El mundo, hoy, se parece a un gran tablero de parqués en el que cada casilla representa a un país, con la particularidad de que todas las casillas las están convirtiendo en “seguros” para que nadie vaya a la “cárcel”.
Se desarrolla una gran campaña de naturalización y legitimación de las actividades criminales para que dejen de ser consideradas como delitos. De manera paralela se han criminalizado las manifestaciones contrarias a la despenalización de los delitos y a todas las manifestaciones que vayan en detrimento de los intereses de la minoría que se apoderó de la narrativa global.
Es una tendencia global, favorecer a los criminales, protegerlos y facilitar su actividad, mediante acciones concretas como hacer desaparecer a la policía o legitimar el terrorismo urbano con la retórica de los estallidos sociales y la protesta social.
También, se está condenando el uso de armas para poder defenderse de los malhechores, llegando a situaciones tan aberrantes como rechazar la defensa propia para ceder a las pretensiones de los hampones. En la lógica de algunos periodistas y activistas, una persona se debe dejar matar, antes que poder defenderse del que lo quiere matar.
A la par que se convierte en intocables a los delincuentes que pertenecen a ciertos grupos sociales o minorías supremacistas, desvirtuando las graves acusaciones que se hagan en contra de ellos mediante la descalificación de sus víctimas, tratándolas de racistas, antisemitas, misóginos, homofóbicos, xenófobos, transfóbicos o promotores del discurso del odio. La victimización de los criminales.
La estrategia se fortalece, vendiendo la falacia de que una sociedad es más evolucionada y las personas son más inteligentes y pertenecen a la avant-garde porque no consideran como delitos a los más atroces, y propagando la mentira que las sociedades son más evolucionadas si, también, protegen a los animales y a las plantas por encima de los seres humanos.
El activista alemán pro eutanasia, Uwe-Christian Arnold, acusaba a los miembros del Congreso alemán de tener una mentalidad pre-Ilustración cuando no aprobaban las leyes a favor de la eutanasia. Una forma amable de decirle a los parlamentarios, retrógrados, brutos, tarados por no querer aprobar la legalización de la muerte.
En Francia, el Tribunal Administrativo de Clermont-Ferrand, dio la orden de desmontar una antena con tecnología 4G porque estaba afectando la salud de unas vacas. En Inglaterra prohibieron echar al agua hirviendo a las langostas vivas y en Colombia prohibieron la pesca deportiva. También quieren prohibir que los colombianos coman carne y han hecho todo lo posible para prohibir el arte de la tauromaquia.
En Noruega van a meter a la cárcel a Christina Ellingsen por decir que los hombres transgénero no son mujeres y no pueden quedar embarazadas, ni pueden ser lesbianas. En España, llevaron a juicio a José Luis y Mari Nieves, de 80 y 87 años, respectivamente, por manifestarse en contra del aborto. Allá se volvió un delito hacerlo porque se consideran esas manifestaciones de rechazo al aborto como “acoso a las mujeres que se disponen a abortar”.
En Estados Unidos, en Colorado, es legal matar niños hasta pocos minutos antes del parto. Y los activistas fundamentalistas pro aborto han amedrentado en sus casas y han intentado asesinar a miembros de la Corte Suprema de Justicia, después de que se conoció el borrador de una decisión que pretende prohibir el aborto.
En Holanda están llenando el vacío legal que existe porque la eutanasia para niños es permitida hasta los 1,75 años de vida y luego desde los 12,75 años en adelante, mejor dicho, quieren asegurar la muerte legal de los niños, desde el momento de su concepción, porque el aborto es legal en los Países Bajos, hasta que sean adultos.
En Colombia, los magistrados de la Corte Constitucional, sin tener atribuciones para hacerlo, autorizaron matar a los niños hasta que tengan seis meses de gestación. La Corte Constitucional de Colombia ha despenalizado el suicidio médicamente asistido y la Corte Suprema de Justicia de Colombia declaró procedente y válida, la unión marital y la sociedad patrimonial entre niños y adultos que para hacerlo, los niños, no necesitan del permiso de sus padres. A la vez que abolió la objeción de conciencia para las instituciones médicas que, por ende, están obligadas a practicar abortos porque un hospital no tiene conciencia.
Legitimar, despenalizar y naturalizar todos los delitos relacionados con los niños, es un buen ejemplo de la conversión del mundo en un gran tablero de parqués lleno de “Seguros”. El venerable, The Telegraph, publicó un artículo sobre los ‘trasplantes de niños’ y afirma que pueden retrasar el proceso de envejecimiento, basado en un estudio hecho en la Universidad de Stanford donde encontraron que las infusiones de líquido cefalorraquídeo de niños, pueden regenerar el centro de la memoria del cerebro y pueden ayudar a rejuvenecer los cuerpos de los ancianos.
La recolección de sangre y partes del cuerpo de los niños con la esperanza de lograr la inmortalidad ha sido durante mucho tiempo un elemento común a las novelas de terror y a las publicaciones de los que son calificados como “teóricos de la conspiración”, según Sarah Knapton, editora de ciencia de The Telegraph. Aunque suene macabro, dice Knapton, la ciencia está comenzando a descubrir que los “trasplantes de niños” pueden ralentizar el proceso de envejecimiento.
Casi al mismo tiempo de la publicación de la columna sobre la utilización de los niños como fuente de la eterna juventud, en el Festival de Cine de Cannes, se estrenó la película, Crimes of the Future, dirigida por David Cronenberg. La película “muestra escenas de autopsias de niños, intestinos ensangrentados y mutaciones corporales”, según la prensa tradicional dedicada al entretenimiento.
En Cannes estrenan una película sobre un tema que quieren convertir en ficción, aunque la ciencia diga lo contrario. El cine, con su función de bisagra, convirtiendo en ficción la realidad más espeluznante y convirtiendo en realidad la ficción que permita acomodar la realidad a los intereses de la narrativa dominante, como la ficción del cambio climático, de la ida a la luna y de los fósiles que se vuelven petróleo, por ejemplo, que convirtieron en realidad.
No solo el cine cumple esa función, los medios de comunicación tradicionales llevan muchos años convirtiendo en ficción la realidad o, cuando las pruebas son irrefutables, guardando silencio, cuestionando a la fuente de la información y negando los hechos.
En diciembre del año 2018, por ejemplo, Andrew Whalen escribió una columna en Newsweek, What Is Frazzledrip? Fake Hillary Clinton Video Builds on Pizzagate Conspiracy Theory, en la que negó la participación de los Clinton en el tráfico de niños y negó la existencia de un video snuff en el que, supuestamente, aparecía Hillary Clinton y Huma Abedin, su fiel asistente. La prueba reina de Whalen, para poder probar que los hechos eran falsos, fue asegurar que todo se trataba de una “teoría de la conspiración”. Fácil.
En el año 2020, Tara Walsh, la dueña y CEO de Vital Branding, publicó, porque si, en la página de su empresa dedicada al mercadeo, un largo ensayo que tituló, The Dark Virality of a Hollywood Blood-Harvesting Conspiracy, en el que cuenta todas las aberraciones y crímenes que ocurren en Hollywood con los niños, pero en cada párrafo que escribe, advierte que todo es mentira y fruto de la imaginación de los “teóricos de la conspiración”.
Una encuesta realizada en Estados Unidos a finales del año 2021 por el Public Religion Research Institute, muestra que 16,7 % de los estadounidenses cree que, en la actualidad, están siendo gobernados por miembros de una gran secta satánica y de pedófilos. La publicación de los resultados de esa encuesta, antes que buscar respuestas para entender la razón por la que el equivalente a 50 millones de estadounidenses cree eso, desató una gran chacota de los medios de comunicación tradicionales que no dudaron en atribuir esa respuesta a la “teoría de la conspiración”.
Tim Ballard, exmiembro de la CIA que, en su trabajo como agente, descubrió los horrores y atrocidades del tráfico de niños en Latinoamérica, se retiró y fundó Operation Underground Railroad (OUR) para luchar contra ese crimen de lesa humanidad. Bajo la gravedad de juramento, testificó ante el Congreso de los Estados Unidos sobre lo que ocurre en Colombia y en Haití con los niños que son raptados.
Hasta hizo una película autobiográfica que se llama Sound of Freedom. La película se basa en hechos reales ocurridos en Colombia pero, curiosamente, no ha tenido la misma difusión e impacto mediático que tuvo la película Encanto, como si alguien no quisiera que los colombianos la vean. Tal vez, porque podría tener alguna relación con los 39.000 niños que fueron raptados y asesinados en Colombia, crimen que fue ampliamente documentado por Herbin Hoyos, justo antes de su repentina muerte.
Cada vez es más endeble el mono argumento de la “teoría de la conspiración” para negar los hechos y están recurriendo a calificar de post verdad y de mentiras a toda la información que está siendo revelada. Y cada vez aparecen más indicios de que algo atroz está ocurriendo con los niños en el mundo. Esa obsesión por adoctrinar a los niños con el tema de cambiarse de sexo y las manifestaciones violentas de las feministas que giran en torno al #MyBodyMyChoice, es una estrategia para que los niños desde muy pequeños puedan decidir sobre su propio cuerpo sin el consentimiento de sus padres y determinen su género y sus preferencias sexuales, desde antes que tengan uso de razón.
Paso previo para que los niños puedan decidir sobre tener relaciones sexuales con otros niños o, lo más importante, con adultos. Y deje de ser delito porque los niños, sí pueden decidir sobre su género, también van a poder decidir sobre tener relaciones sexuales con adultos o autorizar a que los maten con el suicidio asistido. El “Seguro” permanente para pedófilos e infanticidas que jamás irán a la “cárcel”.