Chile está sin embajador en Brasil desde que Gabriel Boric asumió la presidencia hace ocho meses. Sin embargo, el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva tiene en expectativa al mandatario austral, quien espera que su par izquierdista otorgue el “beneplácito” a las credenciales de Sebastián Depolo, la ficha para representarlo en la nación de la samba que el gobierno de Jahir Bolsonaro rechazó.
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La negativa de Bolsonaro para aceptar a Depolo en Brasilia ha tenido motivos. Según ExAnte, el aspirante a embajador de Boric expresó a través de sus redes sociales que “Bolsonaro es el inicio del fascismo. Odio a la diferencia, normalización de la sociedad, persecución política a disidentes y castigo a ideas contrarias a las del régimen. Muy preocupante”. Incluso, en sus cuentas personales insistió en que “es un error decir que Bolsonaro es el Trump brasileño, por muchos lados Bolsonaro ES PEOR que Trump”.
Ni la presión de Boric en la Cumbre de Las Américas, donde dijo que había presentado la solicitud de aceptación del embajador y esperaba “como corresponde” una respuesta de la Cancillería brasileña, cambió la decisión de Bolsonaro.
Tensión comercial
A Depolo le toca esperar hasta la toma de posesión de Lula el próximo 1 de enero de 2023 para saber si será admitido. En Revolución Democrática -su partido- creen que el resultado estrecho de Lula en el balotaje -sólo 1,7% de diferencia contra Bolsonaro- no afectará la postulación que sólo habría sido retirada en caso de la reelección de Bolsonaro.
Es cantar victoria anticipada. Lula tiene un complejo panorama político interno que incide en el externo, considerando que la oposición ganó el Congreso, así como las gobernaciones más importantes, lo que puede derivar en una oposición tan combativa como la que enfrenta el presidente de Perú, Pedro Castillo en Perú.
Además, para estos comicios, el Partido de los Trabajadores de Lula formó coalición con toldas de centro y hasta de derecha moderada que tendrán cargos y peso en la agenda de gobierno. Lula no puede esquivar este compromiso o le representaría la pérdida de diputados, alcaldes o gobernadores, por incumplir sus cuotas de poder.
Un aspirante con aliados
Los radicales tendrían menos oportunidad en el nuevo mandato de Lula, pero el candidato a embajador de Boric en Brasil tiene aliados en el gabinete que sostienen su nombre al ser cercano a Miguel Crispi, jefe de los asesores de La Moneda, así como Rocío Faúndez, exsubsecretaria de la Niñez. De hecho, su figura entró en las designaciones de la Cancillería luego de colaborar con la campaña presidencial de Boric con la cual Depolo volvió a” la primera línea del poder al liderar las conversaciones al interior de Apruebo Dignidad junto al ministro Giorgio Jackson
Con Depolo, las acusaciones de “pituto” en la administración de Boric cobran fuerza, cuando el sociólogo tiene más antecedentes en política que en diplomacia. En su historial destacan su rol articulador del Frente Amplio tras la derrota de Jadue en las primarias y su influencia en la extinta fundación Dialoga, creada por la expresidenta Michelle Bachelet y su participación como “jefe” en la campaña de Beatriz Sánchez, la primera candidata de Frente Amplio -la coalición de Boric- es aspirar a la presidencia.
Si llega a obtener el apoyo de Lula para instalarse en la embajada dejará atrás la amargura de sus fracasos electorales, considerando que el año pasado perdió su postulación a la gobernación de la Región Metropolitana de Santiago y la aspiración a senador, tras sólo obtener menos de 2 % de los votos.
Lo crucial es que cada día sin embajador genera incertidumbre en la balanza comercial bilateral, la cual ronda los 7000 millones de dólares e incide sobre el acuerdo de libre comercio suscrito en 2018 que favorece el intercambio entre Brasil y Chile desde los puertos de Paraguaná y Sao Francisco do Sul, ubicados en el sur de Brasil.