La carta del padre de Solange es demoledora. Luego de fracasar en su incuestionable intento de visitar a su hija, enferma de cáncer terminal, y de tener que enterrarla sin decirle siquiera “adiós”, Pablo Musse le escribió al presidente argentino, Alberto Fernández. No lo insultó, como por ahí la situación habría hecho comprensible y hasta cerró el comunicado con un “saludos cordiales”. No por eso el hombre que perdió a su hija a los 35 años fue menos claro.
“Ella reclamó por sus derechos, pidió verme antes de su partida, pero Ud. y el gobierno de Córdoba no se lo permitieron. No solo eso, sino que a mí y a mi cuñada Paola Oviedo, con discapacidades diferentes, nos trataron como terroristas, escoltados por la policía de cuatro provincias un trayecto de 900 km. Algunos dijeron como delincuentes, mal dicho, porque su Gobierno soltó a más de 5.000 delincuentes y no los escoltó la policía”. Como era de esperar, la cuarentena delirante de la Nación y las provincias están generando todos los días tragedias como la que sufrió la familia Musse.
El padre de Solange, aunque puso énfasis en la desgraciada e inimaginable situación que le tocó vivir, le dedicó unas líneas a la poca coherencia política de Fernández y dijo que no podía creerle, ya que después de todo lo que dijo de Cristina Kirchner, hoy gobierna a su lado:
“Imposible creerle a una persona que hace un par de años criticaba a viva voz a un Gobierno de corruptos y hoy esta justo con ellos”, señaló Musse en su carta. Probablemente no imaginó que la versión “menos creíble” de Alberto la vería el país con motivo de su carta abierta.
En una entrevista del programa A dos voces, los periodistas pusieron el incómodo tema sobre la mesa y Fernández tuvo que rendir cuentas. A ver, nadie puede achacarle al presidente argentino la supuesta maldad de privarle a un padre el derecho de ver a su hija antes de morir y seguro que Alberto, que también es padre, habrá sentido dolor por esta desafortunada situación. Pero de lo que sí es responsable el jefe de Estado es de ordenar y mantener equivocadas políticas públicas por intereses políticos, que generan estas tragedias como externalidades negativas, seguramente no deseadas por nadie.
La mentira más impúdica de un presidente
Cuando uno de los periodistas le preguntó qué le respondería a un padre tan lastimado, Fernández dijo que no había visto la carta. “No la conozco, y la verdad es que conozco muy por encima lo que pasó… Pero, ¿qué le puedo decir yo?” Y ahí llegó el momento más triste de su mandato, hasta ahora: “¿Es un padre que perdió a una hija?”, preguntó con cara de desentendido a los entrevistadores, como quien necesita más información para opinar. Es posible que el presidente no haya leído la carta en detalle, pero que no sepa de una situación que tuvo alcance nacional es inimaginable y estadísticamente imposible. La frase “hasta mí último suspiro tengo mis derechos”, que escribió la joven recientemente fallecida en su temprano lecho de muerte generó un fenómeno en Argentina. Algunas personas hasta se la han impreso en los tapabocas como repudio a las políticas del Gobierno. La frase en cuestión lógicamente fue tendencia en redes sociales.
Alberto podía haber salido de una forma mucho más elegante, diciendo que, lamentablemente, la burocracia causada por las restricciones de la pandemia generó este desastre. Debió hacerse cargo. Mintió, seguramente, y dejó en evidencia ante las cámaras que hay mentiras que no se pueden aceptar, ni siquiera en la boca de un político.