Respuesta a Eduardo Mackenzie
En el texto que reproducimos en la parte inferior de esta página, Eduardo Mackenzie acusa al PanAm Post de falta de ética periodística y de querer “matar una segunda vez” a Julie Hyunh, una de las víctimas del atentado del Centro Andino, por publicar el dictamen inicial de un experto que consultamos (Mackenzie escribe “un experto” entre comillas) acerca del ataque terrorista. Según Mackenzie, a la opinión del experto que consultamos no se le debe dar “un soplo de seriedad” porque no fue “testigo presencial” del atentado, y porque “no tiene nada en sus manos” en cuanto a “documentos y elementos de prueba que le permitan hacer” sus deducciones.
En primer lugar, si parte de la crítica de Mackenzie es el anonimato de nuestra fuente, aclaramos que esta es una práctica común en el periodismo y que periódicos de primer nivel mundial como The New York Times la utilizan regularmente. Nuestra decisión es proteger la identidad de nuestra fuente, y a la vez confiamos del todo en su criterio dada su experiencia en una entidad gubernamental de inteligencia respetada a nivel mundial.
Segundo, la declaración de Mackenzie según la cual las declaraciones de nuestra fuente deben ser descartadas porque dicha fuente no fue un “testigo presencial” del atentado no tiene ningún sentido. Si un experto en asuntos antiterrorismo necesariamente tuviera que ser testigo presencial de los actos terroristas que investiga para tener credibilidad, ínfimo sería el número de personas con autoridad para analizar estos asuntos.
El punto de que nuestra fuente no tiene acceso a “documentos y elementos de prueba” oficiales es cierto, pero Mackenzie no reconoce el hecho que, a nivel internacional, hay un protocolo a seguir tras un ataque con una bomba, y uno de los primeros pasos que deben tomar los investigadores es determinar si una de las personas más cercanas al artefacto que estalló lo cargaba o manipulaba en el momento de la explosión. Por lo tanto, la primera víctima es la primera persona cuya participación en el ataque se debe confirmar o descartar, lo cual requiere un análisis de los resultados de la autopsia. Como mencionamos en el artículo, las autoridades no se habían pronunciado al respecto frente a la opinión pública hasta ese momento.
El 20 de junio, un día después de la publicación de nuestro artículo, RCN publicó un tuit según el cual “Medicina Legal luego de prueba atómica no encontró rastros de explosivos o químicos en los cuerpos de las víctimas del Atentado en Andino”. Como escribimos en este artículo que publicó el PanAm Post ayer, 21 de junio, “esta es una señal de que la investigación está avanzando” y que ninguna de las víctimas estuvo involucrada. También esperamos que se confirme esta tesis. No obstante, vale la pena aclarar que, según un artículo del diario Vanguardia del 20 de junio, el director “de Medicina Legal no entregó detalles de las necropsias, pues dijo que el informe fue entregado a la Fiscalía General, encargada de adelantar la investigación”. ¿Existe acá una contradicción?
Aparte de lo anterior, una investigación seria a nivel mundial de un caso de terrorismo toma en cuenta otros factores que hayan podido influenciar la decisión de cometer el acto terrorista. Entre estos factores están las señales de alarma que arroje cada una de las personas identificadas cerca de la explosión. Según nuestra fuente, en este caso, para cualquiera de estas personas su contacto cercano con individuos anteriormente involucrados en la lucha armada es una señal de alarma. También lo es su presencia en un campamento de una guerrilla que ha cometido actos similares al del sábado a través de su historia. Pese a otros viajes que haya hecho, su reciente visita a un país cuyo gobierno ha impulsado y apoyado a grupos armados como el ELN y las FARC también es una señal de alarma.
¿Es alguna de estas señales de alarma por sí sola una prueba contundente de culpabilidad? Por supuesto que no, y no lo insinuamos en el artículo, en el cual escribimos que Cuba es “un popular destino turístico”. Por lo tanto una visita a esa isla no convierte a nadie en terrorista. También mencionamos que, por supuesto, “la mayoría de europeos” jóvenes que hacen trabajo social en Colombia “no se convierten en terroristas”. Y vale la pena aclarar que el PanAm Post en ningún momento cuestionó el trabajo ni los valores altruistas de la ONG donde trabajó Julie Hyunh. Se puede agregar que, obviamente, una visita a un campamento de las FARC tampoco conduce necesariamente a que el visitante adopte su ideología, ni su metodología. No obstante, según nuestra fuente, la presencia de las señales de alarma mencionadas en este caso se unen al factor de la cercanía a la bomba. Por lo tanto, rápidamente se debe aclarar la inocencia con base en pruebas de la persona más cercana a una bomba en el momento de su explosión. Esto es precisamente lo que informa el artículo.
Para Mackenzie, la presencia de un familiar en el lugar en el que estalla una bomba es de facto exculpatorio para cualquier sospechoso. Sugiere lo mismo en términos de nacionalidad, edad, trabajo previo o condición de estudiante. Pero una investigación seria en un caso de terrorismo no llega a tales conclusiones de manera inmediata. De hecho, la responsabilidad de los investigadores consiste en no descartar ninguna posibilidad por ninguna razón; ni por corrección política, ni por diplomacia, ni por sentimentalismo.
En cuanto a la afirmación de que “el ‘experto’ (que cita el PanAm Post) sabe poco acerca de la dinámica aleatoria de los gases producidos por una explosión”, Mackenzie puede tener razón. Sin embargo, como ya aclaramos, el PanAm Post publicó las declaraciones de la fuente porque basa su análisis en su trabajo en una entidad de inteligencia respetada a nivel mundial.
Mackenzie también escribe que “las sospechas se dirigen hacia un grupo terrorista conocido como MRP, una supuesta disidencia del ELN. Su artículo deja de lado esos elementos. ¿Por qué?” No obstante, el artículo del PanAm Post expresamente menciona tanto al MRP como al ELN como sospechosos de haber cometido el atentado según BBC Mundo. Mackenzie lo omite.
Otra de las críticas de Mackenzie al artículo del PanAm Post es que “un periodista inglés, Richard Emblin, según la revista Semana, explicó que su esposa y su suegra ‘vieron a un hombre alto y raro que estaba en el baño de las mujeres’ del centro comercial, poco antes del atentado. ¿Por qué ese hecho no es mencionado por ustedes?”
Sin embargo, el PanAm Post escribió lo siguiente: “si la bomba iba a ser armada en el baño de mujeres, ha tenido que ser una mujer la persona a cargo de hacerlo. Esto descartaría la tesis que ha aparecido en medios como Semana según la cual un hombre sospechoso ingresó al baño de mujeres del segundo piso, presuntamente para dejar la bomba activada bajo la letrina o en una caneca de la basura”.
Por ende, Mackenzie nos acusa de no mencionar la información que había publicado Semana cuando claramente lo hacemos.
En cuanto a la versión de que ciertos hombres, según testigos, entraron a los baños del segundo y tercer piso del centro comercial, Blu Radio reportó el 20 de junio que, “de acuerdo a los nuevos detalles de la Fiscalía, una mujer habría sido la responsable de activar el explosivo y, adicionalmente, se habría presentado un error de la programación, pues, al parecer, la activación del explosivo estaba programada para las horas de la madrugada”.
Esto confirmaría lo que argumenta nuestra fuente en el artículo del PanAm Post en términos que, si la bomba estalló en un baño de mujeres, lo lógico sería que una mujer la depositara o activara, porque al hacerlo un hombre despertaría sospechas por razones obvias. También confirmaría la tesis de nuestra fuente de que el plan de los autores no era hacer detonar el explosivo en el momento en que estalló. Nuestro artículo sugiere que el posible objetivo era que la explosión se diera en medio del centro comercial para causar aún más daño del que hizo. Según Blu Radio, la intención de los autores, y la emisora menciona que las sospechas caen sobre el MRP, era que el explosivo se detonara en la madrugada, aunque no indican el lugar donde ha debido estallar según sus planes.
La información de los testigos también habría ayudado a producir los retratos hablados que se filtraron a la prensa el 20 de junio. No obstante, horas después de publicados dichos retratos hablados, la Fiscalía y la Policía emitieron un comunicado en el que, como resume Semana, “bajaron la expectativa” de su veracidad, afirmando “que la razón por la cual no han sido oficiales es porque aún no han llegado a un nivel de coincidencia con lo que afirman los testigos circunstanciales que colaboran con las autoridades”.
Tales afirmaciones dejan más preguntas que respuestas, entre otras razones porque, tras atentados recientes en países europeos, las autoridades han divulgado imágenes de los sospechosos basadas en cámaras de seguridad horas después de los ataques. Como han afirmado numerosas personas, el Centro Andino cuenta con múltiples cámaras de seguridad. La pregunta crucial que surge (una pregunta que no hace MacKenzie), es: ¿por qué hasta el momento la opinión pública no sabe nada acerca de la información que brindaron dichas cámaras el sábado pasado?
Por otro lado, en términos de material probatorio, el retrato hablado no es suficiente para determinar culpabilidad.
Mackenzie agrega que el PanAm Post “deja de lado otro punto crucial: ¿qué hacia un camión blindado de la empresa Prosegur al frente de la puerta del centro Andino en los momentos del atentado? Esa firma, Prosegur, presta servicios de protección a jefes de las Farc durante su actividad civil en Bogotá y está dirigida por un polémico coronel (r.) que fue destituido del Ejército “por cinco falsos atentados”, según la revista Las 2 Orillas.
La respuesta es que a la hora de publicar el artículo (19 de junio a las 3:33 p. m.), nadie de nuestro equipo había encontrado esa información. Es más, hoy jueves, 22 de junio, nos pusimos a la tarea de rastrear dicha información y lo único que encontramos fue un tuit publicado el 19 de junio a las 10:27 p. m. en el que el autor cuestiona la relación del camión con el atentado usando como evidencia unas imágenes de muy mala calidad. Es decir, MacKenzie pretende que los editores del PanAm Post incluyan en el artículo publicado el 19 de junio a las 3:33 p. m. una información que un tuitero hizo pública poco menos de siete horas después.
Coincidencia o no, ¿Qué hacía un vehículo de Prosegur (encargados seguridad Farc), en El C.C. Andino, el día del atentado? pic.twitter.com/KheGTXgXqH
— RodríguezArévalo∴ (@RodriguezCRhaul) June 20, 2017
Según Mackenzie, somos cobardes, viles y repugnantes por presentar la opinión de un experto en la lucha contra el terrorismo que, según nuestro criterio, era importante que conociera la opinión pública. En nuestra opinión, lo irresponsable hubiera sido guardar dicha información y no cuestionar las versiones oficiales y contradictorias de las autoridades, tal como han hecho otros medios.
Aunque Mackenzie y otras personas han acusado al PanAm Post de culpar directamente a una víctima de haber cometido el atentado del Andino, esto no es cierto. Como escribimos ayer, el propósito de nuestro artículo no fue desprestigiar a Julie Huynh, una de las víctimas del atentado sea cual sea la verdad acerca de los culpables, cuya familia merece condolencias. Tampoco declaramos que sea culpable.
Y esperamos que no lo sea. Simplemente presentamos un análisis de un experto en seguridad basado en la cercanía a la bomba de la víctima (y las implicaciones que esto tiene en cualquier investigación seria) junto con las señales de alerta. Según nuestro criterio, nuestro deber es informar al público acerca del protocolo a seguir en una investigación tras un ataque terrorista y exigir que se lleve a cabo de manera transparente.
Mackenzie lanza una grave acusación contra el PanAm Post al decir que “asume una irresponsabilidad política: desviar la atención sobre los verdaderos culpables de ese crimen”. No obstante, el PanAm Post, en sus distintos análisis acerca del atentado, en ningún momento ha pretendido actuar por fuera del marco informativo otorgado por las autoridades públicas y por el gobierno. En los textos que hemos publicado durante esta semana acerca de la explosión, es evidente una investigación seria y analítica del proceso investigativo, con el uso de datos y fuentes oficiales del gobierno y de medios de comunicación, haciendo énfasis en que los datos son susceptibles de ser falsables.
Por otro lado, contrario a lo que afirma Mackenzie, el derecho de inocencia como derecho fundamental en la legislación colombiana e internacional no se transgrede en las investigaciones realizadas por el PanAm Post, especialmente porque la presunción de inocencia es vigente desde el momento en que haya una imputación.
Es claro que la carta de MacKenzie nace desde la indignación que causa un atentado terrorista y la empatía que se siente hacia las víctimas de dicho acto, y es completamente entendible. Sin embargo, cuando la seguridad ciudadana está bajo peligro y las autoridades no brindan información satisfactoria y oportuna, el deber de los medios independientes es informar a la ciudadanía y cuestionar al poder para que demuestre resultados concretos, alejados de cualquier sentimiento que intente descartar factores potencialmente importantes para el caso.
Finalmente, le agradecemos a Eduardo MacKenzie por su carta, la cual nos brindó la oportunidad de responderle y aclarar dudas acerca de nuestro artículo. Esperamos con anhelo que la ciudadanía pueda conocer muy pronto la verdad acerca de este acto terrorista, el cual condenamos de la manera más enérgica.
Carta de Eduardo Mackenzie
20 de junio de 2017
Réplica a PanamPost y a Daniel Raisbeck, director
Estimado Daniel,
Me parece lamentable que PanamPost, en lugar de hacer una investigación rigurosa sobre el atentado ocurrido el sábado pasado en el centro comercial Andino de Bogotá, se dedique a hacerle eco a las especulaciones más absurdas y señale como posible culpable de esa atrocidad a alguien que hasta hoy, y hasta que no haya prueba en contrario, no es más que una víctima del mismo, la estudiante francesa Julie Huynh.
Ustedes dicen basarse en declaraciones de “un experto” anónimo que cree saber más que los investigadores judiciales (aunque él no dice estar en Bogotá siquiera) y que sugiere que Huynh “sostenía el explosivo”, que “intentaba armar la bomba o manejarla en ese instante” y que, finalmente, el artefacto estalló accidentalmente. ¿Ese experto fue testigo presencial de ese cruel episodio? No. ¿Ha recibido documentos y elementos de prueba que le permitan hacer esa deducción? No. Fuera de las fotos que la prensa ha difundido, el “experto” no tiene nada en sus manos, y está haciendo conjeturas irresponsables en el aire.
En otras palabras, al darle un soplo de seriedad a esas suputaciones, PanamPost está tratando, quiéralo o no, de matar una segunda vez a Julie Huynh. Después de que un terrorista le cegara la vida a Julie Huynh y a dos colombianas, ustedes, sin plantearse ningún problema de ética, tratan de lanzar el oprobio y destruir el honor a esa víctima, con especulaciones basadas en nada.
Su decisión de no respetar el principio de la presunción de inocencia de una víctima del terrorismo me parece repugnante. Hasta hoy había seguido con entusiasmo el trabajo periodístico de PanamPost. Después de este articulo comienzo a dudar sobre la seriedad de su proyecto.
El “experto consultado” silencia un hecho: que un periodista inglés, Richard Emblin, según la revista Semana, explicó que su esposa y su suegra “vieron a un hombre alto y raro que estaba en el baño de las mujeres” del centro comercial, poco antes del atentado. ¿Por qué ese hecho no es mencionado por ustedes?
También Pan Am Post deja de lado otro punto crucial: ¿qué hacia un camión blindado de la empresa Prosegur al frente de la puerta del centro Andino en los momentos del atentado? Esa firma, Prosegur, presta servicios de protección a jefes de las Farc durante su actividad civil en Bogotá y está dirigida por un polémico coronel (r.) que fue destituido del Ejército “por cinco falsos atentados”, según la revista Las 2 Orillas.
Basada en informaciones del CTI y de la Sijin, Noticias Caracol reitera, además, que hay una pista que habla de un hombre que ingresó en el baño de las mujeres del segundo piso del centro. Y que las sospechas se dirigen hacia un grupo terrorista conocido como MRP, una supuesta disidencia del ELN. Su artículo deja de lado esos elementos. ¿Por qué?
Centrar en últimas su análisis sobre la autoría material del atentado del Andino en una persona que murió en ese trance, y que por ende no puede defenderse, es de una cobardía inaudita. Es una vil acusación la que lanzan contra esa estudiante francesa. Vil pues no hay ninguna prueba material que les permita incriminarla.
Dejar de lado las otras pistas es otro error de su investigación, para no decir que es una falta grave. Su misterioso “experto” sugiere que Julie, para fabricarse una “coartada”, habría llevado a su propia mamá al lugar donde el explosivo iba a ser detonado. ¿No es eso una hipótesis totalmente demente? ¿Qué sabe el tal “experto” de la personalidad y de la trayectoria política de Julie Huynh? Nada que no haya dicho ya la prensa.
Nada permita pensar que ella era una terrorista avezada y cínica capaz de llevar a su mamá al lugar del atentado a sabiendas de que ella, su madre, correría peligro y hasta sería muerta o herida. Pues eso fue lo que le ocurrió a la señora Nathalie Nadine Veronique Levrand: fue herida por la explosión y llevada a una clínica, mientras el cuerpo despedazado de su hija de 23 años era llevado a Medicina Legal.
El artículo parece obnubilado con la idea de que Julie Huynh es una especie de Tanja, la terrorista holandesa de las Farc. ¿Debemos ver así en Colombia a todos los cooperantes franceses y europeos que llegan a ayudar a los más pobres? ¿Caer en semejante paranoia es digno de un redactor de PanamPost?
Es muy confuso eso de creer que Julie, por haber viajado a Cuba, puede ser una terrorista “entrenada” allá. ¿Por qué PanamPost diseca únicamente el viaje de Julie a Cuba? PanamPost sabe, pues Semana lo había escrito antes, que la estudiante había viajado a varios países, como hacen decenas de miles de estudiantes franceses hoy en día, para hacer pasantías humanitarias y adelantar trabajos con gran generosidad y desprendimiento. Ella viajó, pues, a países como Vietnam, Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Holanda, Marruecos y Bélgica. Su artículo omite ese detalle, pues éste rompe el esquema del “turismo revolucionario” que subyace a la teoría complotista del pretendido “experto” consultado por PanamPost.
Ese “experto” dirá: muy sospechoso que haya viajado a Vietnam, país comunista, donde también pudo haber sido entrenada en terrorismo. Tonterías. ¿Todos los turistas que visitan esos dos países deben ser vistos como sospechosos? Vietnam y Cuba son dos destinos turísticos relativamente baratos y lingüísticamente compatibles, y por eso son muy frecuentados por los jóvenes franceses. Además, una parte de las raíces familiares de Julie Huynh son probablemente vietnamitas. ¿Sabía eso PanamPost?
No todo lo que dice el artículo de PanamPost es tendencioso. No digo eso. El artículo en cuestión recuerda al menos que el coronel (r.) John Marulanda, ese sí un reconocido analista y experto en seguridad, declaró al diario El Colombiano que “la foto que hay de la herida [de Julie Huynh] demuestra que el explosivo actuó muy cerca de ella, no pegado a ella”, razón por la cual él, Marulanda, no se arriesga a decir “si [Julie] está implicada en el incidente o si simplemente fue una persona que estaba ahí”. ¡Que contraste entre la prudencia de John Marulanda y los delirios del pretendido “experto” anónimo consultado por PanamPost!
Contra lo que dice John Marulanda, el “experto” anónimo deduce que “si la caneca del baño estaba situada a los pies de Huynh y hacia la pared, donde usualmente se encuentran las canecas en los baños del Andino (es decir, al lado opuesto la puerta de la cabina), una explosión en ese lugar no hubiera lanzado a la joven hacia ‘la pared trasera del baño que ocupaba’”. Esa tesis muestra que el “experto” sabe poco acerca de la dinámica aleatoria de los gases producidos por una explosión. Estos pueden tomar direcciones insólitas y no las que se imagina el profano. En ello cuenta la forma de fijación del explosivo, los obstáculos encontrados por los gases, la temperatura alcanzada por éstos, la temperatura y corrientes del lugar durante la explosión, etc.
“Otra posibilidad es que Huynh haya sido utilizada por los actores criminales”, dice PanamPost. Ella habría, en esa teoría, transportado la bomba sin saberlo. ¿Por qué el redactor del artículo no se preguntó que la misma cosa se puede predicar de las dos mujeres que perecieron en el baño? No lo dice pues el objetivo de PanamPost es fijar la atención sobre la joven francesa.
Al hacer eso, PanamPost asume una responsabilidad política: desviar la atención sobre los verdaderos culpables de ese crimen. Echarle la culpa a alguien que no puede defenderse y que es caricaturizado como “sospechosa” por haber ayudado una Ong de un barrio pobre, cuyos miembros son calificados sin más de “guerrilleros desmovilizados” por PanamPost y, finalmente, menospreciar las otras posibilidades conocidas de explicación, es asombroso.
Aún si la Ong Proyectar sin Fronteras trabaja con “guerrilleros desmovilizados” eso no autoriza a nadie a lanzar intrigas, sin respaldo material alguno, sobre sus miembros y mucho menos sugerir que la cooperante francesa que estuvo con ellos durante seis meses era una terrorista decidida a matar padre y madre –como el artículo propone– por la construcción del comunismo. Quienes conocemos algo del fenómeno Farc y de otras variantes del comunismo totalitario las cosas no son así de simples.
Es raro que una publicación web que parecía comprometida con la lucha por la democracia en el continente se halle metida ahora en este impasse. Espero sinceramente que PanamPost logre salir del pantano moral e informativo en que se ha metido.
Cordialmente,
Eduardo Mackenzie
Periodista