Repasar los últimos estrenos en las plataformas de entretenimiento hogareñas puede llegar a sorprender a más de uno. Es que, recientemente, se han lanzado varias producciones con el protagonista de Duro de Matar, que ya no es el personaje central de los films, pero sí de sus imágenes promocionales. Hay que reconocerlo, el look y la impronta del hombre que brilló en los ochenta y los noventa, tienta al clic, aunque los flyers sean casi todos iguales: siempre con su pose recia, a veces sosteniendo un arma y nunca falta el contexto de acción. Sin embargo, las últimas películas de Bruce Willis tienen tristes denominadores comunes en su totalidad.
El actor ya retirado tras hacer público su diagnóstico de afasia (enfermedad irreversible que genera un trastorno cognitivo degenerativo que imposibilita la lectura y el habla, entre otros padecimientos) ha dejado un nutrido legado en los últimos años. Solamente en 2022, Willis ha participado en más de una decena de películas que van apareciendo sin demasiada publicidad en las plataformas caseras. Ninguna ha sido estrenada en el cine, junto a las últimas grandes producciones de Hollywood.
Según ha trascendido, con su situación blanqueada, la estrella de acción ha decidido dedicarle los últimos meses de su carrera a engrosar sus cuentas bancarias, para el beneficio económico de sus cinco hijas en el futuro. Con las cuentas ya cerradas, Willis ya dejó su testamento hecho, pero incluso podría haber más dinero para la familia. El actor ha denunciado a la productora de Tears of the sun (2002), ya que considera que durante el rodaje un accidente con los efectos especiales podría haberle causado la afasia que se manifestó años más tarde.
Esta estrategia comercial que Willis implementó para el final de su carrera ya tiene algún tiempo. En 10 minutes gone (2019), donde interpreta al jefe de una banda de delincuentes que planea un robo a un banco, el actor aparece toda la película en el mismo lugar. Mientras la historia de acción transcurre en Nueva York, el veterano actor tiene todas sus escenas en un búnker donde se comunica con el resto de los protagonistas. Solamente en el final, Bruce aparece en una locación externa en un estacionamiento para el desenlace de la película. Se comenta que su labor para el largometraje fue de solamente un día.
Gasoline Alley, una de las tantas estrenadas este año, lo tiene como el clásico inspector de policía que interpretó en infinidad de veces. Como en las últimas producciones, el guion y la historia están pensados para él, con la idea de darle la centralidad sin requerir demasiadas escenas y esfuerzo físico. Sin embargo, si uno le presta atención, corrobora que los diálogos en los que participa Willis son todos breves. Mientras los intercambios extensos de palabras los realizan los otros protagonistas, la estrella se limita a decir frases cortas ante la cámara, ya que no está en condiciones de recordar demasiado.
Cuando estas cuestiones se perciben, se hace casi inevitable no tenerlo presente todo el tiempo. Casi. Porque su impronta y su mirada es la de siempre y despierta en el público un sinfín de emociones y recuerdos. Así que, los fans de Bruce, seguramente esta noche tengan una película para mirar del ídolo, que no hayan visto nunca antes. A disfrutarlas de a poco. Es que, aunque son varias, son finitas.