Verónika Mendoza finge ser una versión rosa de la izquierda en Perú que ostenta la presidencia. Canta, habla en lengua nativa quechua y también francés, porque tiene doble nacionalidad. Sin embargo, detrás de su aparente imagen dulce, voz suave y cabellera larga está una comunista dura y pura.
Ella es la ficha del Movimiento Nuevo Perú que agrupa a los partidos comunistas Peruano (PCP) y Patria Roja (PC-PR), Socialista, Humanista, así como más de una decena de grupos y colectivos políticos.
Desde su trinchera condena el capitalismo, pero estudió hasta en la Universidad Soborna de París una maestría para reforzar sus títulos de psicóloga y antropóloga.
Su programa de gobierno es radical. Propone una nueva Constitución que sustituya a la de 1993, impuesta por Alberto Fujimori tras el autogolpe de Estado; endurece las sanciones por contaminación y los impuestos a las empresas mineras; y se opone al Acuerdo Transpacífico (TPP, en inglés) por sus implicaciones en la salud pública.
Y entre sus planes está servir de “interlocutora” con Nicolás Maduro porque admira a Fidel Castro y Hugo Chávez. Un gesto que despierta alarmas en cualquiera que conoce algo sobre estos regímenes.
Abanderada de Podemos
Con las referencias izquierdistas de la región desgastadas como Evo Morales, Alberto Fernández y Nicolás Maduro, sumado al fracaso en Brasil con Dilma Rousseff y las polémicas de Lula da Silva asociadas al caso de Lava Jato, el partido izquierdista español Podemos y su líder, Pablo Iglesias, son clave en su campaña, revela La Gaceta de la Iberosfera.
Ambos se reunieron en Bolivia para “fortalecer la cooperación”, de ello Mendoza sacó provecho y presumió este encuentro en redes sociales.
Hoy conversé con @PabloIglesias vicepresidente de España, sobre la necesidad de fortalecer la cooperación para el desarrollo entre nuestros países y reafirmar la democracia con protagonismo ciudadano frente a quienes apelan al miedo y violencia para dividir a los pueblos#Bolivia pic.twitter.com/ROqpvtn1TY
— Verónika Mendoza (@Vero_Mendoza_F) November 8, 2020
Por estos vínculos, Laura Arroyo, miembro de la secretaría de análisis político y discurso de Podemos, funge como asesora de la aspirante a la Casa de Pizarro en comunicación y medios.
El respaldo se nota. Entrenó a Mendoza para los debates televisivos, le cambiaron el look, la ropa y hasta los lentes para darle un aire más maduro e inofensivo, para posicionar un discurso más en el centro, mostrándose en Lima más como una socialdemócrata que una revolucionaria.
Sin embargo, su propuesta representa un “apocalipsis económico” por la fuga de capitales, la caída en la inversión privada y aumento del dólar que generaría su llegada al Ejecutivo, sin mencionar la ofensiva de estatizaciones, controles de precios y subidas de impuestos. Además, del riesgo de que agentes cubanos y venezolanos se instalen permanentemente en el Perú.
Rivalidad entre camaradas
La estrategia de la izquierda en Perú consiste en mimetizarse como un camaleón para después, desde dentro del Estado, con poder, generar crisis y gobernar. Sus militantes emulan a un lobo disecado incapaz de causar daño alguno, pero una vez con una migaja de poder vuelve a la vida y se multiplica hasta llegar a copar todas las instancias posibles.
El problema es que a pesar de los planes, la izquierda está enfrentada y llega divida a las elecciones de este domingo 11 de abril. Otro candidato de sus filas, Pedro Castillo, docente provinciano, sindicalista y dirigente de Perú Libre propone la estatización de todos los recursos estratégicos y marca distancias de la agenda progresista de Mendoza a favor de la despenalización del aborto y la causa LGBT.
De “oportunista” tilda a su camarada y le cuestiona que solo “aparece en campaña” y no asiste a “la lucha de los trabajadores, de los médicos, de los enfermeros, de los agricultores”.
Entre ellos hay desprecio mutuo. “La izquierda progre, más internacional, más cosmopolita, se burla de esta izquierda más telúrica, más provinciana. La izquierda capitalina siempre ha tenido esa actitud de desdeñar a los provincianos. Es un reflejo típico del Perú que también se da en la izquierda”.
Todo esto surge porque tienen un debate interno sobre mantener o no un perfil propio, apuntalándose como la “centroizquierda” moderada que puede ser tolerada por la derecha peruana y sus medios de comunicación o si apuestan por una agenda más radical con los sectores rupturistas de la izquierda, privilegiando la lucha política y social. Por donde se mire, es un caos.
Objetivo estratégico
Aún con hostilidades entre las filas revolucionarias, sus fichas presidenciales convierten a Perú en un objetivo estratégico de primer orden para las izquierdas latinoamericanas que ven el mapa suramericano a Evo Morales y Luis Arce en Bolivia, justo en la frontera sur-este y a Andrés Arauz, el aprendiz de Rafael Correa, con oportunidad de victoria en la segunda vuelta en las elecciones de Ecuador.
Si a ello se añade el peronismo en Argentina, Lula Da Silva libre y de vuelta al ruedo político en Brasil y Andrés Manuel López Obrador en México impulsando al Grupo de Puebla, pensar en una recomposición de este sector con Verónika Mendoza en el poder, ayudada por Podemos, y su promesa de “patria nueva” es para activar los sensores de peligro.
Este #11A tenemos la oportunidad histórica de construir una Patria nueva en la que todas nuestras voces sean escuchadas, todas nuestras lenguas y culturas sean valoradas ❤️?
Aquí podrás encontrar el Plan Plurinacional de @JuntosporPeru ➡️ https://t.co/qFu1rQfedC pic.twitter.com/FZfCvk3H5C
— Verónika Mendoza (@Vero_Mendoza_F) April 4, 2021