Ciertamente nadie en Venezuela podría negar, por más apoyo que se le haya dado a la gestión del presidente encargado Juan Guaidó, que se han cometido muchos errores que han hecho que el régimen aún exista y controle el poder en el país. Eso en nada disminuye que durante su corta gestión se han dado pasos importantes para ir mermando el poder que todavía tienen los delincuentes que todavía desgobiernan a Venezuela.
El famoso manager de los Yankees de New York, “Yogi” Berra, decía que el “juego se acaba cuando se acaba” (“the game is over when it’s over”) significando que por muy malo que sea el desempeño de un partido, hasta que no sale el último “out” seguimos en el partido. Sin embargo, los resultados son los que hablan, no el esfuerzo puesto en la tarea. Y si tu equipo no anota y el contrario avanza, por más simpatía que tengas a tus jugadores, sabes muy de adentro que hay que hacer algo para que la situación cambie. O cambian a los jugadores o cambian las estrategias de juego. Pero algo hay cambiar.
A veces, los que estamos viendo el juego desde las gradas, tenemos una perspectiva diferente a quienes están en el campo. Algo de eso nos esta pasando aquí. Se ha avanzado en haberle quitado al régimen su legitimidad internacional y se ha logrado hacer funcionar un gobierno, así sea a tropezones, sin un gabinete ni un alto mando militar -lo que muchos hemos considerado un grave error- y de una manera completamente “sui generis”, a través de un estatuto de transición que pretende estar por encima de la Constitución, se ha avanzado en el terreno internacional y se ha logrado el reconocimiento de una gran parte del mundo. Nadie podría negar los logros obtenidos.
Pero todavía no hemos ganado el partido, y eso para nosotros es muy grave, y más aún cuando cada día que pasa sin haber desalojado a la mafia de Miraflores, es una victoria para los usurpadores. Algunos me dicen “pero espera, todavía falta. La estrategia pronto dará resultados, ten paciencia”. Eso podrá estar bien para mí, pero no es suficiente para aquellos que mueren como moscas en hospitales o comen una sola vez al día (si comen) viendo a sus hijos abandonar el país. En Venezuela hay una guerra declarada por el régimen. Es como ver desde afuera que el manager abiertamente comete errores y el fanatismo por el equipo pretenda que la gente no exija desde las gradas que se cambie algún jugador o la estrategia de juego.
Aquí nadie se puede equivocar: Juan Guaidó es presidente encargado porque el Gobierno de los Estados Unidos decidió reconocerlo por el interés abierto y expresado públicamente de desalojar del poder a la tiranía comunista de Nicolás Maduro por razones estratégicas de seguridad de la región y del hemisferio. Todos los funcionarios de la administración norteamericana, comenzando por Donald Trump, han expresado su respaldo y ayuda al pueblo de Venezuela para lograr el regreso de la democracia y la libertad. Pero el respaldo es al pueblo de Venezuela. Los errores que han cometido Guaidó y el liderazgo político venezolano, en particular los del 23 de febrero y el 30 de abril, costaron -y aún están costando- vidas y persecución de ciudadanos. El pueblo venezolano todavía espera los frutos de ese respaldo dado y que la manera de ayudar a los venezolanos sea causa digna de revisión en Estados Unidos, mas allá del apoyo al presidente encargado y su grupo de la Asamblea Nacional.
Tengo la certeza de que la paciencia de quienes nos apoyan en Estados Unidos tiene limite y que el “desastrómetro” de la oposición oficial tiene tope, y de que se han dado a sí mismos una fecha, desconocida para todo el mundo, para resolver ellos lo que las torpezas de la dirigencia opositora no ha podido resolver en casi seis meses, cuando se les puso a su disposición utilizar el poderío militar norteamericano.
Creo que los norteamericanos han sido muy pacientes y han aprobado todos los inventos de la oposición oficial, desde convenir con ellos el cuento que el chavismo “democrático” (como si tal cosa existiera) podría lograr el “quiebre de las Fuerzas Armadas” el 23 de febrero, hasta aceptar que los delincuentes Vladimir Padrino y Maikel Moreno no traicionarían el “pacto” opositor del 30 de abril. Todos esos inventos salieron del liderazgo del G4, con Guaidó al frente como responsable. Ahora nos piden la paciencia para tolerarles un nuevo diálogo en Noruega cuando la diplomacia norteamericana canceló esa alternativa hace meses.
Nuestra crisis ha superado el nivel de competencia de quienes conducen el partido, que se complicó de una manera tan intensa que es necesario que los venezolanos exijamos que se incorporen nuevos actores al juego manejado por el técnico Juan Guaidó, para cambiar y darle seriedad al manejo de las soluciones posibles de cara a quienes están perdiendo aceleradamente la confianza en nuestro liderazgo político.
En tal sentido, es necesaria la creación un nuevo ente de toma de decisiones donde los venezolanos tengamos vela en nuestro propio entierro, un consejo de Gobierno, integrado por los poderes Ejecutivo (Juan Guaidó), Legislativo (Asamblea Nacional) y Judicial (Tribunal Supremo de Justicia legítimo en el exilio), conjuntamente con las fuerzas vivas del país (iglesias, universidades, sociedades civiles), y sean ellos con sus representantes quienes tomen las decisiones que nos afectarán a todos y acuerden con nuestro principal aliado, los Estados Unidos, las mejores estrategias para cesar exitosamente la usurpación de Nicolás Maduro.
Un órgano como este está perfectamente justificado dentro el espíritu de la ley del estatuto para la transición que establece como obligación de la Asamblea Nacional “articular acciones con la sociedad civil para promover mecanismos de participación ciudadana que legitimen el proceso de transición democrática y favorezcan la cesación de la usurpación de los poderes presidenciales por parte de Nicolás Maduro” (artículo 16/6 ley del estatuto para la transición).
A los norteamericanos les interesaría favorecer una propuesta que amplíe el círculo de toma de decisiones de Juan Guaidó y la Asamblea Nacional con el fin de mejorar la competencia del equipo que ha conducido hasta este momento el proceso, y que se supone debieron haber presentado desde hace tiempo resultados positivos al pueblo venezolano, quien a fin de cuentas fue el que recibió el verdadero respaldo de Estados Unidos. Estoy seguro de que de un cuerpo como ese saldrían las decisiones más acertadas, que incorporen a los mejores jugadores, para terminar a la brevedad este juego a favor de la democracia y la libertad.