
A través de una investigación realizada por el periodista Carlos Loret de Mola se conoció que El Chapo Guzmán había empezado a comportarse de inusual. Al principio, levanto la sospecha de quienes lo custodian, y debido a los antecedentes del capo decidieron reportar dicho comportamiento a sus superiores, lo que ocasionó un intenso movimiento militar y de seguridad fuera del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso).
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Los custodios, quienes tienen al capo monitoreado las 24 horas del día, evidenciaron un extraño comportamiento en él, pues empezó a caminar de un lado a otro, se tocaba la cara y miraba a todos lados, ante el reporte y la llegada de refuerzos militares el capo no tuvo una reaccionó violenta, sino que se contuvo cuanto pudo.
Luego de que las autoridades fueron informadas sobre el secuestro de los hijos de El Chapo, estas decidieron ofrecerle ayuda para que presentará una denuncia ante el Ministerio Público, y para que un funcionario fuera al penal y tomara su declaración, la cual podría servir en el proceso de investigación, ya que era posible que el capo pudiera dar los nombres de quienes sospechaba eran los responsables del secuestro o tuviera una idea de donde podrían estar. Pero el capo decidió no aceptar la ayuda ofrecida por las autoridades, les dio las gracias y decidió no hablar del tema.
Según describe Loret de Mola, varios capos poderosos de México que están recluidos en prisiones de máxima seguridad como la del Altiplano y Puente Grande, enviaron mensajes a Guzmán para deslindarse del secuestro de sus hijos. Estos mensajes llegaron al Chapo por medio de abogados, incluso también por medio de gritos de una celda a otra de donde se encuentra actualmente recluido.
Cuando se supo de la liberación de los hijos del capo mexicano, la tranquilidad volvió a él luego de una semana de zozobra.
Fuente: La Prensa, El Universal