Como tantas escenas en películas clásicas, la frase de Brandoni se convirtió en un hito. Difícilmente Alejandro Doria y Jacobo Langsner imaginaron que casi cuatro décadas después del estreno de Esperando la Carroza, la frase en el auto del personaje de Antonio Musicardi siga en boca de todos. Por ese entonces no había internet, pero la vigencia del clásico hizo que aquellas palabras sobrevivan al tiempo y se conviertan en uno de los memes más populares de Argentina. “Ahí lo tenés al pelotudo” dijo Brandoni en medio de la película, sin sospechar que estaba actuando la línea más popular de toda su carrera. El resto es historia.
El destinatario de la frase era Darío Grandinetti, que interpretaba a “Cacho”, un grandulón que jugaba al fútbol con unos niños a los que le rompe la pelota. El personaje muestra a un vago, que se saca los mocos con los dedos, sin ganas de trabajar aunque esté sumido en la más profunda pobreza. La interpretación es buena. En sólo unos segundos el actor personifica a un tonto, que como se dice en Argentina…”no le da”.
Claro que el actor no tiene nada que ver con el personaje en cuestión. Ha cosechado una exitosa carrera, con varios largometrajes premiados en el país y en el mundo. Pero lo cierto es que a la hora de convertirse en analista político y económico, Grandinetti no hace otra cosa que recordar al entrañable “Cacho”.
“Que este gobierno se vaya, no me importa si cumple o no el mandato”
Las declaraciones del actor, que tuvieron gran repercusión mediática, ya que reconoció que desea que Mauricio Macri se “vaya” pronto, no tienen desperdicio. Para Grandinetti, Cambiemos representa a un “neoliberalismo“, que abandonaría el poder luego de una dura represión que matará a mucha gente:
“La forma en que se irían sería con la gente en la calle, con ellos reprimiendo. Llegaría un momento en que dirían: ‘Bueno, vámonos, ya no podemos matar más gente‘”.
En la opinión del actor, los votantes de Cambiemos representan a una clase media resentida, con la que no se quiere reconciliar. Para él, este grupo “que sabe que no va a ascender nunca” se decide a “odiar el ascenso del que está más abajo”.
Los lugares comunes del actor, devenido en analista de bajo vuelo, son descomunales. Primero vuelve a caer en la falacia del “neoliberalismo”, buscando describir a un Gobierno que hasta el momento ha fracasado por dos claros motivos: no cortar de cuajo con el modelo kirchnerista y no implementar un modelo liberal. El macrismo tiene muchos lados flacos, pero catalogarlo de “neoliberal”, no hace otra cosa que develar la pereza intelectual y la falta de contenido de los que emiten ese comentario.
Con relación a los “muertos” que Grandinetti advierte que podría causar el macrismo, resulta insólito su silencio ante regímenes que sí han tenido salvajes represiones y se han cobrado vidas de ciudadanos inocentes, como el caso de Venezuela. Mientras que desde el kirchnerismo sigue defendiendo al dictador Nicolás Maduro, ahora advierte sobre los supuestos asesinatos que cometerá el macrismo para quedarse en el poder. Indignante.
Pero donde hay que poner la lupa es en el mito del kirchnerismo como emancipador de pobres. Más allá de que el votante maléfico de Cambiemos, con esas intenciones “de clase” sólo existan en la cabeza de Grandinetti, lo cierto es que el modelo asistencialista de Néstor y Cristina es inútil para sacar a la gente de la pobreza. Los únicos que ascendieron de clase durante el kirchnerismo fueron los políticos y empresarios que se hicieron multimillonarios con las prebendas gubernamentales. Todos los modelos que suplantan la inversión que crea empleo privado por la asistencia social y el empleo público son, como se dice usualmente, “pan para hoy y hambre para mañana”.
Es importante que los actores y la gente del espectáculo tenga opinión sobre la política y la cosa pública. Es una forma de comprometerse con la realidad de todos los argentinos. Pero si desean trascender a la cámara y a los escenarios, lo ideal sería generar algo más de contenido. Análisis como el de Grandinetti no hacen otra cosa que recordar a su joven interpretación con la camiseta de Boca, jugando al fútbol en un baldío en los ochenta.