El escritor argentino, Jorge Luis Borges, un clásico de la literatura, jamás recibió el mayor galardón de ese rubro: el premio Nobel. Por décadas circularon rumores sobre el porqué. Finalmente se corroboraron.
Desclasificaron un informe de la Academia Sueca de Ciencias de el motivo de 1967, año en el cual Jorge Luis Borges fue nominado al Premio Nobel y tenía buenas probabilidades de ganar. Los documentos revelan la causa “formal” por la que no recibió el premio fue porque era muy culto.
“Es demasiado exclusivo o artificial en su ingenioso arte en miniatura“, sentenció Anders Osterling, el presidente del Comité del premio de literatura y la cabeza del jurado, según reveló el diario sueco Svenska Dagbladet basándose en documentos de la Academia.
En su lugar, ese año ganó el guatemalteco Miguel Ángel Asturias. Aunque Osterling decía que Asturias estaba “limitado a la temática revolucionaria“, le consideró más acorde.
Un año antes, en 1966, dicha temática logró que Asturias reciba el Premio Lenin de la Paz (otorgada por la URSS); en honor al primer dictador de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, quien en los primeros años de la revolución dio la orden de impedir el acceso a comida a una región que se volcó al canibalismo, resultando en la muerte de 5’000.000 de personas.
La adhesión y militancia de izquierda de Asturias se perpetuó en su legado escrito y genético, pues dos de sus hijos fueron guerrilleros.
A fin de cuentas, ese tipo de revoluciones eran aplaudidas por la academia; otras no.
En 1976, los escritores Ernesto Sábato y Jorge Luis Borges fueron invitados a la Casa Rosada, meses después del golpe cívico-militar, por quien presidía su nación de origen: el General Videla, que cumplió una condena hasta el fin de su vida por la muerte y desaparición forzosa de entre 8.961 y 30.000 personas, según la fuente, durante la supresión de grupos guerrilleros y presuntos colaboradores.
Principios sobre premios
Este encuentro repercutió en la carrera de ambos autores que, pese a su trayectoria, no lograron obtener el Nobel. Estas desaveniencias aparecen en el libro La furtiva dinamita. Historias, polémicas y ensayos sobre el Premio Nobel de Literatura, Juan Pablo Bertazza (Editorial Octubre), Borges no recibió el premio porque no quiso.
La obra recibe este nombre, ya que Nobel -el científico consagrado en el premio- fue el inventor de la dinamita.
El libro incluye una entrevista a la esposa, ahora viuda, de Borges, María Kodama, que dice:
“Recuerdo que la última vez que sonaba como candidato lo llamaron por teléfono de Suecia, entonces yo voy muy contenta a decirle: “Borges, lo llaman de Suecia”…
Y lo que dijo fue: “Señor, yo le agradezco mucho lo que acaba de decirme y se lo voy a agradecer toda la vida, pero quiero decirle algo. Hay dos cosas que un hombre nunca debe aceptar: sobornar o dejarse sobornar; después de lo que usted me dijo, mi obligación es ir a Chile. Buenas tardes”, y cuelga el teléfono.
Entonces yo le pregunté: “¿Está seguro de que no quiere pensarlo?”, y él me pregunta a mí si yo haría eso. Cuando le respondo que no, me vuelve a preguntar: “¿Y por qué quiere que lo haga yo?”. Si algo me faltaba para enamorarme de él, que nada me faltaba, era eso”.
Es decir, en 1976, la Academia Nobel le ofreció el galardón a Borges a cambio de que no viaje al país vecino, donde -invitado por la Universidad de Chile, recibiría un reconocimiento.
Pero eso fue inaceptable para la academia, ya que gobernaba al momento el General Augusto Pinochet. Si bien, no fue invitado por él, presidía. Y si quedaba una posibilidad de volver a ser nominado, se redujo al decir que Pinochet era una “excelente persona” y resaltó su “cordialidad y bondad”.
Tanto es así que en la ceremonia de gala dijo:
“Declaro preferir la espada, la clara espada, a la furtiva dinamita”.
A cambio de recibir el premio, Borges fue amenazado y chantajeado. No lo aceptó. Siempre se declaró a sí mismo como un “anarquista conservador“, lo cual no le permitiría adscribir a una corrección política de esa magnitud.
Dijo: “…estoy en contra de los gobiernos, más aún cuando son dictaduras, y de los estados”. Anhelaba un “mínimo de Estado y un máximo de individuo“.
Según fuentes cercanas, se arrepintió de lo dicho en la cena de gala. Lo cual indica que sería en respuesta a las amenazas previas, donde la Academia Nobel le exigía no ir a Chile a cambio de recibir el premio. Pues así vencería la corrección política que condiciona al individuo a adecuar su conducta por el colectivo, algo contrario a su naturaleza individualista.
Sin embargo, el rechazo de la Academia Nobel no es hacia la intromisión política en una candidatura, ni siquiera hacia las dictaduras en sí. En palabras del propio Nobel antes de morir- debían establecerse las candidaturas entre aquellos que “hicieran la obra más sobresaliente en el campo de la literatura en una dirección ideal”.
Ideología
Según casos históricos, esa dirección ideal pareciera estar apuntada hacia la izquierda. Los ejemplos son múltiples, pero los más prominentes en la zona son Pablo Neruda y Gabriel García Márquez.
El chileno, Pablo Neruda, escribió nada menos que una Oda a Stalin, el mayor genocida de la historia moderna.
Es decir, a diferencia de Borges que accedió a una invitación donde Pinochet estuvo presente… Neruda le dedicó a un dictador sanguinario una obra.
También a Fidel Castro le compuso un poema: “Fidel, Fidel, los pueblos te agradecen, palabras en acción y hechos que cantan”.
Además de sostener la dictadura más larga de la historia del continente, Fidel Castro prohibió la existencia de otros partidos que no sean el comunista, traspasó el mando a su hermano, cual dinastía, junto a quien fusiló millares de disidentes en colaboración del Che Guevara.
Se estima que alrededor de 100.000 cubanos murieron bajo Castro, entre los fusilados y quienes arriesgaron su vida para escapar de la miseria y la persecución, ahogados incluso con mangueras de presión del régimen en alta mar.
Esta contradicción en la academia que otorga premios a defensores de ciertos regímenes sanguinarios, mientras lo niega a eminencias por compartir un espacio físico con otros, no se reduce al rubro literario.
En 2009, le otorgó el premio Nobel de Paz al entonces presidente Obama; quien no solo no cumplió con desmantelar la base de Guantánamo, sino que las sostuvo e inició nuevos ataques. Solo en el 2016, ordenó arrojar 26,171 bombas, 5,000 más que el año anterior. Se puede ver el mapa de la zona bombardeada aquí.
Por ende, la evidencia histórica indica que la “dirección ideal” que mencionaba Nobel está encaminada y es unidireccional.
Se puede respaldar a un dictador e incluso a un genocida, siempre y cuando sea de izquierda, y aun así recibir el premio Nobel. De lo contrario, no. Ni siquiera se puede aparecer públicamente al lado de uno, aunque tu obra no le mencione. En cambio sí se puede escribir odas y poemas a sanguinarios, si son “revolucionarios”.