En España vivimos tiempos en los que para los periodistas independientes es muy difícil informar y analizar lo que está pasando, aún así, pese a las trabas intentamos desarrollar nuestro trabajo con la mayor objetividad posible y a todo el público que se nos permite alcanzar, pero lo cierto es que aún así las manos de Moncloa son muy largas y las represalias no se hacen esperar.
La censura de contenido se ha disparado con creces y las redes sociales de periodistas son vigiladas, pero no sólo eso, llega hasta tal punto el grave atrevimiento que el PSOE envía mensajes de WhatsApp a programas de televisión como el de Risto Mejide en Cuatro para forzar cambios o influir en quién se invita a los programas televisivos de las distintas cadenas de televisión o radio. Además, se censura a periodistas conocidos como es mí caso en algunos programas de tv o radio, porque el Gobierno y sus socios así lo quieren.
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Pero en cualquier caso, todos los medios y periodistas que informan sin ataduras sobre el gobierno de Pedro Sánchez son censurados o no se les premia con el lugar que les corresponde, premiando eso sí mientras tanto de manera descarada a militantes del Partido Socialista como la periodista Concepción Cascajosa que ocupa desde este mes de marzo el cargo de presidenta interina de Radio Televisión Española o destacando también el reciente fichaje como tertuliano del comunista Pablo Iglesias en TVE.
Desde que impera el régimen del 78, nunca antes se había atacado de esta manera tan osada y perversa al periodismo veraz y plural. Sin embargo, sólo se entiende si tenemos presente el fuerte autoritarismo del Ejecutivo radical de Sánchez, que no duda en hacer listados de los periodistas que más le incomodamos poniéndonos en la diana con diversas trabas.
Esta terrible situación ha alcanzado una magnitud internacional y sin duda genera pavor en una gran parte de la sociedad española que no quiere en sus vidas una República bananera bolivariana. Por ello, se están alzando las voces mostrando la total disconformidad a este cambio de régimen muy influenciado por el chavismo y el castrismo. De hecho, los mensajes contra el discurso oficialista y la censura no dejan de aumentar a un ritmo frenético. Y lo observamos claramente también con el reciente intento de prohibir Telegram en España, que tras una avalancha de críticas a esta decisión queda por ahora suspendido.