EnglishLos migrantes guatemaltecos, salvadoreños y hondureños (países que conforman el triángulo norte) no pararan de llegar a los Estados Unidos, tienen razones de sobra para abandonar estos países centroamericanos. Violencia entre maras, guerra entre carteles, problemas económicos, son solo unos de los incentivos para huir del Triángulo Norte. Los afortunados lo hacen a través de avión, los menos afortunados llegan a Estados Unidos —si es que llegan— después de caminar en México y sus desiertos.
Desde el inicio de la civilización el humano ha emigrado para mejorar su situación actual. El incentivo no ha cambiado a lo largo de la historia, ha tenido altibajos o distintas motivaciones —desde europeos huyendo de la Segunda Guerra Mundial, la hambruna en Irlanda, la actual guerra en Siria— pero no muta radicalmente.
Para detener la migración se necesita mejorar los cimientos en los que una sociedad libre está fundada —vida, propiedad y libertad— y que así su mayor producto de exportación sean bienes, no personas.
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“Hemos juntando esfuerzos como región para combatir el crimen trasnacional, hay compromisos que vamos a comenzar a implementar, algunos de ellos a partir de septiembre” fueron las declaraciones el 21 de agosto de Salvador Sánchez Cerén, presidente de El Salvador, durante la firma de un acuerdo de seguridad transnacional entre su país, Guatemala y Honduras. Este será un “frente común” entre los tres países en contra del crimen organizado y violencia.
Este acuerdo se da dentro de la Alianza para la Prosperidad. La Alianza es el más reciente cheque —uno cuantioso por US$750 millones asegurados en el presupuesto de EE.UU. de 2016, falta por ver las cifras para los siguientes años— que Estados Unidos le manda al Triángulo Norte para que este pueda remediar sus problemas y de forma indirecta, disminuir los incentivos para migrar ilegalmente hacia Estados Unidos.
La Alianza por la Prosperidad fue anunciada —con todo una editorial del vicepresidente estadounidense Joe Biben en el New York Times— a principios de 2015, como una iniciativa de los cuatro países para incrementar la inversión y el comercio, disminuir la violencia y fortalecer sus instituciones.
Tal programa ignora problemas fundamentales de las sociedades que busca mejorar: corrupción y falta de Estado de Derecho. ¿Cómo pretenden que ese dinero no vaya a arcas que están rotas gracias a manos corruptas?
El plan busca mejorar índices de desarrollo humano de aquí al 2020, pero olvidan que uno de los mayores motores de desarrollo humano —el Estado de Derecho— no se desarrolla de un día para otro.
También la Alianza para la Prosperidad busca remediar problemas generados por otros intervencionismos estadounidenses. ¿Mucho tráfico de drogas en Colombia? Combatámoslo. Efecto no planeado: fortalecimiento de los cárteles mexicanos, sub efecto: Centroamérica es una pista de drogas. ¿El plan incluye una cacería de narcotraficantes estilo Colombia en los años 90?
En ningún lado de la Alianza se establece cómo los Estados Unidos disminuirá la demanda de drogas que genera su país, que por lo tanto, genera oferta. Oferta que transita en Centroamérica dejando una estela de violencia a su paso. En un tema similar: ¿Cómo harán que el dinero del narcotráfico no corrompa a más gobernantes centroamericanos?
Estados Unidos, el país que en el continente más migrantes recibe, está fundado bajo los principios de la libertad y posee una constitución que ha sufrido pocos cambios desde 1776. En cambio los países centroamericanos mutan las reglas de juego cada pocos años, o con suerte, cada pocas décadas.
¿Acaso los partidos en el poder tienen prohibido cambiar una sola regla —para bien o para mal— de aquí al 2020? ¿Acaso los Estados Unidos ignora el poco compromiso del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) —partido que cada cierto tiempo ataca la Sala de lo Constitucional— con la democracia en El Salvador? ¿Ignora Estados Unidos que el FMLN a la primera de cambio imitaría a Venezuela, o sin ir tan lejos, a Daniel Ortega en Nicaragua?
Los Estados Unidos al crear programas como este, olvida que la llave de su prosperidad no se dio por un ente planificador que disponía cómo y cuándo las personas harían qué y de qué forma. Este plan no resuelve muchas dudas y de ninguna manera asegura que la migración ilegal disminuirá.
La prosperidad de los Estados Unidos se dio gracias a la defensa de la libertad del individuo; al establecimiento claro de los límites del gobierno y su injerencia en la vida privada de los ciudadanos; por la creencia que todos los hombres son iguales ante la ley; y por la protección a la propiedad privada, que asegura que cada persona puede disponer de los bienes fruto de su esfuerzo como a este le plazca. Principios que Estados Unidos parece olvidar o ignorar.
¿Quién tiene la pelota para crear prosperidad en Centroamérica? El protagonista parece ser ignorado en todo este plan. Ese protagonista son las sociedades civiles de las tres naciones las que tienen que limitar el poder de sus gobernantes y combatir su corrupción.
El primer paso para la prosperidad en un país es una sociedad llena de ciudadanos, no de súbditos. Sin ciudadanos comprometidos —y para crear ciudadanos comprometidos no hay cheque que valga— programas asistencialistas como este solo arreglará algunos síntomas, pero no arreglará la falta de Estado de Derecho, que en el fondo, es la enfermedad del Triángulo Norte.