Por Martín Sánchez
El Consejo Superior Universitario es la máxima autoridad de dirección y gobierno de la Universidad. Está integrado en la forma establecida en el artículo 11 del Decreto Extraordinario 1210 de 1993: El Ministro de Educación Nacional o el Viceministro, quien lo presidirá. Dos miembros designados por el Presidente de la República, uno de ellos egresado de la Universidad Nacional de Colombia. Un exrector del plantel, que haya ejercido el cargo en propiedad, elegido por los exrectores. Un miembro designado por el Consejo Nacional de Educación Superior, CESU, de terna presentada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Un miembro del Consejo Académico, designado por este. Un profesor de la Universidad, que tenga al menos la categoría de asociado, elegido por el profesorado. Un estudiante de pregrado o de posgrado, elegido por los estudiantes. El Rector de la Universidad, quien será el Vicepresidente del Consejo, con voz pero sin voto. Las funciones que debe ejercer fueron establecidas, entre otros, por el Artículo 14 del Acuerdo 011 de 2005 – Estatuto General.
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¿Cómo funcionan las elecciones en la universidad?
Las elecciones al Consejo Superior Universitario son el reflejo de la política tradicional colombiana: grandes grupos de presión financiando a los candidatos, campañas sucias, intimidación por medio de la fuerza e ineficiencia al llegar a los cargos institucionales.
Los partidos políticos tienen dos dinámicas con los jóvenes dentro de las universidades:
1) Si ganan sin ningún tipo de afiliación política, los reclutan para fortalecer sus filas juveniles.
2) Si ya son militantes, los financian y como retribución utilizan los cargos a los cuales acceden como plataforma política.
La militancia política no está mal, lo que está mal es llegar a un cargo institucional para promover un discurso ajeno a la universidad. El Consejo Superior Universitario debe servir para dar un apoyo a la comunidad académica, y no para impulsar una plataforma política.
No obstante, muchos candidatos al Consejo Superior Universitario se venden como una opción diferente, pero aun así, siguen defendiendo los mismos intereses de los grandes partidos políticos. Gracias a esta politización se ven fenómenos como la abstención del 80 % de la comunidad universitaria. No muy diferente a la política tradicional colombiana.
Las campañas dentro de la universidad se rigen por la financiación excesiva de los partidos políticos. Financiación estrepitosa de las redes sociales de los candidatos, miles de volantes a color que muestran sus propuestas, carteles de más de 10 metros cuadrados por facultad, camisetas, manillas y chaquetas de campaña son solo una muestra de los excesos que se vean a diario en las elecciones al Consejo Superior Universitario. Lo más absurdo es que al rendir cuentas, muchos candidatos tienen la hipocresía de indicar que se financian por medio de la venta de galletas o rifas.
En las campañas también se encuentra la desinformación, los escándalos de algunos candidatos y las prácticas sucias que terminan en el uso de la violencia.
En estas las últimas elecciones, gracias a la desinformación y el desconocimiento de los hechos, lograron que a un exrepresentante de la Facultad de Derecho que decidió lanzarse al Consejo Superior Universitario, por su militancia en el partido Cambio Radical y por un proceso disciplinario que lleva por la desaparición de COP$ 5’000.000 (USD$ 1.579), lo golpearan, lo hospitalizaran, le dieran una inhabilidad de diez días y lo amenazaran para no volver a la universidad.
Las dinámicas electorales deben cambiar dentro de las universidades. Se debe ejercer un mayor control sobre la financiación de los candidatos para evitar que detrás de estos estén los partidos políticos, se deben evitar las campañas sucias y la intimidación a los que piensan diferente, se debe reflejar que se está a la altura de una comunidad académica.
Por último, y no menos importante, el representante ante el Consejo Superior Universitario es elegido por y para los estudiantes, no para los intereses de los partidos políticos. El principal deber es promover dinámicas sanas que unan a los estudiantes y velen por sus intereses.