La construcción de la primera etapa Línea 7 del Metro de Santiago de Chile, que está en manos de China, ya empieza a presentar problemas. La obra que, en principio, se ideó para conectar Renca con Vitacura en 2026 ahora finalizará dos años después, en 2028. La reprogramación del proyecto, valorado en 2500 millones de dólares, vuelve sombrío el futuro de los 6,6 kilómetros que la empresa China Railway 16th Bureau Group debe construir.
La compañía forma parte del conglomerado estatal chino, el cual hoy enfrenta una querella en Chile por presentar una “oferta temeraria” en la licitación que otorgaría el mantenimiento del Tren de Melipilla y Batuco por 28 años. La española CAF denunció ante el Tribunal de Libre Competencia al consorcio, por participar con una oferta 40 % más baja de lo que se oferta con regularidad en en este tipo de operaciones. Esto, en opinión del denunciante, “escapa a los parámetros razonables para este tipo de operaciones generando dudas el cumplimiento”.
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Además, China Railway 16th Bureau Group forma parte del conglomerado China Railway Group, que acumula en la región un largo historial de fracasos, así como también numerosas demoras en los contratos obtenidos de infraestructura compleja.
Aunque el consorcio del régimen comunista de Xi Jinping ofrece una amplia gama de opciones para la construcción de infraestructuras, como líneas de ferrocarril y Metro, carreteras, minas, túneles, puentes, centrales hidroeléctricas, edificios, puertos, muelles y aeropuertos, al igual que servicios de ingeniería, factibilidad y consultoría, su desempeño es cuestionable.
Problemas en marcha
Las polémicas rondan construcción de la Línea 7 del Metro de Santiago. El Comercio publica que la empresa China Railway Construction Corporation (CRCC) exhibió este miércoles la Tunnel Boring Machine (TBM), la máquina tuneladora para excavar a profundidad, la cual debía arribar hace más de un año.
Esa demora no es la única. Si bien la obra recibió la Resolución de Calificación Ambiental favorable, 24 de los 41 frentes de construcción, denominados así por agrupar piques de estaciones, ventilaciones y zonas de construcción, aún no han iniciado las obras, debido a las labores de arqueología.
Internamente, también hay problemas en la ampliación de esta arteria vial del Metro de Santiago. Los trabajadores de la faena de Talleres y Cocheras de la línea 7, situados en Renca, denunciaron en diciembre el despido de una cuadrilla de más de 250 empleados.
La desvinculación derivó de la solicitud de un reajuste salarial para distintos cargos. El petitorio incluía bonos de escolaridad de 50000 pesos por hijos estudiando, seguro de vida e invalidez, asignación de colación mensuales de 140000 pesos y de movilización por 70000 pesos, además de un aporte social al sindicato de un millón de pesos por trabajador, al término del contrato colectivo. La Inspección Comunal del Trabajo (ICT) de Santiago Norte reconoció el incumplimiento de sus contratos, en relación con este conflicto.
Contratos entre fracasos
Lo que ocurre con el Metro de Santiago en Chile confirma que consorcios de China logran negocios millonarios que, posterior a la adjudicación, se convierten en problemas para los gobiernos. México, Colombia y hasta Venezuela encabezan a la lista de naciones perjudicadas por las constructoras del gigante asiático.
En el caso de México, por ejemplo, ha sido un calvario la modernización de la Línea 1 de su Metro, conocida como la “Línea Rosa”, a cargo de la compañía china CRRC Zhuzhou Locomotive, que es una subsidiaria de China Railways. Los trabajos terminaron ocho meses después de lo estipulado y ninguno de los 29 nuevos trenes NM22 que debía entregar la empresa están listos aún.
De hecho, en 2022 China solo exhibió un tren de muestra en el Monumento a la Revolución para presentar la tecnología de los vagones “toros”, con la promesa de despacharlos en marzo en 2023. Sin embargo, al incumplir con lo pautado, la compañía pagará 227 millones de pesos mexicanos, cifra que equivale a 13,3 millones de dólares, a causa de una multa en su contra.
En Colombia, la construcción de la primera línea del Metro de Bogotá, en manos del consorcio China Harbour Engineering Corp, va de mal a peor. Además los retrasos en el diseño del proyecto, ahora se suma el incumplimiento con el cierre financiero, una obligación establecida en el contrato de concesión 163 hecho en 2019. Este aspecto requiere demostrar la capacidad de aporte de 1,95 billones de pesos colombianos, cifra que se traduce en 418 millones de dólares, en deuda para la ejecución de la obra.
Fallas con evidencia
Un reporte de la revista Semana reveló que el consorcio chino falló en la consignación de los documentos que evidenciarían los préstamos bancarios, emisiones en el mercado de capitales y recursos de deuda de fondos de capital privado que respaldaría la obra.
Por todo ello y por incumplir plazos en la entrega de estudios y diseños preliminares, compromisos que debieron completarse en diciembre de 2022, la empresa enfrenta una multa de 800 millones de pesos colombianos, es decir, alrededor de 204.872 dólares.
La estatal China Railway Engineering Corporation (CREC) también tiene un capítulo tenebroso en Venezuela. En julio de 2009, la compañía negoció con el Instituto de Ferrocarriles del Estado (FE) venezolano un contrato de 7500 millones de dólares, para la construcción del sistema ferroviario Tinaco – Anaco.
El proyecto representaría el epicentro del Plan Socialista Nacional de Desarrollo Ferroviario de 2006 del chavismo. Dos décadas después, sólo funcionan 41 kilómetros de los 468 que se estimaron.
El único recorrido activo es del tramo Caracas-Charallave-Cúa, que conecta la capital venezolana con las ciudades-dormitorio de los Valles del Tuy, al suroeste pero en las demás estaciones sólo hay escombros y desidia. Algunos túneles, rieles y gruesas columnas de concreto permanecen abandonadas sin ninguna esperanza a corto ni largo plazo.