Ante la resolución del Gobierno norteamericano de establecer aranceles del 25 % y 10 % a la importación de acero y aluminio (respectivamente), las autoridades argentinas comenzaron, una vez más, las negociaciones para tratar de sortear el impedimento y poder continuar realizando exportaciones a la economía del norte, sin los nuevos gravámenes impositivos.
Al momento de la firma de la normativa, Donald Trump afirmó: “Vamos a ser muy justos, vamos a ser muy flexibles, pero vamos a proteger a los trabajadores estadounidenses, como dije que haría en mi campaña”. Según el mandatario, estas acciones se enmarcan en una situación de “necesidad” y no de “elección”.
Con el pragmatismo que caracteriza al presidente norteamericano, quien en este caso se mostró con un discurso proteccionista, advirtió la necesidad de “proteger y construir nuestras industrias de acero y aluminio”.
Dada la reciente historia argentina, relacionada con las ideas tan atrasadas y fracasadas como las mercantilistas, resulta llamativo el escenario donde sea el país del sur le pida a la gran economía del norte que eche para atrás una medida contraproducente. Situación semejante se vivió recientemente en la discusión con Francia, principal enemigo del acuerdo comercial entre la Unión Europea con el Mercosur. Mientras Macri busca abrir nuevos mercados, su par Emmanuel Macron prioriza a un grupo de lobby argopecuario.
El paso a paso para revertir la situación con Argentina
Mauricio Macri fue el primero que inició el pedido con un llamado telefónico a su par estadounidense como para poner el tema en el radar de Trump. Luego, el secretario de Comercio argentino, Miguel Braun, viajó personalmente a Washington para continuar las negociaciones que siguieron con una reunión bilateral del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, con el secretario del Tesoro norteamericano en el G-20.
Finalmente, existió una carta formal firmada por el ministro de Producción, Francisco Cabrera, y el canciller, Jorge Faurie, donde se le hizo el pedido de exclusión del país del esquema arancelario al representante de comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer.
El mismo Lighthizer fue el encargado de confirmar las favorables noticias para el Gobierno de Macri. Argentina, junto a la Unión Europea, México, Canadá, Brasil, Australia y Corea del Sur, serían los privilegiados a los que no se les impondrá el arancel.
De toda la importación de acero a los Estados Unidos, el aporte argentino es del 0,6 %, mientras que del aluminio es del 2,3 %.
El antecedente de los limones
El “tire y afloje” del comercio entre las administraciones de Trump y Macri tiene antecedentes ya desde el inicio del mandato del líder norteamericano. Al asumir, Trump, entre varias resoluciones, dejó afuera del mercado norteamericano a los limones argentinos, que representan una gran importancia en el comercio de provincias como Tucumán.
Los productores locales se alarmaron ante la resolución del mandatario norteamericano y le pidieron urgente intervención al Gobierno de Macri para interceder y destrabar el problema. En su primera visita oficial, el mismo presidente argentino fue el que solicitó remover la resolución a su par estadounidense, que tuvo que pedir a sus asistentes que le recuerden de qué estaba hablando el argentino. De esa visita, Macri se trajo el compromiso de Trump de volver a importar limones argentinos, noticia que se confirmó formalmente unos días después.
Experiencia: la mejor importación que puede hacer Estados Unidos de Argentina
Trump es un presidente pragmático, difícil de encasillar ideológicamente. Mientras lleva adelante importantes reformas impositivas, que generan buenos resultados en Estados Unidos, sorprende también con un proteccionismo atrasado, digno de Cristina Fernández de Kirchner.
La historia argentina demuestra claramente que no hay éxito en el largo plazo cuando se establecen subsidios a las empresas con la supuesta finalidad de protegerlas. Estas políticas no hacen otra cosa que generar privilegios y productos más caros para los que deben pagarlos en el mercado local.
Hoy, Macri no sabe cómo hacer para salir de un esquema aislacionista, sin abrir la economía de forma brusca y generando desempleo. El Gobierno de Estados Unidos, además de importar limones de buena calidad, y un poco de acero argentino, debería importar la experiencia de un país que se cansó de defender e implementar el modelo arancelario de sustitución de importaciones, siempre con pésimo resultado.