Ina Park, profesora asociada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Berkeley, California, es una de las especialistas que no se vio sorprendida por la merma en el deseo sexual de la población mundial desde el inicio de la pandemia y las cuarentenas alrededor del mundo. Es algo que ya había ocurrido en otras oportunidades a lo largo de la historia.
Un ejemplo de esto fue la denominada “gripe española” que hace más de 100 años liquidó, además de un gran número de personas, las necesidades sexuales de la gente. “En su mayor parte, nuestros apetitos sexuales languidecieron junto con nuestras mentes mientras agotábamos nuestra energía tratando de sobrevivir”, señaló la profesional que se desempeña en uno de los centros especializados en infecciones sexuales más prestigiosos del mundo.
Pero no hay que irse tan atrás en el tiempo, ya que hay casos de estudios más recientes, con datos muy concretos. Luego del terremoto cerca de Wenchuan, China, el 12 de mayo de 2008, una investigación reveló que los comportamientos sexuales de los afectados en las zonas que sufrieron el accidente natural se vieron profundamente alterados. En el mismo sentido, el huracán Katrina, en Estados Unidos tres años antes, arrojó consecuencias muy similares en personas de diferentes perfiles culturales, sociales y económicos en comparación a las víctimas chinas.
Sin embargo, la caída en el deseo sexual, que parece afectar igual a hombres y mujeres, no se vio desde los primeros momentos de la pandemia. Todo lo contrario. Cuando las autoridades de los países comenzaron a decretar las primeras cuarentenas, muchas parejas vivieron una sensación de vacaciones. Como consecuencia de ello, la actividad íntima se incrementó considerablemente, según los sexólogos.
Por aquellos días, en marzo del año pasado cuando el COVID-19 empezaba a golpear duro, PornHub, uno de los sitios de pornografía más populares del mundo, lanzó una campaña peculiar: permitir el acceso gratuito a todos sus contenidos Premium. “StayHomeHub”, fue el aporte de la empresa (y exitosa campaña publicitaria) para que la gente se quedara en sus casas y así aplanar la curva de contagios.
Pero, tal cual informó el Instituto Kisney, las ganas y la actividad sexual (tanto en pareja como en solitario) comenzaron a menguar considerablemente para mediados de 2020. Así lo reveló el sondeo realizado en diversos países como Turquía, Italia, India, además de Estados Unidos, donde se encuentra ubicada la organización. “Creo que gran parte de la razón es que mucha gente estaba demasiado estresada”, manifestó Justil Lehmiller, psicólogo social, encargado de la investigación.
Una hormona, la responsable
Para los especialistas, existe algo denominado “estrés de supervivencia”, y se trata de una respuesta natural del organismo ante la sensación de amenaza, huida o lucha. Por lo tanto, ante el nerviosismo generado por la pandemia, pero también por las situaciones vinculadas como los problemas económicos, el encierro y la falta de distracción, el cortisol aparece en escena, generando el desajuste en cuestión.
De esta manera, las hormonas sexuales disminuyen su funcionamiento y, naturalmente, el organismo funciona con un nuevo orden prioritario de supervivencia en el que la búsqueda del placer sexual no aparece entre las prioridades principales.
No habrá “nueva normalidad” sexual, volveremos a la normalidad prepandémica
Aunque países como Reino Unido, Israel y Australia, que de la mano de sus campañas de vacunación buscan retornar a la normalidad, la cuestión sexual todavía necesita algo más de tiempo. En esos países, todavía entre el 40 y 60% mantienen reducida su frecuencia sexual, tanto en pareja como en relaciones eventuales.
Pero para la Dra. Park de Berkeley, esto es solamente cuestión de tiempo. “Nuestra memoria muscular en torno al sexo será como la de andar en bicicleta. Incluso si no lo hemos hecho durante un tiempo, todavía no hemos olvidado cómo”, aseguró la especialista.