En Asia y el Pacífico se prevé que el COVID-19 provocará el desempleo de 125 millones de trabajadores a tiempo completo. En los Estados Árabes se anticipan recortes de un 8,1 por ciento de horas, equivalente a 5 millones de trabajadores a tiempo completo. En Europa la cifra preliminar estimada asciende a 12 millones de desempleos.
No solamente es lo que causará, sino lo que está causando el coronavirus de Wuhan: en Estados Unidos, por citar un ejemplo, la cifra de desempleados y de personas que piden solicitudes de paro ascendió a 16 millones en apenas tres semanas. Esto como puntapié inicial de los estragos que puede armar la nueva enfermedad.
En un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se señala que los sectores más expuestos al riesgo que provoca la crisis incluyen los servicios de hospedaje y restauración, la manufactura, el comercio minorista y las actividades empresariales y administrativas.
Un dato alarmante es que 4 de 5 personas que constituyen la fuerza laboral mundial (81 %) se han visto afectadas por cierres parciales o totales de sus trabajos. Muchos de los trabajadores, aproximadamente 1 250 millones de personas, trabajan en los sectores considerados de “alto riesgo”. Muchos de ellos sufren de malas remuneraciones y baja calificación laboral; esto implica que una pérdida de ingresos imprevista les provocaría consecuencias graves y devastadoras, según el estudio de la OIT.
“Es necesario adoptar medidas políticas integradas y a gran escala, centradas en los siguientes pilares: apoyar a las empresas, al empleo y los ingresos; estimular la economía y los empleos; proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo; y utilizar el diálogo social entre gobiernos, trabajadores y empleadores a fin de encontrar soluciones”, se lee en el estudio.
Declaraciones de las autoridades
Guy Ryder, director general de la OIT, dejó declaraciones importantes de cara a las soluciones para disminuir el impacto del COVID-19 en la tasa de desempleo: “Esta es la mayor prueba para la cooperación internacional en más de 75 años (…) Las decisiones que tomemos hoy afectarán directamente la manera en que esta crisis evolucionará, así como la vida de miles de millones de personas”. Añadió que “Con las medidas correctas podemos limitar su impacto y las heridas que dejará. Nuestro objetivo debe ser reconstruir mejor para que nuestros nuevos sistemas sean más seguros, más justos y más sostenibles de los que permitieron que esta crisis ocurriera”.
“Los trabajadores y las empresas se enfrentan a una catástrofe, tanto en las economías desarrolladas como en las que están en desarrollo. Tenemos que actuar con rapidez, decisión y coordinación. Las medidas correctas y urgentes podrían hacer la diferencia entre la supervivencia y el colapso”, señala Ryder, quien hace énfasis en lo importante que es disminuir al máximo el desempleo.
Situación Latinoamérica y el Caribe
América Latina y el Caribe no están exentos de los efectos del COVID-19 sobre la contracción del tiempo de trabajo y los ingresos laborales en el mundo. La pandemia ha dejado pérdidas del 5,7 % de las horas laborales en el segundo trimestre de este año, lo que equivale al desempleo de 14 millones de trabajadores a tiempo completo.
“Estamos ante una destrucción masiva de empleos, y esto plantea un desafío de magnitudes sin precedentes en los mercados laborales de América Latina y el Caribe”, espetó el director Regional de la OIT, Vinicius Pinheiro. “Desde ahora sabemos que, al mismo tiempo que se supera la emergencia sanitaria, deberemos enfrentar una verdadera reconstrucción de nuestros mercados de trabajo”, añadió.
Una gran preocupación es que en América Latina y el Caribe más del 50 % de los trabajadores se desempeñan justamente en los sectores más expuestos a la crisis: el comercio y los servicios. Estos datos fueron publicados en enero del 2020 en el último informe de Panorama Laboral de la región, antes de que entendiéramos la dimensión y todo lo que afectará el COVID-19 a la economía.
El impacto que tendrá la crisis sobre turismo afectará principalmente al Caribe, que tiene una dependencia muy alta de los ingresos y empleos que este sector proporciona a las economías caribeñas.
Los países que tengan una alta tasa de informalidad laboral tendrán que afrontar mucho más retos en materia económica y sanitaria. Más de 140 millones de trabajadores (el 53 %) en América Latina y el Caribe trabaja en la informalidad; hay países como Perú en donde el sector informal representa el 70 % de su economía.
“Los países de la región van a necesitar de medidas ambiciosas de preservación de los empleos, fomento a las empresas y protección a los ingresos para salir de la terapia intensiva”, destacó Pinheiro.
Los economistas Pedro Carmona Estanga e Iván Cachanosky, entrevistados por el PanAm Post, señalan que la protección del empleo es clave en la batalla por preservar la economía. La forma de lograr esto es apoyando a las grandes y medianas empresas, flexibilizando su contribución al Estado (impuestos) y otorgándole facilidades —como créditos de intereses bajos— para que puedan seguir pagando nóminas y no tener que recurrir a despedir o reducir salarios como forma de administrar gastos y recursos.
Hay que mirar a la economía
Así como deben protegerse los sistemas de salud para evitar daños sociales catastróficos, el sector económico está vulnerable y desprotegido, y es esencial resguardarlo para que pueda sobrevivir.
La cifra de muertes y contagiados por coronavirus y la posibilidad de que la crisis provoque colapsos en los sistemas de salud en todo el mundo es sencillamente alarmente. Pero si el lema es “proteger y salvar vidas”, también habrá que buscar las formas de preservar a la economía y evitar no solo la proliferación del COVID-19, sino también del desempleo.
La recesión y crisis que se avecina puede causar estragos en nuestra sociedad. Los problemas económicos pueden trasladarse a salud y viceversa. En Latinoamérica tampoco se pueden olvidar de los problemas sociales, que están casi siempre en ebullición expuestos a las situaciones difíciles que nuestras naciones deben soportar.
El desempleo será quizás una de las consecuencias más alarmantes que los países deberán enfrentar. Esto afectará a los más vulnerables y a las empresas y negocios que proporcionan trabajos casi por igual. Es una gran responsabilidad no soltarles las manos en tiempos de COVID-19 y prestarles la debida importancia que se merecen. Salvar empleos es salvar vidas.