Mientras el presidente Obama pide fondos al Congreso de EE.UU. para contener la “crisis migratoria”, se está librando una guerra cultural en los estados sureños que lindan con México.
El escenario de la más reciente batalla fueron las ciudades de Murrieta y Temecula en California, donde la semana pasada un grupo de conservadores y nacionalistas impidió que buses llenos de niños inmigrantes de Centroamérica sean trasladados desde Texas hacia centros de detención en la costa oeste.
Con pancartas y cánticos, decenas de personas pedían al gobierno federal “vigilar las fronteras”, en alusión a un mayor esfuerzo de la Patrulla Fronteriza por contener a las decenas de miles de inmigrantes centroamericanos, en su mayoría menores viajando solos, que buscan una mejor vida en EE.UU. Dejando en evidencia un desconocimiento bárbaro sobre las motivaciones de los inmigrantes y hasta con rastros de xenofobia, hubo expresiones lamentables como “no hay que olvidar las enfermedades y la delincuencia que traen con ellos”. Insultos, empujones y escupitazos ocasionaron la gresca.
https://www.youtube.com/watch?v=tB93Jr_X1P0
El reconocido músico Lupillo Rivera participó en una contraprotesta en Murrieta y fue víctima de estos ataques y hasta fue amenazado de muerte.
AYER RECIBI AMENAZAS !! HASTA DE BUSCARME EN MI CASA, DE QUE YA SABIAN DONDE VIVO, PERO SABEN ALGO… NI ESO VA A PARAR LO QUE COMENZAMOS
— LUPILLO RIVERA (@LUPILLO8) July 3, 2014
Como en casi todos los debates sociales de EE.UU. se reproduce una polarización entre sectores conservadores y progresistas, identificados con un apoyo implícito al partido Republicano y al Demócrata respectivamente. Por un lado se encuentran los autodenominados patriotas, nacionalistas que rechazan tajantemente la inmigración ilegal —y aún la legal en muchos casos— por un temor infundado sobre la pérdida de puestos de trabajo y valores culturales. Por el otro, se encuentran los defensores de los migrantes indocumentados, muchos de ellos descendientes de mexicanos y centroamericanos que migraron a EE.UU., y se enfocan en pedir a la administración de Obama que se haga cargo de recibir y mantenerlos.
Esta dicotomía lamentablemente impide vislumbrar una solución real a un fenómeno para nada reciente en la historia humana y que ayudó a crear las culturas de hoy. Los inmigrantes tienen tanto derecho como cualquier persona a la búsqueda de la felicidad de manera pacífica, independientemente del lugar o de un documento estatal arbitrario.