Santiago de Chile, 14 abr (EFE).- El emblemático Hotel O’Higgins de la localidad chilena de Viña del Mar (costa central), que fue atacado durante las protestas el pasado mes de febrero y permanecía cerrado desde entonces, se ha transformado en una residencia hospitalaria para hacer frente a la crisis del coronavirus.
El complejo hotelero, que fue atacado durante el festival musical de Viña del Mar, funcionarán como alojamiento para atender a personas diagnosticadas de COVID-19 que no precisen hospitalización pero que por diversas razones no pueden realizar la cuarentena en su domicilio.
“Ya pudimos habilitar el segundo piso de esta residencia con capacidad de 92 camas y durante la mañana de hoy y en el transcurso del día comenzarán a llegar las primeras personas”, anunció el director del servicio de Salud de Viña del Mar, Alfredo Molina, según recogió un comunicado oficial.
El cupo de la residencia se podrá ampliar hasta 322 camas si aumenta la demanda según el convenio de hospitalización que forma parte del estatal Plan de Acción COVID-19 cuyo objetivo es poner todos los recursos posibles —privados y públicos— a disposición de la gestión de esta crisis sanitaria.
Según informaron las autoridades locales, el ingreso a la nueva residencia sanitaria será posible para quienes sufran hacinamiento en sus hogares, para personas que deban evitar el contagio de un grupo familiar, y para los adultos mayores y personas que tengan enfermedades crónicas.
El experto en infraestructura sanitaria y académico de la Universidad Alberto Hurtado, Manuel Fuenzalida, explicó este martes a Efe que la disposición de los hoteles es útil para enfrentar los “escenarios de crisis” cuando existe un aumento en la demanda sobre las camas públicas.
“Es necesario porque le adiciona un porcentaje de camas que son en este momento necesarias aunque en ningún caso debiera ser para la internación de pacientes que requieran camas en unidades de cuidados intensivos, sino para que la gente menos grave no sature el sistema”, añadió.
Desde que el pasado 3 de marzo se registró el primer contagio por coronavirus en el país, donde se ha logrado mantener una cifra estable de nuevos casos diarios que oscila entre 300 y 450 y los contagios se sitúan ya en 7 917 contagiados y 92 fallecidos.
De momento no se han saturado las infraestructuras sanitarias y las autoridades afirman que hay respiradores y camas en unidades de cuidados intensivos disponibles.
A pesar de ser el segundo país con mayor número de contagios de Latinomaérica, el Gobierno no ha decretado confinamiento obligatorio a nivel nacional y ha optado por un modelo de cuarentenas progresivas con restricciones que se imponen y se levantan en cada comuna (barrio) en función de los datos epidemiológicos.
El país se encuentra en estado de excepción por catástrofe desde el pasado 18 de marzo con toque de queda desde las 22.00 horas hasta las 05.00 horas del día siguiente en todo el territorio, con colegios y universidades y todos los comercios no esenciales cerrados.
Blanco de las protestas durante el Festival Viña del Mar
El Hotel O’Higgins, uno de los principales de la ciudad costera, sufrió un ataque durante los disturbios que se produjeron en el festival musical de Viña del Mar el pasado mes de febrero en el marco de las protestas que comenzaron en Chile hace más de cinco meses.
El ataque a las instalaciones, en las que se alojaban artistas y personal del evento, afectó a toda la producción del festival obligando a los organizadores a cancelar la obertura artística, algo que no había sucedido en los más de 60 años de historia del certamen. Entre los meses de octubre y febrero pasados Chile vivió la mayor ola de protestas desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), con al menos una treintena de muertos y miles de heridos.