El Gobierno de Mauricio Macri creó a un monstruo que se lo terminó comiendo. Ahora el el Gobierno no saben que hacer.
Cuando Cristina Fernández de Kirchner terminó su mandato en 2015 era repudiada por la mayor parte del electorado en Argentina. La complicada situación económica y los descomunales casos de corrupción hicieron que la expresidente, a pesar de irse con un núcleo duro de partidarios fuerte, sea repudiada por gran parte del país. El kirchnerismo quedó como un espacio consolidado pero minoritario.
Los ideólogos de Cambiemos potenciaron a CFK como única jefa de la oposición. Se abusaron de la crispación en el electorado y confrontaron directamente con Cristina en una impúdica sociedad política que le convenía a los dos lados de la grieta. Pero el pésimo desempeño económico de la gestión actual le brindó una posibilidad a Kirchner que no desaprovechó: Cristina se bajó a vice y convocó a su exfuncionario más crítico para presidir la fórmula. El león enjaulado del que hizo uso y abuso Macri se fortaleció, rompió la jaula y se lo terminó deglutiendo.
Luego de la paliza de las primarias, en el oficialismo bajaron los niveles de confrontación con el Frente de Todos. Tras la corrida sobre el dólar y la última devaluación, Alberto Fernández responsabilizó al presidente por el pánico y dijo que todo era culpa de él, por decir que si perdían las elecciones Argentina se convertiría en Venezuela indefectiblemente.
Pero aunque el mismo Macri y sus allegados moderaron la discusión con el principal frente opositor, el candidato a vice, Miguel Ángel Pichetto siguió con los botines de punta. Existe un debate sobre el rol del senador peronista, exkirchnerista y actual macrista. Los analistas se están preguntando a qué juega y cuál será el futuro del único dirigente del Gobierno que se siente cómodo con un perfil de centro derecha. Lo que es claro es que el veterano legislador tiene peso propio y no rinde cuentas a nadie dentro del oficialismo. Ellos lo pusieron ahí y Pichetto, como Cristina, también se les fue de las manos.
La estrategia del senador, aunque el resultado de las elecciones está decretado, es de confrontar con el próximo Gobierno al que acusa lisa y llanamente de ser comunista. Para Pichetto, detrás de Alberto, estará La Cámpora y la que mandará será CFK.
“Los que tengan una vivienda de más, una casa o un departamento, ese departamento lo van a tener que entregar a la revolución”, manifestó el senador esta tarde en una entrevista radial.
En este último mes de campaña, Pichetto no se está guardando nada. Las advertencias son claras: socialismo puro y duro y la muerte de la propiedad privada si pierde Macri.
“No se sabe qué revolución imaginaria quieren construir en el siglo XXI, con ideas viejas que atrasan setenta, ochenta años. Esto es lo que está en debate en la sociedad: hacia dónde va el país”, indicó el candidato a vicepresidente.
Aunque ningún dirigente que responda a la dupla de los Fernández propuso semejante cosa, sí hay algunos espacios dentro del Frente de Todos que plantean algunos delirios preocupantes. La reforma agraria de Juan Grabois, que propuso limitar y repartir las grandes extensiones de tierra, son unas de las tantas declaraciones de los referentes neokirchneristas que preocupan. Claro que este debate ya es parte de la interna peronista, porque hay otro sector no quiere saber nada con estas propuestas. Por ahora se marcan la cancha.
Aunque Alberto Fernández se mostró moderado, partidario de un modelo capitalista y supuestamente desinteresado en el rumbo chavista, tendrá que lidiar con estas acusaciones y sus consecuencias. El espacio que lo lleva a la Casa Rosada y varios de sus dirigentes le hacen cargar con esta merecida cruz, que sin dudas complica cada día más la situación económica que lo que menos necesita es pánico e incertidumbre.