Mauricio Macri, a pesar de no haber sido claro como Jair Bolsonaro (sobre todo en cuestiones de gestión económica) tuvo el favor del presidente de Brasil en todo momento. Ya en campaña contra el peronismo, el jefe de Estado del país vecino se dedicó a ayudar a Juntos para el Cambio hasta el absurdo. Por momentos, Bolsonaro hasta parecía el jefe de campaña del macrismo y hasta le veía al presidente saliente virtudes que éste jamás tuvo.
Pero el favoritismo de Bolsonaro con el que Macri contó, —como suele pasar casi siempre en la historia—, tuvo más que ver con las cuestiones políticas domésticas. El asunto no estaba tanto en Argentina sino que tenía que ver con Brasil. La amistad personal y respaldo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner para con Lula fue considerada una amenaza interna para Bolsonaro. A pesar de contar con una institucionalidad y un sistema judicial más sólido que en Argentina, el presidente de Brasil quiso evitar de cualquier forma la llegada de los aliados de su rival al poder una vez más.
Pero la hostilidad, que en un principio fue de ambas partes, continuó unilateralmente de Brasilia a Buenos Aires. Ya con nuevo presidente electo, Bolsonaro siguió criticando duramente al peronismo. Hasta llegó a evaluar no mandar a nadie para el acto protocolar de la asunción de Alberto el pasado martes. Finalmente, y luego de varias idas y vueltas, el vicepresidente Hamilton Mourao se hizo presente y hasta mantuvo una conversación con el flamante jefe de Estado argentino.
En su discurso inaugural, Fernández dio el primer paso para un eventual acercamiento y defendió la importancia estratégica de Brasil para los argentinos. Bolsonaro recogió el guante y parece haber empezado a escribir una nueva página en una historia que empezó realmente muy mal:
“Estoy a disposición si el quiere visitarnos. Está invitado, será motivo de satisfacción”, señaló hoy Jair Bolsonaro. Para el presidente de Brasil, la mención de Fernández en su discurso fue “excelente” y aseguró que espera que ambos países continúen siendo “grandes socios” en la región.
Según Bolsonaro sería momento de dejar las hostilidades de lado, ya que su par argentino “ahora habla de manera distinta” con respecto a varios asuntos, como el tratado de libre comercio del Mercosur y la Unión Europea.
Por ahora esto se trata nada más de un acercamiento, pero sin dudas es un avance en la dirección correcta. Para suerte de Argentina, Bolsonaro está determinado a patear el tablero y abandonar el Mercosur si Fernández decide congelar por presión del kirchnerismo los proyectos de comercio internacional. Dado el complicado equilibrio de poder del presidente argentino dentro del Frente de Todos, la constante amenaza de Brasil puede hasta convertirse en un salvavidas para Fernández.