
El sueño americano parte de la idea que cualquier persona puede salir adelante en Estados Unidos, sin importar su origen. Por eso, el 4 de julio ha simbolizado la independencia de esta nación que ha otorgado la libertad a quienes llegan a su suelo.
Sin embargo, hoy en día ondear la bandera de Estados Unidos se ha convertido en una manifestación partidaria que no aplica a todos los integrantes del país. Es notorio. De hecho, desde la izquierda política, en particular el ala “progresista”, se ha sembrado un profundo rechazo a esta nación.
Los “desaires” al patriotismo propio de Estados Unidos se han vuelto muy frecuentes. Por ejemplo, hace una esa semana, en las olimpiadas atletas, la lanzadora de martillo Gwen Berry renegó de cantar el himno.
De acuerdo con The New York Post, Berry, quien clasificó para su segundo equipo olímpico de Estados Unidos, durante las pruebas, se movió para mirar hacia las gradas en lugar a de la bandera, antes de sostener una camisa negra que decía: “Atleta activista”.
Asimismo, la deportista trans Chelsea Wolfe, ciclista especializada en BMX Freestyle y quien calificó como suplente para representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Tokio, dijo el año pasado que quería ganar una medalla solo para quemar la bandera en el podio, reseñó Fox News. Irónicamente, la atleta hace estas declaraciones pese a que está en un país donde vive libremente.
Wolfe podría aprovechar su plataforma para manifestarse en contra de los 71 países que criminalizan la homosexualidad, 11 de los cuales lo castigan con pena de muerte. Pero no, arremete contra el suelo que lo permite.
Este rechazo hacia lo que representa al bandera de Estados ha llegado incluso al terreno del agro. En una reciente columna, The New York Times narra cómo ningún comprador se acercó a un agricultor porque portaba su bandera afuera de su camión. Fue necesario explícitamente anunciar que tenía tendencias de izquierda para que no se “asusten” sus clientes.
Today, flying the American flag from the back of a pickup truck or over a lawn is increasingly seen as a clue, albeit an imperfect one, to a person’s political affiliation in a deeply divided nation. https://t.co/TODmHEmPsO
— The New York Times (@nytimes) July 3, 2021
De igual manera, relata la nota cómo cuando aparece la bandera de Estados Unidos, los vecinos esperan, e incluso incentivan, que vaya de la mano de carteles de Donald Trump. El fervor patriótico detrás de la consigna “Make America Great Again” despertó en muchos el ánimo de defender a su nación y lo que representa.
Sin embargo, también desató a la par un antagonismo hacia el país por parte de sus detractores, haciendo que desprecien a sus símbolos patrios.
En la vecina Canadá ese sentimiento se ha esparcido al punto que la bandera se levantó a media asta en su fiesta patria, el día de Canadá, el 1 de julio, pues la fecha se vio marcada por incendios contra iglesias. Un hecho que estuvo presente meses atrás en Chile, como consecuencia de una ola ataques insurreccionales que incluyen cuestionar los orígenes de las naciones.
Curiosamente, lo que protestan es la remoción sistemática de los niños indígenas por parte del Estado, posteriormente entregados a escuelas religiosas. En lugar de cuestionar el control estatal sobre las vidas de las personas, atacan a las instituciones intermedias (como la iglesia) y terminan por fortalecer al Estado.
Algo antagónico en la historia de Estados Unidos, país que se ha caracterizado por limitar el poder de sus gobernantes, al punto que la segunda enmienda de la Constitución permite crear una milicia armada en caso que estos se excedan en sus funciones.
Pero el actual presidente, Joe Biden lo ha puesto en peligro: “Aquellos que dicen que la sangre de los patriotas (fertiliza el suelo), ya sabes, y todas las cosas sobre cómo vamos a tener que actuar contra el gobierno… si crees que necesitas tener armas para enfrentarte al gobierno, necesitas F-15 y tal vez algunas armas nucleares “, anunció.
El presidente ha atentado contra los principios fundacionales de la nación y ha amenazado con disminuir el derecho a la legítima defensa.
El país con más migrantes
Anualmente millones de personas buscan llegar al país que desde sus inicios ha sido símbolo de esperanza, prosperidad y un faro de libertad, sobre todo de expresión. Un territorio que se convirtió en un refugio para quienes huyen de la persecución ideológica, política y religiosa.
De hecho, es el país con la mayor población migrante. De un total de 320 millones de habitantes, 47 millones son inmigrantes.
México ocupa el 25 % con alrededor de 11,2 millones de inmigrantes en EE. UU. hasta el 2018. Luego sigue la población china e India, ambos con el 6 %, Filipinas con el 4 % y El Salvador 3 %. A nivel continental, la población asiática (sin distinción de nacionalidades) es el 28 %.
Si en verdad Estados Unidos fuese tan racista, xenofóbico y terrible para las minorías, no habitarían allí millones ni serían tantos los que están dispuestos a todo por llegar. Por eso y más, es importante cada año resaltar el 4 de julio como símbolo de libertad de una nación que ha sido un faro.