El presidente de Perú, Pedro Castillo, es un cliente ingenuo. En una negociación visiblemente ridícula, pero estratégica, su par del gobierno español, Pedro Sánchez, le vendió una flota de seis helicópteros SH-3D a tan sólo 100 euros la unidad. Sin embargo, todos están obsoletos y la reparación es costosa.
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La ministra de Defensa de la Moncloa, Margarita Robles, gestionó la venta de los helicópteros con un “valor simbólico”. Asímismo, el Consejo de Ministros aprobó la transacción que alcanzará los 600 euros.
Los helicópteros están calificados como «baja disponibilidad», por enfrentar “la obsolescencia del material, su alto coste de reparación, los costes de transporte, las limitadas oportunidades de comercialización y, en consecuencia, su reducido valor de mercado”, divulga Ok Diario.
Compra sin sentido
La media docena de helicópteros que compró Castillo formó parte de la flota de la Quinta Armada española desde los años 60. Si el mandatario pensó que adquiría algo de modernidad, falló.
Si bien, los helicópteros SH-3D que Sánchez vendió a Castillo representan a una unidad desarrollada para la Armada con equipos antisubmarinos a bordo y capacidad para el transporte táctico de tropas, la ejecución de misiones especiales como el salto de paracaidista, transporte logístico de personal, transporte de carga tanto interna como externa, evacuación de bajas, evacuación médica, vigilancia marítima y salvamento, su vida útil caducó. Ya los helicópteros no pueden operar desde los buques Galicia, Castilla, Patiño, Cantabria y en el Juan Carlos.
Quizás a Castillo lo impresionó saber que los SH-3D son helicópteros navales que disponen de un solo rotor de cinco palas, dos turbinas, con posibilidad de flotación de emergencia que facilita la búsqueda, seguimiento y ataque contra submarinos (ASW, de sus siglas en inglés).
Además tiene capacidad de convertirse en anfibio. Una cualidad que combina con su techo de vuelo de 4.267 metros con una velocidad de 222 kilómetros por hora. El peso máximo al despegue es de casi 10 toneladas repartidos en una longitud total de 22 metros por 4,73 de altura y un rotor principal de 19.
El Español recuerda que “cuenta con cinco horas de autonomía con posibilidad de reabastecimiento en vuelo desde la embarcación y una ametralladora de 7,62 milímetros como único arma”.
La descripción para alguien como Castillo —un maestro rural— resultaría sorprendente. Más cuando las unidades permiten una a tripulación de dos pilotos y 15 pasajeros. Sin embargo, considerando que el Escuadrón Aeronaval n°22 de la aviación peruana tiene dos en uso, es probable que el plan sea “canibalizar” a estas adquisiciones para sostener a las otras.
Una venta con fondos metas
¿Por qué no se donaron en lugar de vender los aviones? ¿Por qué no se vendieron como chatarra para obtener mayores recursos? Sánchez responde que la meta es profundizar las relaciones entre la Armada española y la Marina de Guerra de Perú.
Con esa idea, el año pasado también le vendió dos aviones cisternas, el TK.10-10 (cn4871) y el TK.10-11 (cn4874) que España tenía desde 1980. En este caso, el negoció rondó los 35 millones de dólares. Sin embargo, ahora Sánchez ocupará el espacio que dejarán en los hangares los SH-3D con una flota de helicópteros SH-60F.
El relevo comenzó a llegar hace dos años provenientes de excedentes de la Navy estadounidense que disponen de nuevos sistemas integrados de aviónica, comunicaciones, cabina de mando y dos nuevos motores. Disponen de una misión similar ASW y de búsqueda y rescate, solo que con unas especificaciones mejoradas con hasta 300 km/h de velocidad máxima y una autonomía de 500 km.