Desde hace algunos años la palabra “feminicidio” se ha vuelto muy popular. El término hace referencia a un crimen de odio, es el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer. Sin embargo, en los medios de comunicación, y en las declaraciones de feministas, simplemente se utiliza la palabra para referirse a cualquier asesinato en el que la víctima sea mujer.
Debería ser claro que cuando un hombre mata a su esposa en un ataque de celos no es un feminicidio. Tampoco se puede decir que un hombre que, por ejemplo, asesina a su expareja por dejarlo es alguien que odia a las mujeres.
No me queda duda de que la utilización indiscriminada del término, por lo menos por parte de las feministas, obedece a una estrategia para crear una guerra de sexos, victimizarse y de ese modo conseguir beneficios.
Ante la propaganda insistente de las feministas de que los hombres nos están matando solo por ser mujeres, es entendible que cada vez más jóvenes sientan por lo menos rechazo y prevención ante los hombres.
Y es que si fuera cierto que los hombres matan a las mujeres solo por el hecho de ser mujeres, incluso yo estaría dispuesta a darle la razón a esas feministas que gritan “muerte al macho”. Tendrían motivos para promover el asesinato de hombres antes de que nos maten, en ese caso sería una cuestión de defensa propia.
Pero las cosas por supuesto no son así. Cualquier mujer honesta, en Colombia y en el mundo occidental, si se pone a reflexionar sobre su experiencia reconoce que la mayoría de los hombres que han hecho parte de nuestra vida o con los que nos cruzamos a diario son personas buenas y decentes, por supuesto no quieren violar y matar mujeres.
Pero las feministas hablan de unas “estructuras” que hacen que los hombres ejerzan “violencias” sobre las mujeres. Lo que quieren estos grupos es que todas nos sintamos víctimas y veamos a los hombres como abusadores naturales. Por eso, hoy en día, así como cualquier asesinato de una mujer cometido por un hombre es feminicidio, casi cualquier cosa es abuso y violencia de género.
Por ejemplo, si un hombre usa mucho el control de la tv eso es un “micromachismo”. También, que los hombres abran mucho las piernas cuando se sientan en el autobús es una forma de violencia contra la mujer. Luego está el ya famoso “mansplaining”, según las feministas los hombres constantemente creen que saben más que las mujeres y por eso intentan explicarles cosas que ellas ya saben. Simplemente que un hombre intente explicar algo a una mujer es violencia.
Estas cosas por supuesto no se me han ocurrido a mí, son los ejemplos de “violencias machistas” que dan las feministas. Aunque acá podría estar cometiendo una redundancia porque alguna vez le escuché a una líder del feminismo decir que toda violencia es machista…
El punto es que, insultando a quienes de verdad han sufrido abusos, para las feministas, hoy todo es violencia de género y todos los asesinatos de mujeres por parte de hombres son feminicidios; ocurren porque los machos nos odian.
Habrá algún caso en el que un hombre efectivamente haya matado a una mujer porque odia al sexo opuesto, pero la mayoría de los casos que las feministas llaman “feminicidio” no tienen que ver con eso, ocurren en situaciones de celos y peleas de pareja.
Y esos crímenes por supuesto hay que castigarlos. Pero una cosa es decir que algunos hombre sufren problemas de celos y no pueden controlar su ira, y otra es decir que “los hombres nos matan por el solo hecho de ser mujeres”.
Pero estas mujeres no solo están creando una guerra de sexos diciéndole a sus congéneres que los hombres son potencialmente peligrosos y que todos creen que nos pueden violar y matar porque somos mujeres, sino que están desviando recursos hacia supuestas soluciones que no van a funcionar, porque el problema no es que los hombres nos odien.
Lo que muestran los datos es que los factores, como la falta de justicia, que hacen que hombres maten mujeres, son los mismos que propician el asesinato de hombres. No se necesitan medidas diferentes para atacar lo que llaman “feminicidio”. Como se puede ver en la gráfica, cuando baja uno, también baja el otro.
Pero esto no solo sucede en Colombia. Según un informe de la Geneva Declaration of Armed Violence and Development “Los países con índices altos de homicidios también experimentan típicamente índices más altos de femicidio”.
La solución no es educar a los hombres para que supuestamente dejen de odiar a las mujeres. Lo que hay que hacer es aplicar los conjuntos de medidas que se aplican en los países donde el número de asesinatos es bajo.
No se trata de educarlos para que se eliminen las tales “estructuras patriarcales”, se trata de tener una justicia que funcione, que capture a los asesinos, tanto de hombres como de mujeres. Porque si nos vamos a los datos otra cosa que también es evidente, además de que los asesinatos de hombres y mujeres se comportan del mismo modo, es que los hombres son las principales víctimas de violencia.
Además, la justicia debe ser eficiente no solo en castigar sino también en prevenir. Por ejemplo, se deben hacer cumplir las órdenes de alejamiento y cualquier tipo de restricción que se haya impuesto a quien represente una amenaza. En un país en donde el que la hace la paga, un hombre pensará dos veces antes de matar a su vecino por cualquier discusión, así como antes de matar a su novia en un ataque de celos.
Hace poco, una feminista me contó muy orgullosa que en Colombia ya se estaba avanzando en darle capacitación sobre violencia de género a trabajadores de la Fiscalía. Por experiencia propia sé que en nuestro país poner una denuncia en la Fiscalía no tiene ningún efecto. La justicia en Colombia no funciona. Eso sí, tranquilos que ahora los trabajadores de la Fiscalía van a saber qué es “mansplaining”.
Pregunto: ¿no sería más útil destinar esos recursos a hacer que las leyes se cumplan? ¿No sería mejor desde la sociedad civil hacer campañas para que se respete la vida de hombres y mujeres?
Las feministas deben entender que, según los datos, las mujeres no son el principal blanco de violencia y no hay un complot para matarlas. La mayoría de los hombres, como la mayoría de las mujeres, son buenas personas.
Decir que los hombres matan mujeres porque las odian no solo crea una guerra de sexos y hace que injustificadamente las mujeres vean a los hombres como un peligro, sino que lleva a desviarse de las verdaderas causas de la violencia.