A través de reglas de propiedad claras en los clubes de fútbol se puede eliminar la violencia en el fútbol.
El pasado sábado, los ojos del mundo se enfocaban en Argentina. Nos encontrábamos ante la final de fútbol más importante de Sudamérica, y el resto de países miraban intrigados por conocer la pasión que los latinos le ponemos a este deporte. El mundo conoció la peor cara que podíamos ofrecer. Piedras, palos, jugadores heridos, y un deporte que queda manchado nuevamente.
¿Podemos acabar con estos actos de violencia? ¿Llegará el día en el que se pueda ir al estadio en familia con la completa seguridad de que no habrá conflictos? ¿O estaremos continuamente secuestrados por las barras bravas que gobiernan el fútbol? Mientras veía indignado -y para nada sorprendido- los acontecimientos del fin de semana pasado, recordé una entrevista que le realicé al académico Enrique Ghersi sobre posibles soluciones a estos actos vandálicos en el fútbol.
Ghersi propone que, a través de reglas de propiedad claras en los clubes de fútbol, se puede eliminar el poder de las barras bravas, y con ello, la violencia en el fútbol. En la inmensa mayoría de los casos, los clubes de fútbol no tienen propietario, lo que crea una situación de indefinición, y cuando una entidad no tiene dueño se produce inmediatamente un problema económico denominado el de la tragedia de los comunes, en donde el bien tiende a sobre-consumirse y a decaer.
Como los clubes de fútbol no tienen dueño, nadie responde por ellos, y se hacen del control de club los grupos dirigenciales que tienen el respaldo de los hinchas violentos, en este caso las barras bravas actúan como ejércitos privados de los dirigentes del fútbol.
En la actualidad, las barras bravas tienen tanto poder que se creen los jefes máximos de un club, e incluso pueden llegar a ejercer una presión política para el gobierno de turno. Además, según palabras de Ghersi, “En ningún otro deporte, inclusive en el rugby, pariente del fútbol, no hay barras bravas, nadie quema los estadios de rugby, ni del fútbol americano, ni de básquetbol, ni de voleibol ni de hockey, solo hay violencia en nuestro fútbol”. Violencia que, de acuerdo con datos de la ONG Salvemos el Fútbol, solo en Argentina ha cobrado la vida de 328 personas.
Es importante aclarar que esta propuesta no supone una privatización, porque los clubes de fútbol ya son privados, de lo que se trata es de crear una estructura definida de los derechos de propiedad. Hoy en día los clubes son organizaciones privadas, pero sin dueño, son de nadie, son tierra salvaje, donde el mas fuerte se apodera del club. Se propone un cambio legislativo donde se favorezca la conversión de los clubes en sociedades anónimas deportivas, de tal manera que los clubes tengan un propietario.
Es cierto que la violencia no ocurre solamente en Sudamérica; no obstante, en esta región es donde el poder de las barras bravas se ha extendido, y la violencia son un pan de cada domingo. Ya es tiempo de actuar contra esto.
Discutamos este tema y lleguemos a una solución que nos permita vivir el fútbol en paz. La próxima ocasión que el mundo del fútbol ponga sus ojos en América Latina que vean un deporte con aires de tolerancia y armonía.