En la política no es nuevo el hecho de que los amigos no conviven necesariamente dentro el mismo espacio y que los enemigos pueden estar puertas adentro. En este momento en Argentina hay ciertas particularidades en el oficialismo y en la oposición que muestran de manera clara que, en el marco del estatismo monocorde que abarca a todos los partidos, las afinidades están repartidas por todos lados. Y las desconfianzas ya conviven dentro de cada fuerza.
Horacio Rodríguez Larreta se convirtió en el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de la mano de un Mauricio Maci, que llegó a la Presidencia de la Nación en 2015. Pero para que el proyecto presidencial de Macri pudiera plasmarse fue necesario ampliar el espacio político. El PRO desembarcó en la Casa Rosada, pero para eso hizo falta el apoyo de la Unión Cívica Radical y de Elisa Carrió. En el marco de la coalición, como es lógico, el macrismo duro perdió peso. Con el curso de la gestión, dirigentes como Patricia Bullrich (que hoy preside el partido de Macri) y Miguel Ángel Pichetto (excandidato a vicepresidente) fueron ganando espacio en el liderazgo de Juntos por el Cambio.
Bullrich y Pichetto han conquistado el corazón de la platea macrista, ya que fueron los únicos que encarnaron sin complejos el discurso de centroderecha que el mismo expresidente no se animó a abrazar. Aunque Larreta sigue siendo el intendente porteño, no logra cautivar al votante no peronista. Rápidos de reflejos, el presidente Alberto Fernández y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, olieron sangre y entraron en el juego.
Desde que comenzó la cuarentena, el mandatario no deja pasar oportunidad para mostrarse con Larreta, quien lo acompaña en todos los anuncios oficiales. Junto al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, el trío parece encarnar la autoridad del partido único. El intendente de la capital sabe que el futuro de su líder natural es incierto y también es evidente que no puede destratar al jefe del Ejecutivo nacional. Pero las fotos Larreta-Fernández-Kicillof no solamente molestan a la oposición, también incomodan a Cristina Fernández de Kirchner (CFK).
La exmandataria desconfía de la dupla Massa-Fernández, a la que tuvo que convocar para poder regresar al poder. Claro que ella prefería un espacio político propio, pero se vio en la necesidad de abrir el juego con sus excolaboradores (y exrivales), ya que el temor a la cárcel en un eventual segundo período macrista fue más fuerte que los rencores personales de la política. Pero ella sabe que ambos se sienten más cómodos sin ella. Cabe destacar que el actual presidente fue el jefe de campaña del diputado, cuando Massa enfrentó al kirchnerismo en elecciones previas.
La protesta de CFK
Cristina no puede ver a Larreta. Esto no es un secreto ni una novedad. Ella lo acusa de apañar al fiscal general del Poder Judicial porteño, Juan Bautista Mahiques, a quien la vicepresidente acusa de presionar a una jueza para que arremeta contra ella en la causa del memorándum con Irán.
La cercanía del titular de la Cámara de Diputados y el presidente con el jefe de Gobierno no solamente parte a la oposición, sino que consolida la alianza del espacio “no kirchnerista” del oficialismo.
Mientras tanto, Massa sube las acciones de Larreta y asegura que en la actualidad el intendente “representa más al PRO” que el mismo Macri. “Horacio asume una posición responsable, entre otras cosas, porque el grupo de mayor riesgo está en esta ciudad. Eso sucede por volumen de circulación viral, por composición etaria de su población, por la cantidad de centros geriátricos que hay en un radio relativamente pequeño de kilómetros cuadrados. Está muy bien que en crisis, como la que pueden representar una pandemia o una guerra, la oposición asuma un rol de responsabilidad propositivo y no destructivo”, señaló el diputado en una reciente entrevista.
En Juntos por el Cambio también están nerviosos
La oposición, incómoda por la cercanía de Larreta al oficialismo, criticó abiertamente al presidente argentino. En una charla virtual, donde participaron los dirigentes más importante del espacio, aseguraron que el comportamiento del mandatario es “desleal”: “Alberto Fernández no tiene ninguna necesidad de golpear a la oposición con Horacio Rodríguez Larreta al lado. Es una actitud muy desleal y divisionista”, aseguró el radical Alfredo Cornejo.
Resumiendo: Fernández y Massa están tranquilos y Larreta recalcula. Cristina y el macrismo residual están inquietos por lo que consideran una traición.