El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quiere mantenerse cercano a los regímenes dictatoriales de la región. Lo admitió hace tres meses cuando defendió al dictador venezolano Nicolás Maduro frente a medios internacionales y lo reitera ahora que envía a su asesor especial, Celso Amorim, a Cuba para rendir pleitesía al castrismo.
A Amorim se le ve cómodo sentado en el sillón del Palacio de la Revolución mientras intercambiaba palabras con Miguel Díaz-Canel este 18 de agosto. Supuestamente hablaron de próximos acuerdos bilaterales. Adicional a eso, el asesor de la presidencia brasileña llegó con un mensaje, el de “reaproximarse” a Cuba.
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De esta manera, la relaciones entre Brasilia y La Habana dan un giro de 180 grados si se les compara con el anterior periodo presidido por Jair Bolsonaro, quien se alejó del castrismo debido a la grave violación los derechos humanos contra los ciudadanos cubanos y la baja rentabilidad que posee la isla para hacer negocios. A eso, le añadió la esclavitud que padecen los médicos enviados a otro países, usados por el castrismo como mano de obra de exportación y fuente de ingresos. Dados sus nexos ideológicos con el fallecido Fidel Castro, no resulta una sorpresa que Lula da Silva decida ir por el camino opuesto.
Lula y el castrismo: viejos amigos
El actual presidente de Brasil envió una carta a Cuba con su pedido, según Celso Amorim. “El hecho de que me haya enviado con una carta al Presidente [Díaz-Canel], simboliza el deseo de reaproximar a Brasil con Cuba. Volver a mejorar, si es posible, la relación, que era muy cercana y que seguirá siendo así”, dijo.
Lula busca “hacer de la relación entre Brasil y Cuba una relación ejemplar (…) que contribuya también para la paz en la región”. Eso, a pesar de que hechos comprobables e informes independientes dejan por sentado que de la mano de los gobiernos socialistas, aumenta la violencia, el narcotráfico y la presencia de grupos terroristas.
Lo cierto es que nada de lo anterior importa cuando se trata de viejas amistades. Luiz Inácio Lula da Silva junto a Fidel Castro fundaron en 1990 el Foro de Sao Paulo para reorganizar al socialismo tras la caída del Muro de Berlín y la inminente extinción de la Unión Soviética. El grupo nació para mantener a flote sus ideas izquierdistas, extenderlas en los venideros gobiernos y así, crear alianzas que les permitieran preservar en el poder.
Años después, siendo presidente, Lula da Silva fue el mayor interesado en que el gigante brasileño Odebrecht, financiara obras en la isla. Ocurrió a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes) de acuerdo con la denuncia posterior que hizo Marcelo Odebrecht en el marco de la Operación Lava Jato y que llevó a Lula a la cárcel por delitos de corrupción. La justicia lo condenó a 17 años, un mes y diez días de prisión, de los cuales solo cumplió 19 meses por decisión del aparato judicial de su país.
Próximo encuentro de dictadores
La agenda de Celso Amorim, enviado de Lula, también incluyó una reunión con el canciller cubano Bruno Rodríguez reafirmando “la voluntad de fortalecer las relaciones bilaterales”. Posiblemente, otro propósito de dicho viaje haya sido cerrar filas debido a que el próximo mes se celebrará en la isla la cumbre del Grupo de los 77 más China (G77 + China).
Se espera que sea un gran encuentro de dictadores como Daniel Ortega de Nicaragua, Nicolás Maduro de Venezuela, Xi Jinping de China y Ebrahim Raisi de Irán quienes se encontrarán bajo el lema de este año denominado “Retos actuales del desarrollo: papel de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación”. Díaz-Canel dijo hace poco que la ocasión servirá “para reforzar nuestra unidad y decidir acciones colectivas y prácticas en el enfrentamiento eficaz a los retos contemporáneos”.