El gobierno argentino reconoció que podría impulsar una legislación que apunte a desterrar el “negacionismo” de los sucesos ocurridos durante el último gobierno militar. La preocupación oficial es que los crímenes perpetuados por la dictadura no sean discutibles para la opinión pública. Lamentablemente, por lo que ha hecho el kirchnerismo hasta el momento, la visión sobre los setenta a imponer es bastante distorsionada y alejada de la realidad. El mito de los 30 mil desaparecidos, el ocultamiento de las intenciones de los grupos guerrilleros y las mentiras sobre el plan económico de los militares, forman parte de una historia oficial que es parcial y engañosa.
En el marco de esta discusión, el que aportó un punto de vista alternativo fue Arturo Larrabure, hijo de un coronel secuestrado y asesinado, tras un tortuoso cautiverio, a los 43 años en 1975. Para Larrabure, en el país “sí existe un negacionismo”, pero el mismo existe para ocultar los crímenes de las organizaciones terroristas.
Entrevistado por Christian Sanz, Larrabure advierte que la juventud no conoce lo que pasó en el país y que mucha gente “no sabe absolutamente nada” sobre una parte de la historia. “Si uno habla de 17 380 víctimas de aquella época, civiles inocentes, la gente dice (sic) lo niega y dice que es un número inventado. ¡Y eso que nosotros lo tenemos documentado!”, señaló.
En su opinión, el tema tendría que formar parte ya de “los libros de historia” y no deberíamos estar discutiendo una ley “que te obligue a decir 30 mil desaparecidos cuando todo el mundo sabe que no lo son”.
“Me parece que es una discusión absurda, que no tiene sentido, es volver otra vez a poner en el tapete cosas que ya no tendrían que estar, que tendrían que estar superadas”, advirtió Larrabure.
Morir a manos del Ejército Revolucionario del Pueblo
El coronel Argentino del Valle Larrabure fue secuestrado por el ERP el 12 de agosto de 1974, mientras transcurría el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. Permaneció cautivo en condiciones inhumanas 372 días en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Falleció producto de un ahorcamiento y su cuerpo apareció envuelto entre sábanas y frazadas al costado de una ruta. Cinco días antes, la organización guerrillera había intentado realizar un intercambio por cinco combatientes detenidos, pero las autoridades, siguiendo el protocolo vigente de negociación, se negaron a liberar a los detenidos.