Por José Rafael Avendaño Timaury
No se ha terminado de cazar al oso y ya se mercadea la venta de la piel. Henry Ramos anuncia su disposición de participar en eventuales primarias; y, de salir victorioso, ser el abanderado de la MUD en las elecciones presidenciales –luego de consolidarse el todavía incierto revocatorio– a celebrarse este año. ¡No me sorprende su determinación! Simplemente dejó de estar in pectore su deseo para hacerlo ostensible. Con su decisión acompaña a Henrique Capriles, Leopoldo López, Manuel Rosales, Henri Falcón, Antonio Ledezma y María Corina Machado, entre otros.
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Casi todos los venezolanos guardamos en nuestro corazón la esperanza de convertirnos en presidentes de la República. Páez, Vargas, Julián Castro, Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Gómez, Márquez Bustillos, Betancourt, Suárez Flamerich, Pérez Jiménez, Caldera, Chávez, etcétera, lo fueron. Algunos con luces y méritos propios; muchos otros, sin lugar a dudas, sin merecimiento alguno.
El día en que Ramos hizo su declaración formal, el presidente de la República anunció su disposición de no suministrarle a la Asamblea Nacional los recursos monetarios para su funcionamiento. Solicitó en su carácter de administrador de “la taguara” en que se ha convertido Venezuela, la nómina de los empleados para pagarles los sueldos. No fue claro con el destino de los emolumentos de los parlamentarios de la MUD. Es decir, seguramente, los diputados serán excluidos de la nómina y no recibirán los churupos reglamentarios.
La Asamblea Nacional se ha convertido en nuestro país, por disposición de quien nos mangonea, en una especie de “jarrón chino”. Maduro ya no desea tenerla, para exhibirla, como un lejano vestigio de republicanismo democrático para ilustrar a crédulos. Muy a lo Jalisco quiere suprimirla definitivamente. ¡Los venezolanos hemos sido sometidos a un incruento golpe de Estado! El mismo ha sido propiciado y asentado de manera escalonada: utilizan un remedo de Tribunal Supremo de Justicia complaciente, mendaz y obsecuente, por un lado. Por el otro, con la corsaria entrega de los recursos fiscales, casi en su totalidad a los milicos, otorgándoles poderes extra constitucionales en una especie de “botín de guerra” como premio a sus indignidades.
Tenemos entonces que la MUD, por fin, tiene una estrategia –en principio, aunque nebulosa– definida. Se trata de que otorgan, dando por efectuada, la inimaginable concesión gubernamental de permitir el revocatorio este año y la consecuente elección presidencial. Dan por hecho lo aún dudoso. Solicitaron la recolección del 20% de las firmas para los días 24, 25 y 26 de este mes. Si la petición es graciosamente concedida por el CNE, acompañaré a más del 80% de compatriotas para estampar la rúbrica correspondiente.
La táctica para lograr el objetivo se mantiene difusa y acusa diversas implementaciones derivadas de los intereses subalternos que abrigan a las organizaciones políticas que aspiran a que la elección del abanderado presidencial recaiga en un militante propio. Resulta algo más que utópico aceptar que el candidato a elegir este año sea producto de elecciones primarias. Dudo que el procedimiento pautado para la recolección de las firmas; el anuncio de fecha cierta para la elección revocatoria; la elección presidencial a celebrarse dentro de los 30 días siguientes, una vez aprobado el referéndum; la elección de gobernadores, agregándoles que las eventuales elecciones primarias se hagan sin novedad alguna, casi como que viviéramos en Suiza. Quizás la intención del secretario general de AD (releyendo viejos textos de Maquiavelo y Fouché) fue la de delimitar la especie de “ámbito de competencias” sobre eventuales candidaturas de la MUD. Mensaje con destino cierto dirigido a los aspirantes –sempiternos y sobrevenidos– ya conocidos… ¡Epa, aquí estoy yo, … por si no me han visto!
Resulta irresponsable, por no decir criminal, que algunos dirigentes hagan uso de métodos engañosos y poco prácticos para solucionar la Crisis Nacional en la hora actual. El deber fundamental de cualquier líder serio es hablar claro, aunque lo que pregone no sea lo más popular. Ello los diferencia de los demagogos e irresponsables de costumbre. Plantear una contienda electoral opositora –inoportuna por las circunstancias– en vez de constituir un elemento aglutinador de voluntades se convertirá, sin duda, en un proceso de confrontación entre los participantes que agregará nuevos elementos de carácter dispersante, nocivos e impolíticos.
Lo que realmente está planteado es la instauración de un gobierno de transición constitucional para culminar el actual periodo presidencial. Quien presida ese gobierno debe ser un venezolano probo y capaz. Alejado de intereses subalternos. Dispuesto a encabezar un gobierno amplio integrado por los hombres más aptos para cumplir el cometido establecido por un plan de gobierno escrito y consensuado. El venezolano sobre quien recaiga la responsabilidad debe aceptar su carácter transitorio, delimitado en el tiempo y en el espacio (hasta abril de 2019). Por ello no debe aspirar a la reelección inmediata. Éste sería su aporte patriótico. Los actuales candidatos que descuellan en la MUD podrán presentar sus precandidaturas en las recomendables elecciones primarias –ahora sí– a celebrarse en 2018 o en 2019. Esto sería lo ético y políticamente justo.
Para concluir, deseo resaltar dos aspectos. El cacareado diálogo existe de hecho, y, de varias maneras, entre la MUD y el Gobierno Nacional. No es otra cosa que el intercambio de opiniones vertidas por diversos métodos: verbal, escrito, con interlocutores, tweets, declaraciones y réplicas, etcétera. Para que el mismo no caiga en meros y diletantes monólogos entre sordos es menester que se establezca, formalmente, mediante un proceso adecuado de negociación política. Con la escogencia consensuada y paritaria de los mediadores y/o facilitadores. Con agenda previa establecida y fecha cierta de vencimiento de la misma.
La aplicación del artículo 350 constitucional es pertinente desde hace tiempo. Cuando la decisión gubernamental de no realizar el referéndum revocatorio este año se haga firme, además de los diversos desafueros anunciados (disolver la Asamblea Nacional, juicio penal por desacato a su directiva, etcétera) no quedará opción alguna para invocarlo. En el ínterin es necesario plantearlo como una factibilidad establecida por la Constitución. No se debe seguir permitiendo que todas las iniciativas políticas provengan de Maduro y su combo, y que la oposición actúe de manera reactiva, a la defensiva, sin manifestar impulso propio alguno, producto de autolimitaciones impuestas por la diversidad de intereses subalternos que pululan en el organismo multipartidista.
José Rafael Avendaño Timaury es un abogado venezolano, fue Consejero Político en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1984-1987) y Director General de Política Interior en el Ministerio de Relaciones Interiores.