Cuando la coalición Cambiemos ganó la segunda vuelta al kirchnerismo, a finales de 2015, el núcleo duro del macrismo tuvo una disyuntiva. ¿Había que “blanquear” ante la sociedad el terrible panorama heredado o había que dar un mensaje de optimismo para comenzar la gestión? Aunque muchos le recomendaban a Mauricio Macri dar un discurso en cadena nacional (como tantas veces hizo Cristina) para reconocer que la situación era dramática, el flamante presidente eligió el camino opuesto.
Convencido de que su figura era suficiente como para recibir la famosa “lluvia de inversiones”, Macri comenzó a gobernar, y si bien criticó el desempeño del Gobierno anterior, jamás hizo referencia al detalle que heredó. La expresidente se la llevó gratis. Cristina dejó un desastre atado con alambres, una bomba de tiempo lista para estallar, pero las nuevas autoridades nunca la vincularon al desorden como era necesario. Grave error.
Con el correr de los meses, y con el malestar que generaban las incómodas, pero necesarias medidas, como la reducción de subsidios a las tarifas, la gente se fue olvidando del kirchnerismo y empezó a responsabilizar al actual Gobierno. Como no existió una reforma laboral y fiscal, y las inversiones nunca llegaron, Macri vio que le falló su principal variable para que funcionara el esquema “gradualista“: el crecimiento. El financiamiento para cubrir el déficit fiscal se encareció y Cambiemos llega hacia el final de su mandato con un único logro: haber removido del poder al kirchnerismo. No es poca cosa, pero no es suficiente.
Ahora, con el dólar sin control, con la inflación en aumento y en vísperas de un año electoral, el macrismo se decidió por echar culpas. El escándalo de los cuadernos es, por estos días, utilizado por el oficialismo para justificar, en parte, los problemas que generó una tibia gestión económica en un momento complicado. Si bien no pueden responsabilizar a la corrupción kirchnerista por la debacle económica a tres años de mandato, por estos días los legisladores y ministros recuerdan en cada entrevista el escándalo de los cuadernos. Según el insólito speach oficial, el escándalo que se llevó puesto a lo que quedó del kirchnerismo es uno de los motivos que explican las turbulencias económicas.
Lamentablemente, esta actitud no hace otra cosa que dejar en evidencia la improvisación de un Gobierno al que le falló el manual y no tiene “plan b”. Ya no hay espacio para un cambio de rumbo a meses de las elecciones presidenciales. Si Macri tiene una chance de salir del pozo, sería en un hipotético segundo mandato.
¿Otro pico de inflación en agosto?
Luego de la última devaluación, la suba del dólar (que hoy llegó a los 31 pesos) y el impacto en los precios minoristas durante la primera quincena del mes, las consultoras esperan una pésima noticia en la medición de agosto. Al día de hoy, los consultores privados especulan con un 4 %, lo que sería el número más alto desde mayo de 2016. Con estas cifras el Gobierno ya no solo deja sin chances las metas del Banco Central, sino que complica seriamente el acuerdo firmado con el FMI, que ya está al borde del incumplimiento. Si el macrismo insiste en culpar a los “cuadernos“, el panorama es más que sombrío.