El mes pasado, David Beasley, director general del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, espetó que 821 millones de personas se van a dormir con hambre. Ante esto, un aproximado de dos millones de seres humanos podrían morir de hambre semanalmente durante un periodo de tres meses. Una cifra estremecedora, casi apocalíptica.
A estas alturas del partido, resulta increíble que aún exista el dilema salud – economía para salvar vidas, siendo que la pandemia se ha encargado de dejar bien en claro que ambas van de la mano y que, sino se atienden como se debe los estragos económicos que el COVID-19 causará a nivel global, la cifra de seres humanos desempleados, en bancarrota, sumidos en la pobreza extrema y, lo que es peor aún, muertos por hambre, será catastrófica.
En este sentido, el director general del Programa Mundial de Alimento de las ONU, recalcó que el mundo no solo se está enfrentando a una pandemia por la enfermedad del COVID-19, sino también una pandemia alimentaria. “Múltiples hambrunas de proporciones bíblicas”, fue la frase de Beasley que a más de uno le hace poner la piel de gallina. El director enfatizó que, para poder salvar la mayor cantidad de vidas y disminuir el impacto de la crisis al máximo, se deben tomar medidas de inmediato.
2020, la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial
El COVID-19 no es la única razón por la cual el 2020 será el peor año desde 1945. A la gran pandemia que pone en velo al mundo hay que sumarle los conflictos armados en Siria y Yemen, las plagas de las langostas en África, los desastres naturales y crisis económicas – como las que viven países de la región como Venezuela o Cuba – y también las situaciones económicas que atraviesan el Líbano, Congo, Sudán y Etiopía.
Ya antes de la pandemia y el gran impacto económico generado la situación era crítica, pero los más recientes análisis del Programa Mundial de Alimentos de la ONU calculan que, a causa del COVID-19, 130 millones de personas más podrían estar al borde de la inanición.
El COVID-19 quizás no es la razón por la cual cientos de millones de personas están sumidos en la pobreza, pero sí es un factor que agrava de sobremanera a los sectores más vulnerables de nuestras sociedades. Por ejemplo, en Venezuela, según la encuesta nacional impacto COVID-19, el 91 % de los venezolanos afronta el confinamiento sin ningún tipo de ahorro.
La cuarentena o confinamiento prolongado se va haciendo insostenible y los países se están viendo en la obligación de empezar flexibilizaciones. ¿Mantenerlas durante tanto tiempo fue un error? Porque las consecuencias parecen inevitables.
Sin irse a un caso tan extremo como el venezolano, Argentina es otro país que se ve tremendamente afectado por la cuarentena prolongada. Con una situación económica previa delicada, miles de pymes no podrán pagar salarios ni gastos fijos y por ende se verán obligados a endeudarse para mantenerse a flote. Otras directamente dejarán de funcionar. Esto significa mayor desempleo y, por ende, mayores índices de pobreza.
El mes pasado, Vicente Donato, presidente de Observatorio Pyme en Argentina, señalaba: “El 6 % del total de las pymes dice explícitamente que están considerando abandonar su actividad porque no pueden pagar salarios ni con la ayuda del Gobierno, y no tienen capacidad de endeudarse. Además, un 25 % de las empresas tampoco puede afrontar los gastos de abril con la ayuda del Gobierno y, si bien dice que va a endeudarse o aportar capital nuevo, si no lo logra, se produce una quiebra implícita y ahí el impacto ocupacional será muchas más fuerte”.
La situación de las Pymes en Argentina es delicadísima, la cuarentena afectó directamente al músculo emprendedor que proporciona dinamismo y empleo, afectándolo al punto tal de tener que detenerse sin tener la capacidad de pasar más de dos meses parado sin producir.
Por si fuera poco, las ayudas proporcionadas por el Estado argentino son insignificantes para el gran problema que se avecina: quiebras y desempleo por montones. En este sentido, en Infobae se hizo un análisis que arrojó un resultado contundente: si una Pyme logra acceder a todas las ayudas del Estado argentino, apenas cubriría el 30 % de los gastos operativos de un mes normal.
Una explosión del desempleo sin precedentes
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), estimó que se verán afectados más de 195 millones de empleos a tiempo completo en tan solo tres meses. Asia sería la región más afectada en este rubro con 125 millones de trabajadores perjudicados. Latinoamérica y el Caribe tendrán alrededor de 14 millones de trabajadores damnificados. Esta cifra sería la más grave desde 1945, después de culminar la Segunda Guerra Mundial.
Para dimensionar en cifras actuales, en España, el COVID-19 ya destruyó un total de 947 896 empleos y ha llevado a 3,4 millones de trabajadores a ERTE. En Estados Unidos, van 30 millones de trabajadores desempleados en apenas seis semanas. En Alemania, el desempleo aumentó un 13,2 %, mientras que, en Francia, registró el aumento más significativo en materia de desempleo desde 1996.
África, el continente menos afectado en número de casos, pero más expuesto a la crisis
El continente africano tiene registrado 47 000 casos positivos y detectadas 2 000 muertes por el coronavirus originado en Wuhan. Aún así, los resultados de una cuarentena prolongada en los países africanos más vulnerables pueden ser catastróficos.
En una encuesta realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), 5 de cada 10 africanos se quedaría sin dinero tras 14 días de confinamiento. Mientras que, 7 de cada 10, admiten que la comida y el agua serían un gran problema de estar confinados la misma cantidad de jornadas.
Los resultados arrojados por unas 150 000 encuestas en 28 ciudades de 20 países africanos aseveran que más del 69 % de los africanos temen que las medidas adoptadas para frenar la proliferación del virus los vaya a dejar sin agua, comida o dinero para el sustento diario. La región central y occidental del continente es donde la preocupación está más latente.
El 51 % de los encuestados aseguraron que pasar 14 días en cuarentena significa quedarse sin dinero. Algo similar a lo que ocurren en Venezuela, donde la mayoría de los venezolanos está afrontando la cuarentena sin ahorros prácticamente.
El dilema salud – economía debe frenarse, salvar la economía es salvar la vida de millones
Las cifras son escalofriantes, pueden morir de hambre dos millones de personas por semana durante tres meses según la ONU, si no se toman medidas de contingencia rápidas y a tiempo. Las ayudas pueden servir de mucho, pero serán insignificantes si el aumento de la pobreza extrema y la inanición es exponencial.
Es por ello que es menester poder tomar las medidas correctas para salvar la mayor cantidad de empresas y empleos, disminuir el impacto económico causado por la pandemia va a salvar a millones de vidas que ya se encuentran en peligro inminente. La cuarentena restrictiva, obligatoria y prolongada no es solución en la ineludible realidad.