Por Andrés F. Guevara B.
Recientemente, en la reconocida revista estadounidense The New Yorker, se publicó un reportaje titulado How Regulation Failed with Wells Fargo, en el cual se aborda la reciente crisis de la institución financiera estadounidense en relación con los servicios de venta-cruzada (cross-selling services) que desarrolló el banco durante varios años y cuyos primeros síntomas ya se vislumbraban en 2011.
Se hace necesario ubicar al lector dentro del contexto del escándalo de Wells Fargo. El banco impuso a algunos de sus empleados unas metas muy altas de venta de sus productos financieros. Ante la imposibilidad de poder cumplir con estos estándares, los empleados del banco procedieron a constituir millones de cuentas bancarias sin la autorización de los clientes de Wells Fargo.
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Una vez destapada la crisis, Wells Fargo procedió a tomar acciones. Al menos 5.300 empleados fueron despedidos y, hasta la fecha, cerca de 185 millones de dólares estadounidenses han sido pagados por el banco a las autoridades por concepto de multas. Sin embargo, no parece ser suficiente.
De los empleados despedidos, ninguno forma parte de los altos mandos de la compañía. Lo que genera aún más suspicacia, la directiva del banco insiste en que estos actos fueron hechos aislados de los cuales la alta gerencia no tenía conocimiento. Por estas acciones, que afectaron a millones de personas, el CEO del banco, John Stumpf, no se ha hecho responsable ni ha insinuado siquiera la intención de poner su cargo a la orden. Stumpf, una y otra vez, se ha referido al tema pidiendo disculpas y señalando su vergüenza por lo sucedido. Pero nada más.
Habrá quienes planteen que la codicia y la avaricia de los banqueros triunfaron, y que el mercado tuvo una falla injustificable y que se necesitan regulaciones más drásticas para evitar que millones de personas se vean afectadas por este tipo de prácticas.
Si bien estamos de acuerdo en que es condenable lo hecho por Wells Fargo, creemos que el problema no se solucionará con nuevas regulaciones y más controles. Al contrario, estas acciones solo agravarán la situación y más personas en el futuro se verán perjudicadas.
Veamos con mayor detalle lo que sucede. Hasta ahora, ningún alto directivo del banco se ha visto afectado por lo sucedido. Solo han sido sancionados funcionarios de rango bajo o medio encargados de abrir las cuentas sin autorización. ¿Casualidad? Lo dudamos. Tómese como ejemplo el caso de John Stumpf. Aún y cuando hasta ahora no hay evidencia de que Stumpf estuviere directamente vinculado o al tanto de las operaciones no autorizadas de sus empleados, no deja de ser importante la revisión del perfil del CEO del Wells Fargo. En 2013 Stumpf ganó el premio al Euromoney Banker del año, y su carrera ha estado llena de reconocimientos de este tipo. Sin embargo, lo que más resalta de todo ello es que Stumpf forma parte del denominado Federal Advisory Council, un grupo de doce banqueros que tienen por objeto asesorar a la junta directiva de la Federal Reserve (banca central) estadounidense, el principal órgano regulador de la política monetaria y bancaria de dicho país.
¿Por qué razón las autoridades estadounidenses sancionarían a uno de sus asesores? ¿No serían estas autoridades las mismas que se encargarían de implementar las nuevas regulaciones que –esta vez sí– impedirán las malas prácticas financieras? Visto lo anterior, el problema de fondo en Wells Fargo, no es el libre mercado, sino el crony capitalism, el sistema mercantilista de amigos, en el cual la complicidad está a la orden del día y los grandes directivos y accionistas cercanos a las autoridades del gobierno nunca caen porque siempre estarán protegidos por sus amigos en el poder.
Frente a ello muchas cosas quedan por hacer. Por una parte, Wells Fargo debe revisarse internamente para cambiar sus incentivos a fines de eliminar estas prácticas (entendemos que parte de este trabajo ya se está realizando). Por otro lado, los ciudadanos deben abogar por el fin del compadrazgo y la complicidad entre las autoridades del gobierno y las juntas directivas de las compañías, puesto que ello lejos está del espíritu de un mercado libre y apegado al Estado de Derecho y la igualdad ante la ley. Más regulaciones en este esquema solo terminarán reforzando los males descritos, lo cual, a nuestro entender, no tiene mayor asidero ni justificación moral para quienes aspiran una sociedad sin abusos e irrespetos para el ciudadano.
Andrés F. Guevara B. es venezolano e Investigador de CEDICE. Twitter: @AndresFGuevaraB