Se suele vincular el destino de Argentina con la actual situación en Venezuela. La inflación, la crisis económica, social y política; las similitudes en ciertas decisiones de sus administraciones de ideas socialistas, populistas y colectivistas son representaciones de ello. El símil más reciente nace con el comienzo de la migración —al menos momentánea— de argentinos hacia Uruguay, que se están yendo a Punta del Este.
Comparar a Argentina con Venezuela es algo agresivo, claramente el país regido por el tirano Nicolás Maduro tiene realidades inmensamente más duras: hambruna, escasez alarmante de productos de primera necesidad, un régimen que perpetra crímenes de lesa humanidad, el éxodo masivo más grande de la historia de Latinoamérica. Todo es muestra que el país sudamericano sigue estando francamente más destrozado, pero el simple hecho de vincular a Argentina con Venezuela y que haya indicios de similitudes ya representa algo grave para los argentinos.
De hecho, ya se empieza a percibir la posible gran migración de los argentinos hacia sus vecinos más cercanos: Uruguay, Paraguay, Brasil o incluso Chile. Y, en ese sentido, el primer lote de argentinos que cruzaron la frontera para establecerse en Uruguay oscila entre los 15 000 y 20 000 (The Guardian). Aunque reportes de agosto indican que son casi 25 000 (La Nación).
La recepción migratoria
Si bien el número no parece tan grande, la situación cambia con el contexto. 1. El mundo se encuentra en plena pandemia y, por ende, hay muchos países con sus fronteras cerradas (caso de Paraguay), así que, una vez pase esta situación, es factible que el número de migrantes sea mucho mayor que el actual. 2. El país que está recibiendo a los miles de argentinos es el país más chico de América Latina en términos de habitantes (Uruguay no supera los 3.5 millones), así que la migración argentina, solo en este año, ya está representando un 0.6 % de la población charrúa.
Claro que esta primera oleada de migrantes no es, en absoluto, la población más vulnerable de Argentina. De hecho, el artículo de The Guardian escribe la historia de personas con apartamentos en Punta del Este. Gente que salió, primeramente, en búsqueda de «nuevos horizontes profesionales», pero que, con el fuerte golpe de la pandemia, decidieron establecerse, al menos temporalmente, en un país donde los indicativos económicos no solo son mejores que Argentina, sino que brinda la paz que su país natal no ofrece.
Un artículo de La Nación del mes de agosto explicaba que, hasta ese momento, el número de solicitudes de residencia no era un número considerable. Pero lo que sí había —y esto sirve como señal– eran «consultas permanentes a gestores, abogados, agentes inmobiliarios, conversaciones entre empresarios rioplatenses sobre complementación de negocios y algunos indicios de presión por compra de campos». Es decir, empiezan a asomarse posibilidades migratorias.
El artículo explica que muchos de los argentinos que cruzaron la frontera hicieron una «mudanza temporal» y que por ello aumentaron las ventas de inmuebles y los alquileres largos de personas que quisieron pasar la pandemia con mayor tranquilidad.
Además, se menciona que las carpetas de residencia se comenzarán a gestionar una vez los argentinos tengan la posibilidad de volver a cruzar el Río de la Plata y puedan iniciar sus trámites de residencia. Por lo que existe una ilusión expectante de que Punta del Este renazca de la mano de una migración masiva proveniente de Argentina.
A planificar la recepción
Uruguay, que cambió la administración izquierdista del Frente Amplio por la Coalición Multicolor liderada por el liberal Lacalle Pou, está aplicando una serie de medidas para atraer y captar capitales extranjeros. Y una de sus miras están puestas en la migración argentina, sobre todo en los estratos sociales más altos, que están buscando una reorganización y protección más adecuada de su patrimonio. En ese sentido, Uruguay parece ser un destino prometedor para muchas familias argentinas que necesitan irse a un lugar con una menor carga impositiva y una seguridad jurídica mucho más estable; dos cosas que Argentina no facilitará ni al corto ni al mediano plazo.
Si bien esta primera oleada migratoria muy probablemente sea de personas de estratos sociales altos, que ya incluso tienen viviendas en Uruguay, antes utilizadas para veranear, es muy probable que también empiece una migración de la clase media o baja en la era post pandemia. Y allí Uruguay no será el único país que recibirá inmigrantes argentinos; Paraguay, Chile, Brasil y otros vecinos también lo harán.
Así que, más pronto que tarde, los países más cercanos a Argentina deberían empezar a hacer una planificación efectiva para aprovechar de la mejor manera la migración argentina. A diferencia de lo que muchos creen, la migración puede ser un fenómeno perfectamente aprovechable para estimular y dinamizar las economías. Además, si los trámites de residencia no se hacen tan burocráticos, la migración legal aumentará y eso tiene beneficios fiscales para el país receptor.
El caso venezolano debería poner una alerta: quizás sea factible una migración de cientos de miles de argentinos, tal y como pasó con los venezolanos que ya se cuentan por millones. Algunos argentinos se irán para proteger su patrimonio, otros evitarán que la inflación se coma sus ahorros, unos para buscar nuevas oportunidades y varios porque la situación será tan cuesta arriba que la migración será la única salida para sobrevivir.
¿Argentina puede ser la nueva Venezuela? Claramente no será igual, pero el gran éxodo puede ocurrir. A prepararse.