
La primaria de Juntos por el Cambio en la Ciudad de Buenos Aires enfrentará el próximo domingo a María Eugenia Vidal, representando al larretismo, a Ricardo López Murphy, por Republicanos Unidos y al médico Adolfo Rubinstein, por un espacio de la Unión Cívica Radical. De la competencia de las tres listas saldrá la confección de la boleta definitiva, que competirá en noviembre por la elección legislativa. Sin embargo, el cupo femenino podría terminar alterando las preferencias del electorado, relegando a un candidato muy votado a puestos de pocas posibilidades en la elección final.
Aunque se lo denomina usualmente como “cupo femenino”, lo cierto es que la ley de cupo no hace ninguna referencia a la mujer en concreto. Indica que las listas tienen que ser intercaladas, en un 50 %, entre personas del género masculino y femenino. Como hasta ahora en la política existió una mayor participación espontánea de hombres, siempre para el armado de listas se salen a “buscar” mujeres, con el fin de cumplir con la normativa de la equidad total. Por eso se le suele llamar “cupo femenino”, pero esto técnicamente no es así. De la misma manera que una lista no podría tener a dos mujeres consecutivas, si un partido político feminista decidiera presentar una boleta exclusivamente de mujeres, la misma no podría participar en la elección.
Además de degradar a la mujer, la que pareciera que necesita de la coerción del Estado para obtener más lugares de participación, e intervenir arbitrariamente en los armados privados de los partidos (que podrían tener sus propios reglamentos internos), el cupo presenta diversas complicaciones, que se incrementaron considerablemente desde que el mismo alcanzó el 50 %.
Aunque Vidal cuenta con el apoyo político y económico por representar la lista “oficial” del macrismo, las encuestas indican que López Murphy podría hacer una buena elección que le permita un puesto accesible para la boleta final. Pero según el reparto de votos, teniendo en cuenta la arbitrariedad del cupo, la lista final podría arrojar una paradoja: que la boleta de Vidal meta los primeros legisladores en numero par, por lo que, al ser ella mujer e intercalar con hombres, el primer puesto que ingresa en la lista definitiva de Republicanos Unidos no sea para López Murphy. En este caso, el lugar iría para la segunda de la nómina, la científica Sandra Pitta.
La ley es clara y el acuerdo que firmaron todos los partidos del frente también lo es. De igual manera es cierto que la ley es un horror y que, en lugar de incrementar los espacios de participación, aquí directamente iría en contra de la representación que votó la gente.
Los incentivos políticos en este caso en particular apuntan a que podría haber un acuerdo que enmiende este insólito problema. Es que, repensar la situación, les conviene a todas las partes. Los intereses del economista liberal ni siquiera hay que explicarlos, pero su suerte quedó atada a un incentivo de Larreta y el macrismo: si López Murphy se queda afuera, es muy probable que una buena cantidad de votos de ese espacio se vaya directamente al caudal de Javier Milei en noviembre. Así que meter mano para ver cómo se soluciona este problema les conviene a todos.
En lugar de solucionar el problema modificando el acuerdo, el frente debería proponer la eliminación de la ley de cupo. También sería interesante, en el caso de abrir la discusión, terminar también con las listas sábana, para que las personas puedan elegir a los legisladores que más los representan, sin tener que acatar el orden impuesto por los partidos, que ni siquiera hacen internas para resolver sus candidaturas.
Lamentablemente, el macrismo en su paso por el poder, ignoró la necesidad de cualquier reforma política. Es más, sus diputados y senadores votaron unánimemente la última modificación de la ley de partidos políticos, que complicó aún más la formación de nuevas agrupaciones. Si es cierto que ahora están más proclives a discutir reformas liberales, esta sin dudas sería una fundamental. ¿Estarían dispuestos? Difícil.