El día de ayer, 27 de noviembre, el presidente de los EE. UU., Donald Trump, rindió homenaje a veteranos de guerra del pueblo navajo por su labor codificando mensajes en la Segunda Guerra Mundial. Resaltó el aporte de este pueblo ancestral que está aquí “antes que nosotros” y aprovechó la oportunidad para remarcar lo que considera un reclamo falso por parte de la senadora Elizabeth Warren, a quien apoda “Pocahontas”; ya que de acuerdo a sus críticos ella se valió de su supuesta ascendencia indígena del pueblo Cherokee para aplicar a las cuotas étnicas que brindan universidades de élite como Harvard.
Es decir, por medio de la sátira, Trump destaca cómo en una misma nación se puede desempeñar cualquier tarea sin importar la raza, etnia o nacionalidad, mientras que hay otros que se valen de ello para acceder a ciertos puestos.
De acuerdo al destacado investigador de la genealogía Cherokee, David Cornsilk: “Los Cherokee se encuentran entre las personas mejor documentadas del mundo”, “Probablemente llegamos en tercer lugar después de la realeza y los mormones“. Para quien no sepa, los mormones llevan registros genealógicos de varias generaciones, pues consideran que la salvación se puede heredar a los descendientes, al igual que puede concederse a los predecesores.
A diferencia de muchos pueblos precolombinos, los cherokee tienen alfabeto propio. Lo utilizaron para llevar su propio censo, a la par del estatal, algo que se volvió necesario gracias a las políticas de reubicación; existen registros de nacimiento, matrimonio y defunción hasta mediados del siglo XVIII. 30 rollos de información de varios metros de largo fueron compilados entre 1817 y 1914.
Sin embargo, la senadora no ha demostrado su ascendencia. La única prueba de su supuesta ascendencia es lo que le dijeron su madre y su padre.
Irónicamente, y para disgusto de muchos, el homenaje en la Casa Blanca a los navajo se llevó a cabo con un retrato del presidente Andrew Jackson de fondo. Fue bajo su mandato que en 1830 se aprobó la Ley de Traslado Forzoso de los Indios que reubicó a los pueblos autónomos Cherokee, Chickasaw, Choctaw, Muscogee y Seminola en el estado de origen de Warren: Oklahoma. El traslado de dichos pueblos se conoce como El sendero de las lágrimas, por el sufrimiento ocasionado.
Fue en rechazo a estas políticas que al estallar la guerra civil de los EE. UU., los Cherokee se sumaron al sur -que buscaba un Estado federal con autonomía local- en rechazo al Estado unificado y centralizado -que proponía el norte- con el poder de dictaminar sobre pueblos enteros.
Esa lucha popularizó en décadas posteriores el sentido de pertenencia. Ostentar tener sangre Cherokee se volvió tendencia en el sur. Pues ser de un pueblo ancestral implicaba que la identidad sureña era más auténtica. Así lo detalla el artículo titulado: “No, no eres parte Cherokee. Y tampoco lo es Elizabeth Warren“; cuyo subtítulo es: “Por qué el saber de la familia tribal es tan común entre los blancos desde Oklahoma hasta Georgia”.
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Durante las dos guerras mundiales el rol de los soldados indígenas fue clave para el lenguaje encriptado. Al ser bilingües, mantenían comunicación entre sí y lo traducían posteriormente al inglés. Las lenguas nativas no podían ser comprendidas ni traducidas por el enemigo, mucho menos con la tecnología del momento. Por ello Trump les dio las gracias a tres de los 13 combatientes del pueblo navajo que aún sobreviven.
Según relató ayer el jefe de gabinete, el general retirado Kelly: “Tuvieron la habilidad de burlar a los japoneses que estaban escuchando este maravilloso lenguaje y no tenían idea de que un lenguaje como este existiera en la Tierra. Lo que hicieron muy pocos hombres, hizo la diferencia. Perdimos 6.000 marinos y 25.000 resultaron heridos en esa isla en 28 días de batalla. Hubiera sido mucho peor si no hubiésemos tenido a los Locutores de Claves Navajo. Y lo agradezco. Semper Fidelis”. El término “semper fidelis”, comúnmente abreviado “semper fi”, significa “siempre fiel”. Proviene del latín. Así se despiden los marinos de los EE. UU. como saludo de lealtad.
En honor a dicha lealtad, cuando se despidieron los ancianos marinos, dos con bastones y uno en silla de ruedas, el presidente de la delegación -el menor de ellos, de 90 años, que empezó su carrera militar a los 15 años- le dijo al presidente Trump, poniendo a disposición a sus hombres: “Sr. Presidente, sabemos que tendrá éxito. Estados Unidos está en buenas manos. Tiene a todos los generales superiores del Cuerpo de Marinos como sus asistentes, así sabemos que estamos en buenas manos”.
Como conclusión dijeron: “…lo que hicimos realmente representa quiénes somos como estadounidenses. Estados Unidos está compuesta de una comunidad diversa. Tenemos diferentes idiomas, diferentes habilidades, diferentes talentos y diferentes religiones. Pero cuando nuestra forma de vida se ve amenazada, como la libertad que todos valoramos, nos unimos como uno solo. Y cuando nos unimos como uno, somos invencibles. No podemos ser derrotados”. Piden la creación de un museo que honre su labor que fue crucial para derrotar a Japón y conseguir victoria en al Segunda Guerra Mundial para que “nuestros niños, la generación futura, puedan visitar ese museo y aprender por qué Estados Unidos es tan fuerte”.
Asismismo el geneálogo cherokee Cornsilk sostiene que, “Si el nombre de su antepasado no se puede ubicar en esos documentos, la probabilidad de que en realidad sea Cherokee es prácticamente nula. Piénselo de esta manera: si hubiera suficientes cherokee para producir todos los aspirantes que ahora dicen ser uno de nosotros, ¡nunca hubiésemos perdido la guerra!”
Y no solo se refiere a la Guerra Civil. Pues así como EE. UU. es una nación diversa, lo son los pueblos indígenas, quienes están dispuestos a luchar por una nación compuesta de Estados Unidos, como los hay quienes estuvieron y están dispuestos a luchar en contra. Pero lo que más resalta es la inviabilidad de que alguien que ostente ser cherokee lo sea, mucho menos sin pruebas, ya que el propio pueblo se dedicó a registrar a cada uno de sus integrantes y no eran tantos como quienes aducen serlo. Basta con buscar su nombre en un registro, cosa que la senadora Warren no ha hecho.