El ministerio de Justicia de Chile, liderado por la señora Javiera Blanco, ha sido objetivo de escrutinio social debido a los escándalos destapados por la prensa nacional que involucran salarios exhorbitantes, pensiones de retiro astronómicas, tráfico de influencias, abandono de deberes con respecto de instituciones de cuidado infanto juvenil (SENAME) donde deben reformarse los jovenes delincuentes y diferentes movimientos corruptos.
- Lea más: Canciller chileno acusa de doble discurso a su par de Bolivia
- Lea más: Contrario a lo que se cree en Chile, la pobreza no es una virtud
Ante esta situación en la que la ciudadanía exige medidas duras para detener el descarado saqueo que se hace de los organismos del estado por parte de sus funcionarios, el oficialismo ha decidido tomar un rumbo que les de cierto margen de aire político; en conjunto, los partidos políticos de la Nueva Mayoria (coalición gobernante) han acudido a las puertas del ministerio, congregando a la prensa para expresar su “solidaridad” con la ministra Blanco. Es en estas circunstancias en que la ciudadanía manifiesta su desconcierto, pues era de esperar que los grupos políticos del oficialismo hicieran un acto de honor y de autocrítica donde se pudiera apreciar cierto aprecio por la probidad y la honestidad.
Ante toda la evidencia del alto calibre de corrupción manifestado en el ministerio de justicia bajo el mando de la ministra Blanco, quien a su vez es respaldada en plenitud por la presidenta Michelle Bachelet, en vez de llamar a terreno al ministerio y sus funcionario, solo se limitan a “solidarizar”, ya que esto les permite verse como una fuerza política unida, intentando llenar los huecos del dique gubernamental que cada vez se desmorona más.
En lugar de dar un paso al costado y permitir que la justicia investigue los hechos y se ordene el gobierno, la izquierda en chile se une, “estrecha sus filas” con interés de mantener el poder, como ellos mismos lo han predicado por años. Lo importante es mantener el poder y el gobierno y la gestión se ve en el camino, pero si ahora hicieran la autocrítica, se destituyera a los infractores, se limpiara el aparato estatal, tan cerca de elecciones municipales ya un año de las presidenciales, les parece que eso barrería su capital político que ya está comprometido por la absoluta falta de gestión. En este contexto no les queda más que “solidarizar”, pero ¿con qué? ¿acaso solidarizan con la corrupción, con el robo a manos llenas, con el abandono de deberes y el tráfico de influencias? Ante los actos del actual régimen la respuesta es sí. Solidarizan con eso y más porque lo importante es asegurar el poder y el resto ya se irá viendo en el trayecto, porque el poder está por sobre el desarrollo, está por sobre el bien común, está por sobre la gestión, está por sobre la libertad. Lo importante es el poder y que este sea lo mas absoluto posible para poder seguir manipulando las finanzas estatales a beneficio propio. En este contexto han desvirtuado la palabra “Solidaridad” y la han rebajado a “blindaje político”
Otra forma en que se ha rebajado la expresión es en el intento de la izquierda de desarmar el sistema de administración de pensiones en Chile. La discusión se debate entre el sistema de reparto público en que el gobierno dedica parte del presupuesto nacional a un fondo común del cual se repartirá a los jubilado a la hora de retirarse y el sistema privado de autocapitalización, en donde el dinero que se ahorra durante toda la vida laboral, se trabaja y se sigue ahorrando con los puntos de rentabilidad acordados por las partes hasta el momento de la jubilación en donde este ahorro se transforma en pensión ya sea vitalicia o programada. Este sistema se llama AFP (Administradora de Fondos de Pensiones) En este contexto la “solidaridad” vuelve a ser al avatar de la izquierda para poder desarmar un sistema que actualmente le quita un tremendo peso a todos los chilenos y reemplazarlo por uno que dependa del estado.
El discurso es que las AFP roban porque tienen ganancias multimillonarias y muchos cotizantes están ganando menos de un tercio de lo que solían ganar, esto se dice sin explicar las causas, sino esgrimiendo estos resultados como un robo del sistema y no como la desprolijidad de los mismos usuarios.
Los números no mienten: los cotizantes han aportado de su bolsillo USD$50 mil millones y las administradoras han multiplicado por tres esa cifra aumentandola a USD$150 mil millones, aproximadamente, en el fondo acumulado actual, porque las inversiones han sido bien hechas, porque además hay cosas de matemática elemental, como el interés compuesto que permite que estos fondos se multipliquen, de los cuales dos tercios van a los usuarios al final de su vida laboral haciendo que su ahorro aumente. Entonces, ¿por qué hay pensiones tan bajas?
¿Será que el sistema es responsable de lo poco que cotizaran esas personas? ¿será culpable de las lagunas laborales? ¿será culpable de los empleos informales que no cotizan? ¿será responsable de aquellos arreglos entre empleado y empleador donde se acuerda cotizar por menos dinero de lo que ganan? ¿será culpable de que la calidad de vida haya aumentado unos diez años y se estén jubilando en edades laborales? ¿será culpable de las indisciplinas laborales? El tiempo pasa como siempre lo hace y llega el momento de la jubilación y los usuarios se dan cuenta de que obtienen poco porque cotizaron poco; no existe el milagro de obtener dinero del aire.
El gobierno y los partidos de izquierda que lo apoyan vuelven a utilizar la “solidaridad” como avatar. Que se vuelva al sistema de reparto que era “solidario” con todos los chilenos, que hace que las pensiones signifiquen altos salarios al final de la vida laboral, pero ¿qué es lo que realmente pasa con un sistema de reparto? – lo que pasa es lo mismo que en el ministerio de justicia, estos fondos “solidarios” en que el estado administra su dinero, el mismo estado hace desaparecer dicho dinero porque tiene acceso al mismo, por las razones que sea, porque el barco hace agua y hay que mantener el poder con regalías sociales utilizando el dinero de donde sea posible.
Ya pasó en argentina, donde los dineros se robaron por parte del estado y jamás fueron devueltos. En Chile ya se demostró que quienes gobiernan no tienen la probidad necesaria, sobretodo si son de izquierda, pues en el mundo privado no tienen oportunidad económica, así que ven al estado como un botín de guerra. En este relato, la “solidaridad” es solo una excusa para hacerse del dinero de las personas así como se ha estado haciendo en el ministerio de justicia dejando los restos ínfimos del botín, lo que sobra, las migajas al pueblo y en este contexto otra vez se rebaja el significado de la palabra “solidaridad”
Chile debe despertar a la realidad. El Estado no es la solución para todo, no es un séquito de ángeles que buscan únicamente nuestro bien, porque el poder sí o sí corrompe. Ya es hora de que en Chile se tome conciencia, se exija socialmente la probidad como un mínimo y la falta a eso se castigue a través del voto, que además se permita a la palabra solidaridad volver a significar ayudar a otros sin interés personal, sino por la satisfacción de ver al otro lo mejor posible.