La presencia de Jerry Seinfeld, no solamente en el rol estelar, sino en la dirección y producción de Unfrosted, ya era garantía de éxito para Netflix, como lo terminó siendo. Aunque tiene críticas dispares, la película que trata sobre la historia detrás de uno de los más icónicos productos de Kellogg´s, es desde hace unas semanas una de las más vistas.
¿Cómo salieron las Pop-tarts al mercado? ¿Conoceremos la verdadera historia de las tartas precocidas y rellenas viendo la última película de Seinfeld? Lo cierto es que no. Al menos no con exactitud. Aunque se trata de un marco general de hechos históricos verídicos (la competencia entre dos grandes empresas y la puja detrás de un producto que revolucionó el mercado), todo es ficción. Lo original de la propuesta es que, detrás de esa ficción notoriamente sobreactuada desde lo artístico, se esconden cuestiones más que verdaderas de Estados Unidos, el mundo y las empresas alimentarias durante la década del sesenta.
Para empezar, hay que reconocer que la película está muy bien ambientada en la época. Desde el vestuario, la estética y todo lo que entra por la cámara tiene una buena impresión de los Estados Unidos en tiempos de John F. Kennedy y los momentos más complicados de la Guerra Fría. Tal es así que lo único que hace ruido es la presencia de un Seinfeld maduro y canoso por aquellos años, cuando todos identificamos su presencia con un personaje muy concreto en su juventud en la inmortal serie de la década del noventa. Claro que esta es una cuestión sobre la que no se puede hacer absolutamente nada.
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Aunque el comediante ya es una leyenda, sabe que jamás podrá superar aquella serie noventosa, que significa tanto para tanta gente. El que esté buscando esto, o risas similares con momentos de carcajadas como ocurre con la famosa sitcom, que no pierda el tiempo con Unfrosted.
Lo que sí podemos encontrar en la película es una propuesta original con respecto a algo concreto. Generalmente cuando uno ve una historia basada en hechos reales busca que la producción se asemeje a los sucesos como realmente sucedieron en la vida real. Aquí no pasa nada de esto. La historia real es solamente un marco para contar el cuento y todo es una ficción que pretende engañar a nadie. Allí se transita una frontera delicada con el absurdo, donde no siempre la película cumple con el objetivo de quedarse en la frontera.
Lo interesante es que detrás de todos los sucesos cómicos, la historia real-ficticia permite evidenciar de forma muy seria las cuestiones históricas y de actualidad que se hacen presentes en la película: la dudosa sanidad de los alimentos aprobados por la FDA, las mafias que pueden llegar a ser los sindicatos y los bemoles de un Estados Unidos que comienza a reírse y aceptar una historia que dista de ser perfecta. Es que la película tiene tiempo hasta para tomar un personaje real (el creador de los Sea Monkeys) para adaptarlo y recordar lo que el país (y hasta la Argentina) hicieron con los nazis que les podían llegar a servir, luego de la Segunda Guerra Mundial.
Lo más sólido de Unfrosted es el elenco, con grandes figuras que cumplen con sus roles secundarios, donde dicen presente desde Hugh Grant hasta Peter Dinklage.
Como dijimos, no busquen las carcajadas de Seinfeld. Se trata de algo muy diferente. Un humor más pensado que busca mantener la sonrisa durante 90 minutos. Lo logra a ratos. Cuando no, lo que equipara el déficit son los interesantes guiños del guion.