EnglishLa presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se reúne este martes 27 con sus ministros por primera vez desde que asumió su segundo mandato al frente del país, con el objetivo de solicitarles un recorte de gastos, como parte de una estrategia de austeridad presentado por el flamante equipo económico del Gobierno.
Los ministros deberán presentar un documento con sus respectivos proyectos y programas para 2015, junto con una lista que detalle los gastos esenciales, diferibles y aquellos que pueden ser eliminados.
“Sé, más que nadie, que Brasil necesita retomar su crecimiento. Los primeros pasos de este viaje son reordenar las cuentas públicas, incrementando el ahorro fiscal; alentar las inversiones y mejorar la productividad”, había dicho la Presidente en el Congreso como parte de su discurso inaugural.
La primera mandataria no ha dado ningún discurso público desde su asunción el 1 de enero, y su última aparición pública fue durante los actos de ascensión al nuevo Gobierno de Evo Morales en Bolivia.
Nelson Barbosa, ministro de Planificación, ya había adelantado a todos los ministros que se prepararan para presentar una lista de los proyectos que tendrá cada área. Barbosa, junto con Joaquín Levy, son los encargados de lograr el plan de reducción de gastos.
El contexto: la crisis brasileña
Para esta nueva etapa en su administración y salir de la desaceleración del crecimiento que venía experimentando el país en los últimos semestres, Rousseff decretó un congelamiento de un tercio de los gastos no obligatorios (los administrativos) de 39 ministerios y algunas secretarías, según publicó el Diario Oficial de la Unión. Tendrá vigencia hasta el que Congreso brasileño apruebe el presupuesto 2015.
De esta manera, el Gobierno de Rousseff apuntará a disminuir el gasto en unos R$1.900 millones (US$712 millones) mensuales.
Entre lo que el Gobierno planea recortar se encuentran los gastos rutinarios (como los viajes de funcionarios públicos e insumos para las oficinas) y las inversiones en infraestructura. No planean cortar, por el contrario, con los gastos en jubilaciones y otros servicios asistenciales.
El ministerio que mantiene mayor gasto de tipo administrativos, unos R$7.000 millones al año (US$2.600 millones), es el Ministerio de Educación.
“Esta medida es necesaria para enfrentar la incertidumbre sobre la evolución de la economía, el panorama fiscal y el calendario legislativo”, había mencionado el ministerio de Planificación, a través de un comunicado.
El banquero Joaquím Levy, nuevo ministro de Hacienda, es el encargado de poner en funcionamiento este nuevo plan austero para la economía brasileña. Su objetivo es alcanzar un superávit en el presupuesto equivalente al 1,2% del PIB (unos US$25.600 millones).
Las medidas, que no se aplicarán a gastos que se encuentran amparados en la Constitución, como los de alivio para desastres naturales, llevarán para Levy a aumentar la confianza de los inversores.
Por lo pronto, estas medidas anunciadas por Rousseff mantienen cierto respaldo por parte de la población brasileña o, al menos, indiferencia, según informó el diario local O Estado de S. Paulo.
El pasado lunes 19, Levy mencionó que aumentarán los impuestos sobre las importaciones, el crédito, los cosméticos y sobre los combustibles. Con esta política piensan recaudar R$20.000 millones en su objetivo de ser fiscalmente disciplinados.
Al mismo día la mandataria vetó una disminución del impuesto de ingreso que ya había sido aprobado por el Congreso.
Por su parte, el senador José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), calificó de “modesto” el ajuste que quiere realizar el ministro Levy.
En una conferencia, Serra declaró que el haría un ajuste fiscal mucho más amplio con foco en todos los contratos del Gobierno, según informó Diario de Pernambuco el 22 de enero.
Para el legislador, si bien no es fácil hacer un ajuste en un momento de recesión, como el que está atravesando Brasil ahora, siempre hay espacio para reducir el gasto.
Además mencionó la necesidad de que este tema se debata en Brasil: “Estoy sorprendido, porque más grave que no tener rumbo es no tener un debate nacional en curso”.