“Es política del gobierno de los Estados Unidos que todos los diseños de billetes de la Reserva Federal sigan siendo de curso legal, o legalmente válidos para pagos, independientemente de cuándo se emitieron. Esta política incluye todas las denominaciones de billetes de la Reserva Federal, desde 1914 hasta el presente”, indicaron, una vez más, desde un comunicado emitido por el Programa de Educación en Moneda de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
Pero aunque la FED saque varios partes de prensa al año, donde no aplica el poder coercitivo vigente dentro de las fronteras de Estados Unidos, el mercado dice otra cosa. De la misma manera que un billete de 100 dólares de 1914 tiene un valor mucho más alto que el que indica su nominal, en Argentina, uno de la década del ochenta o de la primera mitad de los noventa, cuenta con un valor menor al que indica el papel.
Aunque suene increíble, el rechazo a los dólares denominados “cara chica”, (emitidos hasta 1996) hace hasta que se caigan operaciones inmobiliarias. Cuando uno va con el efectivo (lógicamente en dólares) para comprar una casa o un departamento, sabe que no puede ir con más de un 15 % de billetes “viejos”. Los mismos se aceptan en el mercado negro pero pueden llegar a perder hasta un 5 % del valor. Allí, los dólares de preferencia son los “azules con banda”, es decir, los emitidos desde 2013. Los “cara grande sin banda” se aceptan al mismo valor que los nuevos, pero de a poco también van siendo “cuestionados”, por lo que no sería descabellado pensar que en corto plazo exista un valor para los “cara chica”, “cara grande sin banda” y los “azules”.
El problema que tienen los bancos
Aunque en Argentina existen las restricciones conocidas a la compra y venta de dólares, las personas pueden tener cuentas en la divisa norteamericana en sus bancos comerciales. Todos los días, cuando una persona va a retirar dólares de su cuenta, y el cajero pretende darle “caras chicas”, el cliente suele rechazarlos, para comenzar la caminata hasta otras sucursales que le ofrezcan “cara grande”. El problema es que los bancos no pueden rechazar los previos a 1996, por lo que todos los días se llenan de depósitos de dólares viejos, de clientes que buscan extraer los importes en otros locales en “cara grande” o “azules”.
Aunque suene irrisorio para un lector de otro país, es normal que un argentino pierda toda la mañana recorriendo sucursales de su banco, para extraer un total de 2000 ó 3000 dólares. “¿Cuánto tenés cara grande?”, preguntan. “Ochocientos”, por ejemplo, responde el cajero. “Bueno, dame”, pide el cliente, antes de seguir la recorrida por los otros locales hasta retirar la totalidad del depósito.
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Soluciones argentinas
En el marco de estas insólitas costumbres nacionales, como la de recorrer bancos buscando “caras grandes”, en Argentina van proliferando soluciones repetidas, que surgen espontáneamente. Conocer alguien que viaje (y que no tenga “caras chicas” propios para gastar), por estas horas es un activo argentino. La gauchada (el favor) que suele pedirse al turista, es que se lleve la mayor cantidad de tus “cara vieja” para gastar allá.
Ya en territorio norteamericano, a lo sumo, en los locales se sorprenden por recibir los dólares viejos, pero se toman sin inconvenientes. Que un amigo se gaste un par de miles de tus dólares “cara chica” en su viaje es un favor que cotiza su buena comisión, por ejemplo, una carne con vino para la bienvenida, para el recién llegado con abstinencia de lo mejor que tenemos.
En Paraguay, peor que en Argentina
Muchos de los fenómenos económicos y monetarios de Argentina, sobre todo en las zonas limítrofes, suelen tener impacto en Paraguay. Por ejemplo, cuando apareció el cepo cambiario, del otro lado de la frontera los pesos argentinos cotizaban libremente en las casas de cambio a precio del blue en Argentina. Sin embargo, últimamente, como sucede en Uruguay, el peso argentino está cotizando en muchos lugares “0”, por lo que ni los toman.
El prejuicio contra los dólares “cara chica” también cruzó la frontera y se vive en Asunción peor que en Buenos Aires. A diferencia del nombre que tiene en Argentina, allí se lo denomina “dólar viejo”. Nadie sabe cómo empezó este fenómeno. Algunos dicen que es por la enorme cantidad de liquidez que hay en el país, por lo que se terminó valorando los últimos modelos con la banda azul por cuestiones de seguridad, pero otros aseguran que se trata de evitar que los argentinos se acerquen al país limítrofe para cambiar y gastar sus “caras chicas”.
Lo cierto es que en los locales de Asunción ya casi ni aceptan los “cara grande” sin la banda azul. Es decir, los emitidos entre 1996 (cuando se dejaron de imprimir los “cara chica”) y 2013, cuando empezaron a salir los últimos que están en vigencia. En muchas casas de cambio también los rechazan. En las que se pueden cambiar, por presión de las autoridades que suelen replicar los comunicados de la FED, los “cara grande sin banda” cotizan a 6400 guaraníes el dólar. Mientras que los últimos, “los azules” se cambian a 7300.
Si alguien piensa visitar Paraguay con “cara chica” pre 1996, lo mejor va a ser que los cambie antes de arribar a destino. Increíblemente, se rechazan casi como los pesos argentinos que no quiere nadie. Sin embargo, a diferencia de Argentina, como allí circulan libremente sin restricciones ni problemas, el mercado en general se da el lujo de rechazarlos de plano, sin un precio alternativo menor de aceptación, como sí sucede en Buenos Aires.