Chile tiene 5 días para definir cuál será el sucesor de la Moneda y para proyectar qué es lo que queremos para el país y cuál es la ruta más confiable.
Sin embargo, la gobernabilidad que tendrá el presidente electo es un tema que no podemos desconocer y que sin duda, tendrá una incidencia importante en las reformas y cambios que vendrán.
Por un lado, está Sebastián Piñera, que contaría con casi la mitad de los senadores, lo que facilitaría la gestión y aprobación de sus iniciativas, a la par darle mayor celeridad a las reformas urgentes que el país necesita.
En contraposición, Alejandro Guillier tendría un escenario más escabroso: una DC destruida y en cuidados intensivos, un PS que aún resiente la espalda que se le dio a Lagos, un PPD que critica la falta de contenido programático en Guillier, un PR totalmente irrelevante y casi carente de representatividad y sobre todo, un Frente Amplio que dice que será oposición y cuya batalla de egos entre sus principales líderes, terminará socavando sus raíces.
La negociación con todos estos sectores no se traduciría ni siquiera en una mayoría simple, lo que vuelve más incierto el panorama.
Ahora bien, en la última semana, hemos sido testigos de una serie de sucesos que sin duda, debería ayudar a algunos, a salir de su indecisión:
Por un lado, las exigencias de Guillier a los medios de comunicación (impresentable considerando que su profesión es periodista) de no aceptar participar en “Candidato llegó tu hora”, si éste era en vivo y en directo y exigir un pre-grabado, cuando todos los candidatos que han pasado por el set, se han sometido a la metodología del programa.
Eludir entrevistas con Radio Bio Bio o exigir un listado con las preguntas a desarrollar, demuestra su incapacidad para respetar las reglas de juego y expone su carácter manipulador y antidemocrático.
Del mismo modo, la descarada y antirrepublicana conducta de Michelle Bachelet al invitar a uno de los candidatos en las inauguraciones de las obras, no solo es la peor intervención en política que se ha hecho desde hace varias décadas en el país; sino que además demuestra que Guillier está dispuesto a todo, incluso a violar los mismos principios de la democracia con tal de ganar unos votos.
Eso último, nos lleva a otro interrogante, ¿la democracia es un fin o es un medio para este sector de la izquierda?
Por su comportamiento y sus reiteradas declaraciones —que no han sido sacadas de contexto—, publicadas en las diferentes redes sociales y pronunciadas por ellos en diferentes escenarios, nos lleva a concluir que es un medio y que cuando esta no está de su lado, simplemente debe ser reemplazada por la fuerza.
Su constante apoyo al régimen de Maduro y su negativa a considerarlo como una dictadura, su discurso en Concepción donde lanzó expresiones como “meterle la mano en el bolsillo” o “que ayuden a hacer patria alguna vez”, refiriéndose a ese grupo de chilenos que con esfuerzo han logrado tener un patrimonio que los categoriza como “ricos”.
No solo nos divide como nación, sino que es la estrategia más básica utilizada por todos los regímenes totalitarios: ver un enemigo común, que siempre son los ricos empresarios, olvidándose, que han sido estos quienes con sus ideas innovadoras, han permitido que la patria viva y supla sus necesidades.
Diferentes estudiosos de la comunicación y la psicología, han concluido que alrededor del 70 % del mensaje que recibimos y que queremos decir, está dado por el lenguaje no verbal.
La clausura de su discurso, pronunciando el mantra del “Che” Guevara, “Hasta la victoria, siempre” acompañado con la respectiva postura corporal, no solo respaldan lo mencionado, sino que ratifican al verdadero Guillier.
¿Es ese el líder que queremos y que creemos que nos llevará a un mejor puerto? No cabe duda que si el discurso verbal y no verbal coincide, es porque el emisor se siente totalmente identificado y ha estudiado tanto el tema, que se ha empoderado de este.
En ese orden de ideas, valdría la pena refrescar un poco la memoria a los chilenos, para que sabiendo qué características tenía Guevara podamos extrapolar con Guillier y pensar nuestro voto: fue llamado “el carnicero de la cabaña” por sus mismos compañeros y mandó a fusilar en la plaza de Cuba a cerca de 500 prisioneros políticos, en tanto le decía a sus camaradas “no demoren estos procesos, ésta es una revolución y las pruebas son secundarias (…) no puedo ser amigo de nadie que no comparta mis ideas”.
El profundo y estudioso periodista, Alejandro Guillier, en numerosas ocasiones ha manifestado que su gobierno será una revolución que profundizará los cambios que Bachelet comenzó, que los superricos son los enemigos naturales del desarrollo y los chilenos honrados, que llegó para derrotar a la derecha, etc; eslóganes que coinciden perfectamente con el comportamiento previo de un típico dictador.
Finalmente, una de las estrategias más utilizadas por Guillier, es decir que con Piñera, “se perderán todas las garantías y conquistas sociales”, ignorando que cuando una democracia es sana y sus instituciones funcionan, no se puede retroceder a tales logros.
El candidato de la Sra. Bachelet ignora que las conquistas sociales se pierden en regímenes absolutistas como el que él o el Ché defendían o ¿acaso olvidan que en Cuba solo hay un partido político? ¿Que está prohibido y tiene sanciones penales hablar mal del régimen? ¿Que las minorías religiosas y LGBTI son fuertemente perseguidos? ¿Que la libertad de circulación, consumo, trabajo, estudio, esta reglada por las disposiciones del gobierno?
La llegada de Alejandro a La Moneda no solo convertiría a Chile en un país ingobernable institucionalmente hablando, sino que los “derechos y conquistas sociales” terminarían de perderse, pasaríamos de una polarización a una dictadura, de la recesión a una crisis y de una democracia mediamente funcional a una “carnicería” donde la posibilidad de disentir comenzaría a estar regulada, para finalmente someterse a una castración.