del edificio donde vivían Lennon y Ono. Sin embargo, el homicida no escapó. Simplemente se quedó leyendo su libro preferido hasta el momento de ser detenido por la policía. Fue condenado a 20 años de mínima, con posibilidad de perpetua. Transcurridas las dos primeras décadas de prisión, Mark Chapman comenzó a hacer uso de su derecho de solicitud para la libertad condicional. Sin embargo, fue rechazada sistemáticamente en todas las oportunidades.
Desde el 2000, una vez cada dos años, el asesino reclama su liberación. Los argumentos para la negativa fueron varios. En algunas oportunidades se apeló a que el asesinato premeditado no era compatible con una salida temprana. En otras se señaló que las entrevistas brindadas a los medios de comunicación eran una muestra que su necesidad de convertirse en una celebridad continuaba vigente, por lo que su salida era un peligro para la sociedad. Una vez, incluso se usó el argumento que se le iba a mantener detenido por su propia seguridad, ya que muchos seguidores de Lennon y los Beatles podrían llegar a vengarse de él.
En sus argumentos, Chapman apeló desde su religiosidad hasta la buena conducta que tuvo estos años en la prisión. En una de los tantos pedidos rechazados, el asesino dijo que hasta el mismo John Lennon lo habría perdonado a esta altura.
La última solicitud, rechazada como todas, fue en 2022. El año próximo, una vez más, Mark Chapman solicitará su libertad. Pero, más allá de las consideraciones legales y éticas y de las recomendaciones de los especialistas del área de salud mental de la penitenciaría, ningún funcionario judicial quiere pasar a la historia como el hombre que liberó al asesino de John Lennon.