Era todo un riesgo. Si el espacio “antikirchnerista” se quedaba el sábado en su casa, para el Gobierno era un golpe de KO. Sin embargo, luego de la paliza en las unras en las primarias del 11 de agosto, el macrismo tuvo su jornada de deshaogo total. Una multitud se hizo presente en la Casa Rosada para decirle al presidente que pensaban respaldarlo en las elecciones del 27 de octubre y que iban a hacer todo lo posible para ir por el milagro y remontar la situación.
La manifestación, que el oficialismo había seguido con mucha preocupación, tuvo tanto éxito que el mismo Mauricio Macri salió al balcón de la Casa Rosada a saludar a su gente. No salía desde el día que asumió como presidente de Argentina. Lo acompañó su mujer y Primera dama, Juliana Awada y se lo vio eufórico. No era para menos, le cantaban de todo. “Si se puede”, “No se va, Mauricio no se va”, e incluso “Gato, querido, el pueblo está contigo”. Vale destacar que desde el kirchnerismo y la izquierda se le puso el mote de “gato” y es la primera vez que el macrismo toma la posta y lleva el apodo en un cántico propio.
No hubo sistema de amplificación, por lo que los presentes se conformaron con la gesticulación del jefe de Estado que saludaba y los abrazaba simbólicamente. Hubo que esperar que las redes oficiales suban los primeros videos para saber que dijo Macri en el balcón en medio de la euforia: “Decidimos cambiar porque podemos ser mejores. Tenemos que seguir juntos, ahora más que nunca. Tres años es poco para cambiar una historia”, dijo el presidente sin libreto y sin ensayo.
Más allá de los resultados de su gestión, y de lo que se opine de Macri, lo cierto es que ayer se vio a su mejor versión. La más auténtica y honesta. Los asesores y estrategas del oficialismo han hecho abuso del coaching y consiguieron resultados contraproducentes. Para las primarias, el presidente llegó a convertirse en un producto poco creíble: slogans repetidos, comentarios políticamente correctos y discurso dirigido. Ayer, se fue todo por la borda. El Gobierno tuvo que plegarse a una manifestación que no convocó y al presidente no le quedó otra que salir e improvisar. No hubo tiempo para ensayos ni estrategias. Sin embargo, todo salió perfectamente bien y la versión más auténtica de Macri motivó como nunca a su gente. Una lección debería dejarle todo esto a los consultores estrella.
Aunque la manifestación no cambia los números y todavía no es posible ver de donde el macrismo sacará los votos para remontar la situación en octubre, Cambiemos al menos pudo cambiar el clima y se pudo revertir el ambiente de velatorio en el oficialismo. El panorama sigue siendo complicado, pero el espíritu es otro.