De acuerdo al Foro Económico Mundial, Francia es el país más poderoso del mundo, pero solo en un aspecto. Se refiere a un tipo de poder que no se logra por la fuerza (poder duro) sino por persuasión; se trata del poder blando. En relaciones internacionales, el “poder blando”, conocido en inglés como soft power, se refiere a la capacidad de un actor político, en este caso un Estado, para influir a través de la diplomacia, medios culturales e ideológicos. Para evaluar los índices de poder blando, se desarrolló Soft Power 30, un reporte anual que estudia cómo son percibidos los países por otras naciones. Este año América Latina solo tuvo un representante en el reporte: Brasil.
A modo de introducción, el reporte nos habla sore la naturaleza del poder y cómo su concepto se ha complejizado. Históricamente se ha impuesto por medio de la fuerza, lo que hoy se llama el poder duro, en los estados se lograba a través de ejércitos. Por eso destaca al mundo actual como un lugar más interdependiente, donde el comercio permite el traslado de bienes y servicios sin la aplicación de la fuerza, por medio de acuerdo previo. Para ello, la colaboración y la elaboración de redes de cooperación rinde más frutos que el uso de la fuerza (dura). Así lo explica el autor del término, el profesor Joseph Nye, a través de la frase de la cual surgió el término poder blando: “el poder con otros puede ser más eficaz que el poder sobre otros”.
En base a esto, cada año, la consultora política y de relaciones públicas Portland, en conjunto con el Centro de Diplomacia de la Universidad de Carolina del Sur (EE.UU.), elabora el reporte Soft Power 30 que evalúa con un puntaje sobre 100 a los países. Destaca que este tipo de poder se desarrolla. Así como se gana, se pierde. Por ejemplo, tanto EE.UU. como el Reino Unido -a pesar de seguir en los primeros lugares- descendieron de posición. El primero por la elección de Trump, una figura que genera sentimientos polarizados y el segundo luego del voto para salir de la Unión Europea, Brexit, que generó división. Lo contrario sucedió en Francia que llegó al primer lugar en buena medida gracias a las elecciones, un candidato de centro provoca la reacción contraria: conciliación. El índice puede verse aquí.
La evaluación consiste de un marco que se divide entre datos objetivos que consisten del análisis de gobierno, digital (acceso y aplicación de tecnología), cultura, emprendimiento, compromiso , educación y los datos de encuesta que son culinaria, productos tecnológicos, amigabilidad, cultura, objetos de lujo, política extranjera y condiciones de vida. Es decir, el primer aspecto analiza la operatividad de la nación y el segundo cómo y cuánto se conoce la nación desde afuera.
Una vez terminado el análisis, se publica el perfil del país junto con información desglosada sobre sus fortalezas, debilidades y recomendaciones. En el caso de Brasil, la única nación de América Latina que figura en el índice, son las siguientes: como fortaleza, Brasil tiene una “gloriosa amalgama de culturas e identidades” junto a vastas extensiones de terrenos y climas cambiantes, esto permite abundancia en la cosecha; como debilidad tiene la corrupción política y un sector público ineficiente, resalta el enfado de los ciudadanos. El país más grande de América Latina tiene una buena imagen a nivel mundial por la belleza de sus paisajes y la alegría de su gente, pero la corrupción de su gobierno llevó al gigante a descender 24 lugares en la evaluación respecto al año pasado. Y está, literalmente, a un paso de ser desclasificada, pues está en el puesto número 29 de un total de 30 países. Entonces recomiendan: “Si bien sigue siendo para muchos el país del sol, el fútbol, la samba y el carnaval, es imperativo que el gobierno tome medidas decisivas en su batalla implacable con la corrupción y reducir los conocidos costos operacionales de hacer negocios en Brasil”.
Sostiene el reporte que “la vibrante escena cultural de Brasil y su rica historia continúan garantizando que al menos en parte se mantiene a sí misma, como lo reconoce la concesión de la UNESCO de patrimonio mundial a Río de Janeiro en diciembre.” Pero la Operación Lava Jato que vinculó a miembros del gobierno a una investigación de lavado de dinero expuso la gran corrupción del país, la imputación de la ahora ex-presidente Dilma, la detención del ex-presidente Lula y los juicios pendientes contra el actual presidente Temer. Porque además expuso cómo en Brasil existen y están tan normalizados los “costos agregados” a la producción para solventar los sobornos burocráticos. En conjunto lograron que Brasil descienda incluso más que naciones en la mira mundial por diversos escándalos públicos como Rusia, China y notablemente Grecia.
En resumen, el “poder blando” como concepto ofrece una óptica sobre lo que necesita una nación para salir adelante. Esto en América Latina es fundamental. Primero, por el impacto que logra sobre el ánimo de sus habitantes y consigo la imagen que dan hacia el mundo. Pues no se requieren ejércitos para lograr imponerse ante el mundo sino apelar al atractivo del lugar y su población para ampliar las redes de cooperación, para lograr un mejor entendimiento y así crecer en lo económico por medio de acuerdos, consensos y beneficio mutuo. El único representante latinoamericano actual en el índice nos muestra cómo se puede llegar y también cómo se puede dejar de estar por medio de la corrupción, un mal que aqueja a todo el continente y que se refleja no solo en la inoperancia sino en la incapacidad de forjar un ambiente propicio para que los emprendedores, ya que los costos para producir son superiores dada la intromisión de la burocracia.