EnglishLa crisis económica ha profundizado la crisis política de Venezuela y ha llevado a muchos a pensar una eventual transición. La popularidad del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cae vertiginosamente, a alrededor de 20%. Según los últimos sondeos de la consultora Datanálisis, la oposición, por primera vez en la historia del chavismo, cuenta con una ventaja que casi triplica al Gobierno en la intención de votos a la Asamblea Nacional (59,6% vs. 22,5%).
Pero es importante entender que Maduro no se sostiene solo. Se sostiene con una coalición que incluye a todos los poderes públicos, como el Tribunal Supremo de Justicia, la Asamblea Nacional, el Consejo Nacional Electoral, pero sobre todo, las Fuerzas Armadas Nacionales. Y, por si fuera poco, ha contado, hasta ahora, con el apoyo de todos, o casi todos los países de América Latina, la UNASUR y los países del Petrocaribe.
Ahora bien, con la crisis económica la historia podría estar cambiando. La torta a repartir es más pequeña y la lealtad se hace más frágil. Retener el poder vía elecciones, como lo habían hecho hasta ahora, es cada vez más cuesta arriba y los miembros de la coalición lo saben.
Pero una transición no ocurre por arte de magia. No es un tema de buenas intenciones. Para que ocurra tendría que haber una ruptura en la coalición de Gobierno. Los miembros de esta deben percibir que el beneficio de abandonar a Maduro es mayor que el beneficio de seguirlo apoyando.
Para ello, es necesaria la participación de un actor fuerte, con poder y credibilidad, que sea capaz de ofrecer a cierto sector de la coalición ese “beneficio” de abandonar a Maduro.
Las Salidas
¿Cómo puede ocurrir esto? Puede haber múltiples escenarios. En primer lugar, el Gobierno y la Agencia para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos negocian con los militares que participan en el cártel de los Soles para retirar el apoyo a Maduro.
Los militares pueden forzar a Maduro a renunciar y convocar a elecciones presidenciales junto con las elecciones parlamentarias. La DEA es un actor de poder y credibilidad para negociar y hay alguna evidencia de que algo de esto puede estar ocurriendo en este momento. Pero, evidentemente, este escenario escapa al espectro nacional.
En segundo lugar, la oposición puede ganar las elecciones parlamentarias. De esta manera, la oposición tendría mayor poder para negociar con parte del chavismo y convocar a un referéndum revocatorio o presionar por la renuncia de Maduro. A pesar de la victoria de la oposición, que es muy probable, como lo demuestran los últimos números, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) debe fortalecer su mensaje y activismo con el fin de ser percibida como una verdadera alternativa de poder frente el chavismo.
Pedro Carmona […] no duró 48 horas en el poder porque quiso imponerse, en lugar de armar una coalición.
En tercer lugar, parte del chavismo negocia entre sí para provocar la dimisión de Maduro y tratar de establecer un proceso de transición.
Un cuarto escenario es una rebelión u acción colectiva que genere presiones de calle y que lleve a tanto a militares como a miembros del chavismo a retirar el apoyo a Maduro. Es un escenario complicado, porque el Gobierno ha demostrado ser capaz de reprimir ferozmente cualquier intento de protesta.
Todos estos escenarios son absolutamente especulativos, pero pueden ser una herramienta tanto para la oposición como para parte del chavismo, si en algún momento han considerado este tema seriamente.
La negociación, requisito sine qua non
El tema aquí es que ninguna de las dos partes, ni la oposición ni el chavismo, pueden pretender una transición sin lograr un acuerdo con el otro. No hay transición posible sin una negociación entre la ambos. Hay suficiente evidencia para demostrar que intentarlo sin el concurso de los dos sectores llevaría a una solución políticamente inviable. Incluso, Maduro al pasarle por encima al país solo produce un Gobierno inestable y en el largo plazo sin posibilidades de supervivencia.
Debemos aprender de lecciones pasadas cuando la negación del otro resultó en fracasos estrepitosos. Como cuando Pedro Carmona trató de establecer en 2002 un Gobierno llevándose por el medio a todos los poderes públicos, incluyendo a los gobernadores. No duró 48 horas en el poder porque quiso imponerse en lugar de armar una coalición.
En Egipto, después de la Primavera Árabe que depuso a Hosni Mubarak, los Hermanos Musulmanes ganaron democráticamente, pero no pudieron sostenerse al tratar de imponer un Gobierno de corte islámico sobre el resto de la población no musulmana.
Si se logra un acuerdo entre la oposición y un sector del chavismo, una transición consensuada podía estar al frente del Gobierno entre el período 2016-2019. Esto permitiría restablecer el equilibrio en los poderes públicos y convocar elecciones libres en 2019. De lo contrario, el equilibrio inestable persistirá con consecuencias impredecibles para el país.
Un acuerdo es necesario, no sólo para una eventual transición, sino para evitar que el propio Gobierno sigan dando zarpazos a la democracia, e incluso intente evitar las elecciones parlamentarias de este año.
Editado por Adam Dubove.