Por: María Aguilar
Fullería es un término que describe la trampa o astucia mediante la cual se pretende engañar en el juego. No obstante, este comportamiento también se extiende al accionar político, tal como podemos evidenciarlo en Rafael Correa, quien en su negligente forma de gobernar al Ecuador, recurre una vez más a su habitual táctica de escape para disfrazar la realidad y restar importancia a las manifestaciones de indignación y hastío de la sociedad ecuatoriana.
La atmósfera política del país esta plagada de tensión. Días atrás, los indígenas han emprendido una marcha por la dignidad y la vida en rechazo a las políticas del gobierno.
A esta protesta se suman otros sectores entre los cuales se encuentran abogados, médicos, jubilados y ciudadanos autoconvocados quienes han decidido realizar un paro nacional este 13 de agosto. Mientras tanto, el presidente Rafael Correa ha preferido viajar a Surinam para participar en el acto de investidura de Desi Bouterse.
Esta conducta habitual de Correa de salir del país ante el menor indicio de descontento radica en su afán compulsivo por falsear la realidad para minimizar la trascendencia de los sucesos, delegando más bien a sus jefes locales la responsabilidad de lidiar con los protagonistas del descontento y rechazo ciudadano, o a quienes el propio Correa ha descalificado previamente como “tirapiedras”, “politiqueros”, “infantilistas de izquierda”. Para esta tarea cuenta con el nuevo jefe de “movilizaciones emergentes en defensa de la revolución”, Ricardo Patiño, quien dejó temporalmente su cargo de canciller para asumir esta tarea.
Cualquier intento de crear “simulacros” de aceptación será estéril, porque la indignación de los ecuatorianos seguirá creciendo
Pero la fullería como acción política de Correa no termina allí, ya que a su retorno de Surinam, recurrirá al despliegue de todo su aparato de propaganda para demostrar que posee una enorme capacidad de movilización de las masas basándose en los ya clásicos slogans: “Somos más” o “No pasarán”. Así intentará borrar las manifestaciones, paros y protestas.
Al crear esta movilización de respaldo a su gestión de gobierno, Correa intenta demostrar que sigue manteniendo el mismo nivel de popularidad, pero infelizmente la realidad de los hechos son incontrastables, puesto que el desgaste de su gobierno es indetenible. Luego de que Correa manifestara abiertamente su intención de acabar con las empresas familiares, el sistema productivo del país esta totalmente paralizado y la crisis económica es innegable, excepto para las alucinaciones publicitarias gubernamentales.
Por lo tanto, cualquier intento de crear “simulacros” de aceptación será estéril, porque la indignación de los ecuatorianos seguirá creciendo, inclusive en aquellos que protestan en silencio y que esperan el 2017 para decir basta a estos casi nueve años de involución ciudadana.
María Aguilar es ecuatoriana, psicóloga clínica y miembro honorario del Colegio de Psicólogos del Perú. Es conferencista internacional sobre temas de Psicología Cognitiva Conductual. Síguela en su blog y en Twitter, @mariadlpilarag.